El escritor Josep Maria de Sagarra i Castellarnau (1894-1961) es uno de los más prolíficos y talentosos de la literatura catalana: poeta, dramaturgo, novelista, periodista, memorialista... Su nombre está asociado a una anchísima geografía, que va de la Costa Brava, que descubrió en los años veinte y le inspirarían varios textos, hasta Tahití, donde con su mujer Mercè Devesa estuvo de viaje de bodas, pasando por Madrid, donde estudió con la intención de ser diplomático, Berlín, donde fue corresponsal, o París, donde vivió el exilio.

En cuestiones de veraneo, también se lo puede vincular prácticamente con todos los lugares turísticos de Catalunya. Por eso queremos hablar del último veraneo, que Sagarra pasó en la localidad pallaresa de Espot.

Josep Maria de Sagarra y otros amigos en la Costa Brava

Sagarra con un grupo de amigos en la Costa Brava, en los años 30.

Raíces pallaresas

Aunque por lado materno, la familia noble de Castellarnau, tenía vínculos con la comarca –un antepasado suyo, Antoni de Castellarnau, señor del castillo de Araós, había explotado las minas de la Vall Ferrera en las fraguas de Alins–, Sagarra llegó a Espot por recomendación del notario Raimon Noguera, jurista vinculado a la Peña del Ateneo y a asesor de varias instituciones culturales.

Después de volver del exilio, Josep Maria de Sagarra, su mujer y su hijo Joan, habían pasado los veranos en el Port de la Selva, Agua Azul, Blanes, Sant Pol de Mar, Vilanova i la Geltrú –dónde se reencontró con un Eugeni de Oros decrépito–, el pueblo aragonés de Bronchales e, incluso, el parador ducal de Navas del Marqués, en Ávila.

Como explicaba el mismo notario Noguera al biógrafo del autor de El hostal de la gloria, Lluís Permanyer, "Sagarra hablaba mucho de la montaña, pero para él la montaña era siempre el Montseny, que conocía muy bien de cuando  era joven. [...] Yo, desde hacía muchos años, iba cada verano al Valle d'Aran. Todo aquello lo tenía muy pisado. Yo le decía que, efectivamente, el Montseny era maravilloso, pero que no tenía nada que ver con la alta montaña: El Pirineo es un mundo muy diferente. Entonces, un año le dije que tenía que ir y que yo me aseguraría de arreglarlos todo. Vino Josep Maria con Mercè y también nos acompañaba a Carles Soldevila. La Hidroeléctrica era un cliente mío y les pedí que me dejaran un jeep para hacer excursiones".

Sagarra cogiendo flores en Espot

Sagarra cogiendo flores en Espot

Flores, versos y frambuesas

Acompañados de Noguera, el matrimonio Sagarra y Soldevila subieron hasta Esterri para visitar los lagos. El notario recordaba que l'Estany Negro lo había entusiasmado y que al ver la puesta de sol, con su proverbial capacidad poética, improvisó unos versos: "Dijo que aquello, con los árboles retorcidos, las raíces a la vista, era como el Infierno del Dant. Estoy convencido de que si hubiera vivido más tiempo le habría inspirado un libro de versos".

En Espot, Sagarra y su mujer se dedicaban a hacer tertulias con Soldevila y un profesor francés del École des Beaux Arts, pasear, recoger frambuesas y coger flores, y se acercaron al pueblo de sus antepasados, Alins, donde el escritor dedicó al pueblo un volumen de las Memorias. Incluso llegaron a comprarle un perro a un pastor, que llegados a Barcelona tuvieron que regalar.

Hotel Saurat, donde veranean los Sagarra desde 1960

Hotel Saurat, en Espot, donde|dónde veranean los Sagarra desde 1960

Una biblioteca de hotel con su nombre

Sagarra estaba en el pueblo del Pallars Sobirà cuando recibió un telegrama de felicitación de la Sociedad General de Autoras, de la que era consejero. Desconcertado, al día siguiente pudo leer en La Vanguardia que le habían concedido la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. La condecoración del gobierno franquista, según la familia obra del ministro de Educación Jesús Rubio, a quien había entusiasmado el retrato del Madrid de su juventud que hacía Sagarra a las Memorias, fue recibido con acusaciones de traición hacia el escritor.

El año siguiente, mientras Sagarra se preparaba para trasladarse a Roma, donde tenía que escribir un libro sobre la ciudad y hacer de corresponsal para La Vanguardia y Ya del Concilio Vaticano II, le fue diagnosticado un carcinoma que lo llevaría a la muerte con 67 años.

Su hijo, Joan de Sagarra, ha sido un fiel veraneante en Espot. De hecho, en el Hotel Saurat –que ha acogido los Sagarra desde hace 60 años– se puede encontrar la Biblioteca Josep Maria de Sagarra, dedicada al escritor y organizada por su hijo, donde se pueden encontrar las obras completas del autor de Vida privada, en más obras de escritores com Juan Marsé y Enrique Vila-Matas enviadas por ellos mismos, y un grueso importante de novelas de George Simenon.

 

Foto de portada: Biblioteca Josep Maria de Sagarra. Hotel Saurat. Foto: Marc Solanes i Roca.