El machismo que impera en nuestra sociedad también se expresa en las pantallas. Desde bien pequeños nos hemos expuesto a dibujos animados que perpetúan grandes estereotipos de género y hemos construido referentes que actuaban bajo valores patriarcales que, inevitablemente, hemos acabado normalizando y trasladando a nuestro imaginario. Según un estudio de la Universidad de Granada, solo un 33,6% de los personajes en las series infantiles de los últimos veinte años son chicas y su papel queda relegado casi siempre a ser la chica, la acompañante de aventuras o la madre del protagonista.

Centrémonos en este último caso. Si hacemos una mirada atrás y revisamos nuestros referentes de la niñez, veremos cómo la figura de la madre sufre una gran estigmatización. Mayoritariamente, eran representadas como mujeres sin aspiraciones profesionales, sin espacio propio ni poder de decisión, que concebían la maternidad como única realización vital. Así pues, en buena parte de los dibujos, las madres suelen quedar limitadas al espacio privado, siendo, al mismo tiempo, el pilar fundamental de un modelo familiar tradicional y reproduciendo el estereotipo de mujer ama de casa con hijos. Mientras en ellas se perpetúa el rol afectivo, sentimental y de cuidados, los padres ocupan los espacios sociales y profesionales.

Shin-Chan y Doraemon son dos series donde se ven claramente las desigualdades en los roles que tienen los padres y las madres. En el primer caso, Misae, la madre del protagonista, se encarga de todas las tareas del hogar y de la crianza, mientras Hiroshi, marido y padre, trabaja y hace vida social. Y lo mismo pasa en Doaemon. El padre de Nobita no está nunca presente y sobre ella recaen todas las obligaciones domésticas. Pero estas dos madres todavía comparten más cosas en común: son personajes cargados de clichés. Se las caricaturiza como mujeres consumistas, obsesivas, celosas, absolutamente superficiales e histéricas. Unos estereotipes negativos que se repiten en casi todos los personajes femeninos de las series y que son los únicos atributos que las definen.

🟠Cuando una ya es multitud: el Síndrome de la Pitufina en los dibujos animados
 

Otro caso curioso es lo pasa en Detective Conan. Kogoro Mouri es un personaje alcohólico y ludópata a quien se le murió la mujer. ¿Y qué pasa cuando no hay "una madre"? Pues que el rol lo adopta otra mujer. En este caso, su hija, Ran, una chica de 16 años que cuando vuelve del instituto se tiene que responsabilizar tanto del hogar como de su propio padre.

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Kogoro Mouri y la Ran en una escena de la serie.

En esta misma línea, también hay muchos dibujos donde los padres hacen directamente el papel de idiotas. Hombres básicos, inmaduros y con la inconsciencia de un niño de cinco años que no son capaces de valerse por ellos mismos sin una mujer a su lado que asuma todas las responsabilidades. Así pasa en Peppa Pig, en los Simpson, en American Dad, en Padre de Familia o en los Picapiedra, entre otros. Aunque pueda parecer que en estas series la mujer haya dejado de sufrir la dominación de una figura patriarcal, la realidad es que todavía se perpetúa más su subordinación. El padre pasa a convertirse en un hijo más de la familia que necesita atención y cuidados y eso provoca que la mujer refuerce más su rol maternal.

En definitiva, esta estigmatización que sufren las madres en las series de dibujos animados consolidan los estereotipos de género. Todavía estamos lejos del tratamiento igualitario entre sexos en la pantalla y ofrecer esta visión del mundo desde pequeños hace que asimilamos esta realidad como normativa.

Ya lo ves: tal vez tus referentes no son tan bonitos como los recordabas. De toda esta toxicidad nace Retrovisor pop, la sección audiovisual fast-food de ElNacional.cat que revisa la cultura pop que hemos consumido los millennials en los 90' i 00's. Aquí encontraras todos los vídeos