Si quieres, puedes ir de vacaciones a Ripoll sin la necesidad de hacerte la maleta. Sin que sea necesario, incluso, entrar en Booking y reservar ningún hotelito rural con encanto. No negarás que escaparse unos cuantos días al prepirineo y huir de esta canícula infernal es siempre una idea magnífica, pero créeme, hacerlo por escasos tres euros, sin moverse de casa y, además, viajando a 1923, es una experiencia todavía mejor. Si no te lo crees y piensas que te estoy engatusando, simplemente tienes que ir a una librería de segunda mano, comprar un ejemplar de L'hostal de la Glòria por menos de lo que cuesta un paquete de tabaco y dejarte guiar por Josep M. de Sagarra, el genio nunca lo bastante reivindicado que en menos de cincuenta páginas te regala un pase VIP con pensión completa en esta modesta pensión ripollesa que haría las delicias de Wes Anderson o el guionista de The White Lotus.

Josep Maria de Sagarra escritor
Josep M. de Sagarra, un dandy que sabía fumar como Bogart y escribir como Shakespeare.

Unas vacaciones en verso

Si ya has accedido a venir de vacaciones a Ripoll, déjame presentarte al ama del hostal, Glòria. Ella te hará el check-in de entrada. Un trozo de mujer, valerosa y fuerte, valiente y agradable. Lástima que se casara con Andreu, que por muy guapo y elegante que te parezca, con esta fila de ser un magnífico bailador de sardanas y de recitarte Verdaguer de memoria, es un catacaldos lleno de dudas y a quien el deseo puede más que el juicio. Ya lo verás, sino, cuando le veas hablar a todo el santo día con Roser, la hermana de Glòria, que aunque parezca una mosquita muerta es, en realidad, un volcán lleno de sensualidad. Si quieres tener una estancia llena de emoción, tú no les saques el ojo de encima a estos tres, siéntate en la butaca de recepción, caliéntate unas palomitas y dedícate a observar. Cada gesto, cada mirada y cada conversación de este peculiar triángulo de personajes es sarcásticamente real como la vida, pero sin embargo dramáticamente trágico como la ficción.

rosa maria sarda a los premios feroz gtres
No te imagines a Glòria como Rosa M. Sardà, pero sí como Rosa M. Sardà con 30 años: ella fue la actriz que hacía de Glòria.

Ahora que ya te has instalado, hace falta que sepas una cosa importante: en este hotel todo el rato se habla en verso, concretamente en heptasílabos, cosa que no te tendría que preocupar mucho, ya que hablar con heptasílabos es tan natural como ir al lavabo cuando se tienen ganas. La primera canción que cantaste en tu tu vida era con métrica de siete, seguro. Nuestro guía, el señor Sagarra, es una mezcla deliciosa entre los Guimerà, Rusiñol o Iglesias de finales del diecinueve con los noucentistas de principios del siglo veinte, tiquis-miquis que reclamaban un teatro poético capaz de transformar la tradición teatral catalana. Sagarra, el más sagaz de todos, nos invita a entrar en L'hostal de la Glòria construyendo un argumento basado en un mito dualista, como los de la literatura ochocentista y simbolista del siglo XIX, trazando un drama en tres actos y estructurándolo sobre un triángulo amoroso que, en realidad, es una huida de la realidad hacia la idealización, resignándose a confrontar ideas pero entregándose al éxito popular. Si la obra presenta la dualidad entre Glòria y su hermana Roser, Sagarra también juega con su propia dualidad, hablando de temas éticos y haciendo reflexiones humanas profundamente serias mientras utiliza un estilo fresco y un lenguaje rico pero próximo, lleno de ruralismos y expresiones de la calle.

Un hostal que es todo un mundo

Este hotel en el cual has decidido alojarte se encuentra en Ripoll, pero también en Tarragona, Figueres, Balaguer, Barcelona o Sant Fost de Campsentelles. Se encuentra en Ripoll y se encuentra en todas partes por dos motivos: el primero, porque lo que pasa dentro es tan universal que pasa en todos sitios; el segundo, porque este hotel, concretamente este, es tan móvil que desde 1931 ha girado por medio Catalunya, colándose incluso dentro del televisor. L'Hostal de la Glòria en el cual ahora te repantingas mientras esperas la cena se movió por primera vez el año 1931, concretamente para ir al teatro Romea. A pesar de que ahora, a fuera, sea agosto de 2021, aquí dentro es octubre de 1923 y hace escasas semanas que Primo de Rivera ha instaurado una dictadura después de efectuar un golpe de estado. La represión constitucionalista es severa, por eso en el restaurante, en el hall de la entrada o incluso en las conversaciones de Gertrudis con Glòria mientras hacen y deshacen habitaciones, la actualidad política está en boca de todo el mundo.

Tres estrellas Tricicle
Catalunya, como demuestra Sagarra, tiene una gran tradición en las ficciones ambientadas en hoteles. Tres estrellas es un ejemplo.

A la larga, mirándolo bien, ya verás que casi todos los habitantes de Ripoll acaban pasando por este hostal y, por lo tanto, acaban formando parte. Es escenario de chismes, envidias, riñas y caridad, cosa que acaba generando cierta angustia, pero a la vez el desfile de personajes estrambóticos, carismáticos o pintorescos son curiosos de observar. Quizás tú también eres uno de ellos, quién sabe. El maestro Sagarra nos presenta una hilera de gente que a lo largo de la trama irán andando de la incomprensión hacia la verdad, alcanzando así un final feliz para unos y de arrepentimiento para otros. Esta estructura, que a primera vista parece lineal, ya te aviso ahora de que choca con la auténtica estructura circular del drama, donde Glòria y Andreu parten de un matrimonio desigualado que a lo largo del texto vive una auténtica tormenta pero que, al fin, devuelve a su punto de partida original. Fíjate en Gloria, fíjate: representa la mujer fuerte y trabajadora que, después de transformarse en un individuo que duda y se inquieta por el amor de su marido, vuelve, recuperada y pía, a ser la mujer deslumbrante que gracias a su belleza interior enamora a todos los huéspedes.

Por su parte, fíjate en Andreu, todo el día cogido de la mano con la Roser por culpa del deseo carnal entre ambos. La madre que lo parió, pensarás. Que llega a ser de simple y primario, recoi. Representa la simplicidad del ser que se pierde, vencido por el deseo huidizo de la carne. No sufras cuando lo veas: confía en Glòria, a quien tú también confiarías todos tus secretos y todas las contraseñas de tus tarjetas y móviles. Al final, ya lo verás, hará lo que tenga que hacer para salvar no sólo su matrimonio, sino también a su marido y, de rebote, a su hermana. También te salvará a ti una tarde boba de agosto que no tenías nada que hacer y en la cual, sobre todo, no tenías previsto ir de vacaciones a Ripoll. Ahora, en cambio, te darás cuenta de que no querrías marcharte nunca. Es lo que tiene el teatro poético de Sagarra: siempre es una invitación a un hostal donde las sábanas huelen bien, los parroquianos explican historias interesantes, las cocineras te recuerdan a tu abuela cocinando cocido y las esencias de la humanidad que escribieron Dante, Shakespeare o Molière suenan con la naturalidad de un tendero que te cobra 200g de aceitunas con ajo en el mercado. Un mundo, en definitiva, en el cual es una lástima no poder quedarse siempre.