Fue una mañana de mediados de los noventa. A pesar de ser invierno, era una alborada cálida. No era extraño, en el sur de California nunca hace frío. Como muchos otros días sin nada extraordinario a realizar, David Lynch estaba en su casa, en Mulholland Drive. Debía estar leyendo, mirando una película o meditando. Una preciada paz rutinaria que de repente desmenuzó el estridente sonido del intercomunicador. El cineasta se extrañó. No esperaba a nadie aquella mañana. Por un momento pensó en no responder, pero el aparato volvió a sonar. Si insistían tanto, debía ser alguna cosa urgente, algún suceso de gravedad. "¿'Diga?", preguntó. Después de un par según de silencio, una voz de hombre, una declinación que le era desconocida, sentenció: "Dave, Dick Laurant está muerto". Ya está. Nada más. David Lynch tardó en reaccionar. Dio un repaso mental de su lista de amigos y conocidos. Un catálogo de gente próxima en el que no había nadie llamado Dick Laurant. El realizador dedicó el resto de la mañana a transformar aquel misterioso equívoco en la escena de su próximo proyecto. Meses más tarde, cuando Lost Highway se estrenó, el 21 de febrero de 1997, hoy hace justamente 25 años, los espectadores quedaron hipnotizados por unas primeras secuencias en que Fred Madison, un músico de jazz de Los Ángeles interpretado por un Bill Pullman que en aquella época pasaba por los mejores momentos de su carrera, recibe por el intercomunicador de su casa un mensaje inquietante: "Dick Laurent está muerto". Cuando sale a la ventana para ver quién es el portador de la noticia se encuentra con una calle del todo vacía, quietud rota por el bramido de las sirenas de un coche de la policía alejándose.

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El año 1997 David Lynch ya era uno de los realizadores más fascinantes de la historia del cine. Discípulo de figuras imprescindibles para entender las expresiones menos evidentes plasmadas nunca en celuloide, listado de referentes conformado por nombres como Stanley Kubrick, Jacques Tati, Ingmar Bergman o Werner Herzog, influencias que confluía con pinceladas de tendencias artísticas como el dadaísmo o el surrealismo; Lynch descubrió su particularísimo universo con Eraserhead (1977). Tres años después de esta fascinante ópera prima, firmaría su primer incunable con El hombre elefante, translación en el cine de la vida de Joseph Merrick, con John Hurt y Anthony Hopkins como protagonistas. Recibió ocho nombramientos a los Oscar, entre otros, los de mejor película, mejor dirección, mejor actor y mejor guío adaptado.

Onirismo noir

Creador de atmósferas oníricas teñidas de negro thriller, cautivadoras y opresivas: en su cine, es muy importante qué se explica, pero todavía más cómo se explica -una red de metáforas y elipsis, amplificadas por bandas sonoras magistrales, de que es imposible no quedar atrapado-, Lynch ampliaría su filmografía con nuevas muestras de genialidad como Blue Velvet y Corazón salvaje. Y con estas Twin Peaks, la serie con la que cambiaría para siempre la concepción y creación de las ficciones televisivas.

Fred Madison (Bill Pullman) es un saxofonista de jazz que, a través de varias cintas de vídeo que recibe de forma anónima, sospecha que su mujer, Renee (Patricia Arquette), lo engaña. Madison vencido por los celos, mata a su a su esposa, crimen por el que acaba siendo condenado a la pena capital. Noir experimental con regusto de cine clásico pero con todos los ingredientes de la fórmula Lynch, Lost Highway explica la historia del asesinato desde el punto de vista de las diferentes personalidades que adopta un Madison afectado de trastorno disociativo de la identidad. A lo largo de metraje Fred es Fred pero también es Peter Raymond Dayton, un joven inocente de vida modélica interpretado por Balthazar Getty. En este juego de dualidades, Renee Madison también es Alice Wakefield, actriz de películas pornográficas realizadas por el mismo hombre misterioso que le envía las cintas de vídeo a Fred. Como casi todas las obras de Lynch, Lost Highway es un laberinto de secuencias que no acaban de tomar forma total hasta encontrar la salida.

El arte de pescar ideas

"Siempre relaciono el proceso creativo cinematográfico con la pesca. Pescar un pez es una cosa muy difícil y cuando sales a pescar por primera vez no sabes qué te tocará. Cada día estoy buscando ideas, y, cuando llegan, no son todas emocionantes, pero de vez en cuando encuentras una que es medianamente buena, y esta puede ser una porción muy pequeña del filme entero", descubría David Lynch el año 2013 en una conferencia que ofreció en el Festival Rizoma de Madrid. "En el caso de Lost Highway, esta idea se vio alimentada de una manera extraña por el caso de O.J. Simpson (exfutbolista americano que asesinó a su mujer 1994). Al principio no fue una influencia de la que yo fuera consciente cuando me senté a escribir. Las ideas iban y venían, pero, a medida que la historia tomaba forma, se fue definiendo como un retrato de la fuga psicogénica, trastorno que se manifiesta cuando haces una cosa tan horrible que te es casi imposible vivir con el peso de este hecho. Llegados a este punto, la única manera que alguien tiene de soportarlo es esconderlo en una parte escondida del cerebro. De esta manera se pueden explicar las acciones de O.J. Simpson, que, habiendo hecho estas cosas, podía seguir sonriendo y jugando a golf".

O.J. Simpson es uno de los hechos originarios de Lost Highway. No el único. David Lynch es un reconocido admirador de la obra literaria de Barry Gifford. De hecho, el cineasta ya había trasladado a la gran pantalla con resultados brillantes la novela de Gifford Corazón salvaje, y la pareja trabajó junta en la redacción de los guiones de un par de episodios de la serie Hotel Room. Fue leyendo la novela de Gifford de 1994 Night People, que Lynch se quedó fascinado con la frase "We're just a couple of Apaches riding wild on the lost highway". Pero esta vez el realizador no quería hacer una revisión del texto original sino, colaborando con el mismo Gifford en la redacción del texto, tomar aquella de imagen de carretera perdida y crear un relato nuevo. Pescaron el pez más grande del río.

Lost Highway
Lost Highway, el laberinto cinematográfico de David Lynch celebra su 25 aniversario

Música para conducir

El otro punto de fuga con el que se obsesionó David Lynch en la creación de Lost Highhway fue 'I'm Deranged', canción de David Bowie incluida en el disco de 1995 1. Outside. El tema del Duque Blanco acabaría apareciendo al principio y al final del filme. Pieza de apertura de uno de los soundtracks más exquisitos del cine de finales del siglo XX, con una banda sonora compuesta por Angelo Badalamenti (compositor fetiche de Lynch) y Barry Adamson.

La pieza central de la película se completa con temas de algunos de los nombres más destacados de la escena musical alternativa de aquellos días como Smashing Pumpkins, Marilyn Manson o Nine Inch Nails. Y con estos clásicos como Lou Reed o Antônio Carlos Jobim. Un repertorio todavía hoy, justo 25 años después de su estreno, perfecto para recorrer la fascinante autopista perdida de David Lynch.