En torno a un centro histórico colonizado por un turismo que corroe la identidad barcelonesa con el apoyo de instituciones permisivas en lo económico, pero despreocupadas ante la recesión del valor cultural metropolitano, la gentrificación encuentra resistencia. Lejos de arrodillarse ante las exigencias de un sector terciario cada vez más despiadado y, a pesar de empezar a sufrir su impacto, los barrios adyacentes al núcleo central de Barcelona son todavía refugio de la autenticidad. Una personalidad made in AMB (hecho en el área metropolitana de Barcelona) que preservan figuras valientes, entregadas en cuerpo y alma a la creación. Hablo de quienes, en rebeldía contra el recorrido profesional estándar, han desafiado la norma priorizando su pasión por encima de todo. Entre ellos, sin embargo, destacamos a una en particular: LaBlackie.
Solo tiene cosas que decir, no que escuchar
Hija del underground urbano —un ecosistema sonoro objetivamente fértil para la producción de nuevos artistas y casi inmortal por su perpetua longevidad—, LaBlackie es una rapera pluridimensional barcelonesa que se dio a conocer en 2022, cuando el estribillo de Costilla de Raxet se popularizó en TikTok. Convertida en fenómeno viral, la canción fue el audio principal de una avalancha de clips efímeros que despertaron, en consecuencia, el interés de la industria. Hasta entonces, pocos la conocían: apenas algunas productoras visionarias —como AWWZ, que la había fichado antes— sabían que, bajo el nombre de Marina, tiempo atrás se había atrevido a lanzar su single de debut, Rodeo, después de una larga etapa intentando encajar en el molde socialmente aceptado. No obstante, todo cambió el día en que una epifanía, fruto del vacío espiritual generado por su formación académica —como el grado superior en Marketing y Publicidad que cursó—, le reveló que llevaba demasiado tiempo negando su mayor sueño por puro temor. Comprender que la música —su fuente personal de felicidad— debía ser una prioridad absoluta fue lo que dio lugar al nacimiento de su alter ego, el que le ha permitido explotar, a partes iguales, talento y constancia. Así, hoy LaBlackie ha terminado imponiéndose a Marina: ambas, de la mano, se lanzaron a la piscina con la ambición de una carrera musical prolífica que actualmente protagonizan bajo la atenta mirada de nombres reconocidos como Cruz Cafuné, Villano Antillano o Ms Nina. Todos han colaborado con ella atraídos por su habilidad métrica, más allá de sus casi 200.000 oyentes mensuales en Spotify. Este año, a punto de cumplir una década desde que empezó a hacer freestyle, presume de una discografía con dos EP, un álbum y más de quince singles, coronados por Buenos Días, su último lanzamiento, publicado este mismo julio.

LaBlackie te caerá en gracia si eres de esas personas que, nada más pisar la estación de metro, se colocan los auriculares creyendo que el andén es una pasarela
Ahora bien, quizá todo esto suene a chino para algunos. Dicho sin rodeos: LaBlackie te caerá en gracia si eres de esas personas que, nada más pisar la estación de metro, se colocan los auriculares creyendo que el andén es una pasarela. Escuchar a LaBlackie es escuchar a la arquitecta de versos ingeniosos, forjados con la elocuencia de un lenguaje afilado y obsesionado tanto con narrar lo que sucede en la calle como con hacerlo sin filtros. No es casual: en su propuesta se reconocen ecos de Sexxy Red, City Girls y Nicki Minaj; al fin y al cabo, es heredera del hip-hop estadounidense combinado con la actual escena urbana estatal. Su éxito radica en proyectar un carácter atrevido y un estilo propio, hábil para surfear olas de dancehall, trap o drill desde una transversalidad sonora poco reconocida, especialmente en un género tan difuso como el urbano. Como dijo en una entrevista para Mixtape Vol. II de RTVE Play, LaBlackie solo tiene cosas que decir, no que escuchar, porque ya ha escuchado demasiado. Ella y el resto de artistas femeninas que durante años han sido relegadas a la sombra de los hombres. Por eso recomiendo adentrarse en La Favorita y escuchar temas como Santería, G-SPOT o Maremoto, composiciones que auguran un recorrido más bien internacional. O su más reciente single, Bon dia. Ojalá me equivoque, pero me da la sensación de que en Cataluña aún falta mucho para que este tipo de música —cien por cien generación Z— se valore como merece. Eso sí, hay algo claro: el rap de LaBlackie no es algo arbitrario, sino el discurso perfectamente definido de una joven empoderada que no se preocupa lo más mínimo por lo que el mundo opine de ella.