El periodista Xavier Montanyà publica El caballero del ring. Kid Tunero, la biografía de un célebre boxeador, Evelio Celestino Mustelier, que pasó una parte importante de su vida en Barcelona, que desarrolló su carrera en esta ciudad y que murió en 1992. Un homenaje en toda regla a un hombre que Montanyà había conocido ya viejo, arruinado, pero no derrotado. Un auténtico mito del boxeo, que estuvo a punto de ser campeón del mundo de los pesos medios en el tiempo en que este deporte era el más importante espectáculo de masas y batía récords de asistencia (en 1930 se reunieron 80.000 personas en el Estadio de Montjuïc para presenciar varios combates, y superaron el récord de público de Europa). Una época en que Macià y Compañeros abrazaban a los boxeadores y los periodistas y artistas, como Dalí, anhelaban acercarse a estos ídolos de masas.

Un desafío cara a cara

Montanyà plantea el boxeo como uno de los únicos ámbitos en que los pobres pueden encontrar una oportunidad para progresar, aunque no hayan ido nunca a la escuela. Un enfrentamiento cara a cara, hombre a hombre, sin mediadores, donde gana el más fuerte, el más tenaz. Pero también, en cierta forma, para Montanyà el boxeo constituye una especie de venganza colectiva de los negros, que en el ring podrían desafiar los prejuicios raciales que soportaban. El boxeo sería, pues, mucho más que un deporte, se convertiría en un "choque de sensibilidades, creencias, estrategias, fuerza, resistencia, sensualidad. Una guerra simbólica entre dos mundos". En este contexto, no es extraño que el libro recurra, en algunas ocasiones de forma abusiva, a la identificación entre negro, fuerza, ritmo y naturaleza, tan apreciada por la corriente de la negritud.

La desconocida Barcelona negra

En muchos libros se nos ha hablado de París como refugio de los negros afroamericanos que huían del racismo de Estados Unidos o de otros países. Estuvo en París donde triunfó Josephine Baker, y allí escribieron algunas de sus mejores páginas Langston Hughes, Richard Wright, Aimé Césaire y James Baldwin. Pero pocos saben que antes de la guerra civil, Barcelona también fue un punto de atracción para negros procedentes, básicamente del Caribe. Kid Tunero aterrizó en Barcelona en 1931-1932 y, en cierta medida, estaría vinculado a ella durante el resto de su vida. Montanyà explica cómo los boxeadores y músicos cubanos tuvieron un papel importante en la vida social barcelonesa. Llenaban estadios y salas de baile, eran admirados por los políticos, circulaban en grandes coches de lujo, tocaban en las mejores orquestas, llenaban los locales de ocio de la ciudad y engullían grandes cantidades de licores y, sobre todo, de cerveza negra. Dicen que las catalanas de la época se volvían locas por aquellos negros musculosos. Pero también había negros procedentes de otros puntos de América, como el famosísimp Jack Johnson, campeón del mundo de los pesos pesados en 1910, que tuvo que irse de Estados Unidos ante el racismo imperante. El Eden Concert, en la calle Nou de la Rambla, se convirtió, antes de la guerra, en el lugaro de encuentro entre los negros de la ciudad y sus admiradores y admiradoras; se lo conocía como "el Bar de los Negros" Aunque Montanyà recuerda que no faltaban los catalanes racistas que mostraban un gran menosprecio por estos luchadores y por el conjunto de los negros, como el periodista Carles Sentís.

Kid Tunero, de Cuba a Europa

El 15 de enero de 1933, en el Palais des Sports de París, el boxeador cubano Kid Tunero, "el hombre de un solo golpe", ganaba por puntos al campeón mundial de los pesos medios, Marcel This. Fue el punto más alto de su carrera. Tunero, que había nacido en una familia muy pobre de Cuba, se había desarrollado como boxeador en Barcelona (uno de sus combates más célebres fue el que lo enfrentó al aragonés Ignacio Ara en la Monumental, en 1932, ante 20.000 personas). Más tarde, cuando volvió a combatir con This para obtener el título de campeón mundial, perdió por un punto. A partir de aquí se iniciaría su crisis profesional, en parte por problemas de salud: arrastraba fuertes dolores que le dificultaban los combates (se tendría que retirar en 1948). Pero hay sospechas que en la falta de éxito de Tunero también jugaron una parte importante las intrigas de los promotores. Dicen que Tunero era muy íntegro y que rechazaba cualquier confabulación por manipular los resultados, de las que eran muy corrientes en el mundo del boxeo en la época, donde no era infrecuente que algunos agentes arreglaran los combates entre boxeadores para favorecer los intereses publicitarios y crematísticos de los turbios personajes que manipulaban el negocio del boxeo.

Vida desgraciada

Montanyà repasa la vida de Tunero, en la que no faltan los episodios desgraciados, desde su infancia de niño explotado en las plantaciones azucareras, hasta la discriminación racista sufrida en los Estados Unidos en tiempo de la Segunda Guerra Mundial. Lo peor, sin duda, lo atravesó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando le anunciaron que su mujer y sus hijos habían muerto en el naufragio del barco en el qué intentaban huir de Europa hacia América. Kid Tunero no tuvo ninguna noticia de ellos durante cuatro años, pero se mantuvo fiel a su esposa. Más tarde, ya con su familia, intentó reconstruir su carrera como entrenador de boxeadores en Cuba, pero el triunfo de la Revolución fue asociado a la supresión del boxeo profesional, y por lo tanto Kid Tunero se tuvo que volver a marchar de Cuba en 1963 para buscarse la vida en Barcelona, de nuevo. Empezó muy bien, porque el franquismo protegía el mundo del boxeo, pero más tarde las cosas se le fueron complicando. El tiempo del boxeo se iba terminando y la transición le pondría punto final.

La integridad

Tunero, durante algún tiempo, fue amigo de mucha gente destacada del mundo de la cultura y de las artes (antes de la guerra, el boxeo se consideraba sinónimo de modernidad y había muchos aficionados a este deporte). Es bien conocida la amistad de Tunero con Ernest Hemingway, que incluso dejó su casa cubana a la familia Tunero cuando se fue a África durante un año. Hemingway, que había sido boxeador, tenía absoluta admiración por Tunero, especialmente porque este había esperado a su mujer cuando todo el mundo la daba por muerta en el Atlántico.

Maestro de los grandes

Tunero, en Barcelona, en los años sesenta, fue también entrenador de algunos de los grandes del boxeo. El régimen franquista promovió este deporte, y así llegó a Barcelona José Legrá, un chico cubano procedente de una familia pobre que consiguió ser campeón del mundo y que fue usado profusamente por la propaganda franquista. Más adelante, Kid Tunero consiguió que viniera a Barcelona Alfredo Evangelista, una joven promesa del boxeo uruguayo que gracias al entrenamiento del cubano llegó a campeón de Europa de los pesos pesados y que incluso se va batió en una ocasión con Muhammad Alí. Kid Tunero dejó muy buen recuerdo entre sus ex discípulos: todos, al ser entrevistados, aseguraron a Xavier Montanyà que sin su magisterio no habrían llegado tan lejos.

Finales trágicos

Tunero en sus últimos años malvivió. Después de la muerte de su mujer se alojó en un almacén de un gimnasio, entre material de boxeo, y en una pensión muy modesta. El que había sido un campeón aclamado por todo el mundo, murió prácticamente abandonado por todos. No es una excepción: también Urtain, el gran mito del boxeo, acabó suicidándose, y muchos de los compañeros de Tunero en aquellos años tuvieron problemas cuando envejecieron. Los que habían sido aplaudidos por decenas de miles de personas a menudo malvivían en siniestras pensiones.

De campeonato

En El caballero del ring. Kid Tunero, Montanyà recupera la mejor narrativa sobre el boxeo, la de Norman Mailer en The Fight (traducido en España como El Combate por la editorial Contra). Este es un libro escrito a contracorriente, en un tiempo en que el boxeo ha sido marginado y sus mitos despreciados. El texto, pues, rezuma admiración por los boxeadores, e indignación por la sociedad que los enalteció y olvidó (especialmente hacia el "papanatas progresismo hispánico"). Montanyà, que trató a Tunero y que ha mantenido muy buenas relaciones con sus discípulos, afirma: "Son gente noble. Me han hecho el honor de tratarme como un camarada". Y protesta contra "la injusticia histórica que se ha producido con ellos"; "se los ha ridiculizado, cuando no demonizado, y se los ha condenado a la miseria y al silencio". Montanyà usa la biografía de Tunero como un hilo conductor que transita por grandes acontecimientos del siglo XX: el exilio catalán en Chile en el barco Winnipeg, la revolución cubana, la ocupación nazi de Francia, la presencia de Hemingway en Cuba... Una obra magnífica que nos lleva a un viaje por paisajes urbanos de tiempos pretéritos que algunos han querido olvidar.