"Ahora mismo mi verano es un poco difuso, tengo un festival de cine, el Atlantida Film Fest, que empieza el 23 de julio, el mismo día que se celebran unas elecciones generales. Ya veremos cómo va". Bien, seguro que irá bien si quien lo organiza es Jaume Ripoll, una de las personas que más y mejor sabe (y más ama) de cine en nuestra casa. Cinefilia que el fundador de Filmin ha evocado en Videoclub. Las películas que cambiaron nuestra vida, recorrido por la historia de la industria del cine en nuestro país a través de la mirada del niño que trabajaba en el videoclub de su padre en Palma recomendando películas a los futbolistas del primer equipo del Real Club Deportiu Mallorca y ha acabado deviniendo una figura esencial del audiovisual al frente de la plataforma que mejor trata el séptimo art. Dice que la culpa de todo es del editor, "que me llamó y me propuso si me animaba a escribir un libro".

videoclub de jaume ripoll
Portada de Videoclub el debut en el mundo del libro de Jaume Ripoll

Creo que la primera respuesta fue negativa.
Me lo pensé. Tenía muy claro que no tenía que ser un libro sobre Filmin. Porque la nuestra es una historia con muchas voces y yo no quería exponer solo la mía. Pero sí que pensé que podía ser interesante escribir un libro que, desde la visión de una persona que ha estado vinculada desde los cinco años al mundo del cine, hablara de cómo ha cambiado la distribución y los hábitos de consumo de películas a lo largo de estas últimas décadas. Las librerías están llenas de libros de actores y actrices, de directores, libros de producción, muchos libros de crítica, pero no hay libros que hablen de esta gran industria, y yo he vivido en primera persona muchos de estos cambios. Un libro que no va destinado al profesional del sector, sino al amante del cine que quiere saber cómo funciona este mundo.

¿Eres lector de biografías de cine?
No, realmente no. Últimamente, he leído a El director se la estrella, el libro de entrevistas a directores de cine de Peter Bogdanovich. Me gusta leer, pero leo sobre todo ensayo. En este sentido, no tenía ningún referente, que también es lo que me ha permitido ser más libre y no intentar imitar o copiar a ningún otro creador. Tenía claro que el libro tenía que ser como un viaje, que empezara en los años del cine de pueblo, para acabar con el estallido de Internet y los festivales híbridos pasando por el videoclub y las películas en VHS y la revolución del DVD. Cinco etapas del cambio en la distribución del cine estructuradas a lo largo de 25 capítulos.

El libro tenía que estar como un viaje, que empezara en los años del cine de pueblo, para acabar con el estallido de Internet y los festivales híbridos pasando por el videoclub y las películas en VHS y la revolución del DVD

Un viaje que se mueve muy bien entre la parte más ensayística y el relato personal.
Es un relato personal, pero tampoco es ultranostálgico. Mi idea no ha sido inducir a pensar que todo tiempo pasado era mejor. Es el análisis de la evolución de la industria cinematográfica de alguien que se ha criado entre videoclubs.

jaume ripoll filmen sergi alcazar 11
Jaume Ripoll es uno de los fundadores de Filmin y director del Atlantida Fim Fest / Foto: Sergi Alcàzar

Alguna cosa encontrarás a faltar de aquella época de películas en VHS.
A todos nos gustaría incorporar lo mejor del pasado con lo mejor del presente y combinarlo, como si fuéramos alquimistas. Sin embargo, realmente pienso que, hoy por hoy, como espectadores, somos los espectadores más privilegios de todos los tiempos, porque lo tenemos todo al alcance de un solo clic a un precio más que razonable. Sí que es verdad que antes, como cliente de videoclub, podías pasarte muchas horas paseándote por las estanterías, mirando las novedades, el fondo de catálogo, y no tenías la sensación de que estabas perdiendo el tiempo, todo lo contrario, te lo estabas pasando bien. Ahora, cuando pasas diez minutos en una plataforma y no has escogido una película, te entran todos los males.

Somos los espectadores más privilegios de todos los tiempos, porque lo tenemos todo al alcance de un solo clic a un precio más que razonable

El algoritmo ha matado la incertidumbre de descubrir por error, de tener que tragarnos películas infumables porque habíamos pagado para alquilarlas.
El placer del descubrimiento está más cuestionado. La otra cosa que ha cambiado es la impaciencia. Muchas veces abandonamos las películas antes de tiempo. No les damos tiempo suficiente para que se desarrollen. Tenemos tanto para ver, que si una película no nos gusta al cabo de veinte minutos, la sacamos y ponemos otra. Eso nos provoca que nunca acabemos de disfrutar del todo nada.

¿Los que estáis tras las plataformas tenéis en cuenta este hecho a la hora de seleccionar los títulos que incorporáis a vuestro catálogo?
No. Y pondré el caso de Berlin Alexander Platz, una de las series menos vistas en la historia de Filmin. Solo el 2% de la gente que la empezó a ver, la acabó. Así y todo, la renovamos tres años seguidos porque consideramos que era una serie de mucha calidad que tenía que estar en la plataforma.

Era inevitable que tu historia fuera esta.
Visto así, sí. He sido muy afortunado, aunque fueron las desgracias familiares, las que me facilitaron que conociera a Juan Carlos Tous y que de allí pudiera surgir la experiencia de Cameo y posteriormente Filmin. Pero sí, he tenido la suerte, como muchos otros, de haber sido educado en el cine. Muchos de los que crecimos en los 80 somos de la generación del videoclub. Ahora está la idea de que el mejor espacio para ver películas son las salas de cine, y no lo cuestiono, pero yo aprendí a amar el cine en un videoclub.

De Quentin Tarantino a Álex de la Iglesia, son muchísimos los directores de esta generación que defienden la cinefilia de videoclub.
Es cierto. Y no tenemos que olvidar cómo ha mejorado la calidad de la experiencia. Porque antes las películas del videoclub se veían con 4 tercios, dobladas al castellano y de aquella manera. Ahora, incluso cuando vemos cine en casa a través de las plataformas, la calidad es infinitamente mejor.

Jaume Ripoll Filmin - Sergi Alcàzar
Jaume Ripoll ha publicado Videoclub. Las películas que cambiaron nuestra vida / Foto: Sergi Alcàzar

¿Tienes reproductor de VHS?
Sí, en casa de mi madre tenemos una habitación donde guardamos la filmoteca de mi padre, toda una estantería de películas en VHS. Y en el comedor tenemos el reproductor. No las acostumbro a ver porque tengo miedo de que los cabezales del reproductor devoren la cinta (risas). Pero solo de ver las cubiertas de estas películas, ya hago un viaje mental a mi pasado.

Lo explicas en el libro, a mediados de los años 90 tu padre ya defendía que el futuro del cine pasaba por la digitalización.
Lo más curioso es que mi padre no era una persona muy tecnológica. Era una persona que no tenía ordenador, sin embargo, en cambio, sí que tenía esta visión. Abrió un videoclub cuando en Mallorca nadie tenía reproductor y más tarde empezó a distribuir DVDs cuando en la isla nadie tenía aparato de DVD. Sin embargo, así y todo, me sorprendió que un hombre que entonces tenía 54 años, diera con la clave del futuro del cine. Lo dijo a mediados de los 90 y ahora ya es una realidad.

Echo de menos la personalidad cinematográfica en las películas con aspiraciones comerciales

Tu cinefilia empezó con Brazil de Terry Gilliam.
Es una película enfermiza que vi de niño estando enfermo. La mejor combinación posible. En un mundo como el actual, donde el cine convencional tiende a parecerse tanto el uno con el otro, son muy necesarias estas películas con personalidad. Echo de menos la personalidad cinematográfica en las películas con aspiraciones comerciales.

Hay poco riesgo y sello de autor en el cine comercial actual.
Eso es incuestionable. Creo que es una deriva que nace en los 80 y que no podemos atribuir a la irrupción de internet. Empezó entonces y ha ido en aumento hasta la actualidad.

El éxito de Filmin evidencia que hay una audiencia que quiere un cine diferente

Por eso es importante la existencia de plataformas como la vuestra, que premian el cine de autor.
El éxito de Filmin evidencia que hay una audiencia que quiere un cine diferente, y aquí, más allá de los largometrajes de ficción o no ficción, también incluyo las series. Si no hubiera público, nosotros no estaríamos aquí. Pero no es menos cierto que, en un entorno globalizado, la mayoría de las plataformas globales ocupan cada vez más cuota de mercado y hace que sea más difícil que las obras que quieren ir por otros caminos tengan los recursos necesarios para poder hacerlo.

También empiezo a intuir, y es una percepción muy personal, que estas plataformas más convencionales, o más comerciales, van y vienen, pero vosotros, en cambio, os mantenéis en una línea constante. Ahora pienso en Netflix y la deriva que ha tenido en los últimos meses. ¡Ya nadie habla de Netflix!
Hay un público inquieto que se mantiene. Una de las cosas más bonitas que nos ha pasado desde nuestros inicios es que la fidelidad del suscriptor de Filmin es muy elevada. La tentación, que está, y se tiene que evitar, de renunciar a aquello que te ha traído hasta aquí, es el camino más corto hacia el fracaso.

Jaume Ripoll Filmin - Sergi Alcàzar
Jaume Ripoll, la ventana indiscreta de Filmin / Foto: Sergi Alcàzar

¿Cómo recuerdas al Jaume Ripoll de 9 años, que recomendaba películas a los futbolistas del Mallorca que iban al videoclub de su padre?
Lo pienso ahora y creo que debió ser insoportablemente repelente. En este capítulo sí que siento nostalgia de mi infancia y, sobre todo, nostalgia de la mirada. Porque es en estos años de infancia y adolescencia que descubres todo por primera vez. Sí que tengo curiosidad para saber lo que pensaban aquellos a los que recomendaba películas un niño de 9 años en un videoclub. Hasta ahora nadie me ha denunciado. Alguna cosa bien debió hacer.

Para ti debió ser fascinante: un niño de 9 años que su padre tiene un videoclub al lado del estadio Lluís Sitjar y que buena parte de la plantilla del primer equipo de la Mallorca pasaba por allí a nutrirse de películas después de los entrenamientos.
Era un sueño, porque soy muy futbolero. Con 9 años no puedes ser prescriptor de nada, pero sí que soy un gran defensor de esta figura, la de prescriptor. La del amigo, la del conocido, la del dependiente, la del crítico que te recomienda ver una película, escuchar un disco o leer un libro. Qué bonita es esta sensación.