Tenía que ser una de las grandes noches del Festival de Jazz de Barcelona, y, aunque pueden caer en la hipérbole y la exageración (defectos que no son aplicables cuando se habla de música: un hecho que se vive desde el corazón y no desde la razón como el periodismo político, el económico y los sudokus), la de ayer, martes 2 de noviembre, en la Barts, muy probablemente acabará siendo la NOCHE, así, en mayúsculas, de la edición de este 2021. La culpa es del cantante norteamericano José James, que tomó el escenario de la sala del Paralelo para ofrecer una lección antológica de 'groove' y 'flow'.

El jazz del siglo XXI

Olvidaos de Nueva York, olvidaos de Londres, actualmente la capital mundial del jazz es Ámsterdam, ciudad que desde hace tiempo acoge buena parte de los jóvenes talentos del género, comunidad a la cual ahora se están sumando algunos de sus grandes nombres.

Como Prince, uno de sus héroes, nacido en Minneapolis; pero educado musicalmente en las calles de Nueva York, ayer José James llegó a Barcelona desde Holanda. Su misión, aparentemente, era presentar sus dos últimos trabajos: el disco de estudio No Beginning No End 2 (Rainbow Blonde, 2020) y el álbum en directo José James: New York 2020 (Live) (Rainbow Blonde, 2021).

Aparentemente... porque certificándonos que es uno de los vocalistas más paradigmáticos del jazz de estas primeras décadas siglo XXI, James nos introdujo en su particular reformulación del género. Una visión del jazz que pide beber de la tradición de maestros como Coltrane y aproximarlo al soul, el R&B, el funk (Gil Scott-Heron, Stevie Wonder, Grover Washington, Jr., Bill Withers, Prince... son parte fundamental de su imaginario) y el hip hop, sobre todo el hip hop. Heterodoxo y juguetón, José James, compañero generacional de los Rahsaan Patterson, Robert Glasper..., tan pronto puede recordar a un crooner canónico como Gegory Porter como golpearnos con un flow heredero de Gurú, Common, Nas, Mos Def o Q-Tip.

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José James: una estrella del jazz sobrada de flow, groove y carisma. Archivo José James - Sam&Max Photo

Vuelo sin ruta

José James sedujo la sala tan sólo pisar las tablas de la Barts. Será su afro moteado por este mechón de pelo blanco nuclear. Las gafas de sol, las Air Jordan, su simpatía, su carisma... Acompañado de un trío, máquina polifónica en perfecto estado de sincronía, conformado por el bajista David Idrisov; el teclista y pianista Juan Sebastian Vazquez y el batería Richard Spaven, elegante metrónomo de golpeo superlativo; James inició la velada entregándose a las formas más libres del jazz. La banda se perdía y se reencontraba reviviendo temas como 'Code' y 'Blackmagic', y el vocalista se divertía (y nos divertía) transformándose en un beatboxer surgido de una humeante esquina de Harlem.

Fueron los primeros 30 minutos del recital. Vuelo sin ruta fija que derivó en una personal revisión de clásicos de la música negra. Así sonaron 'Ain't No Sunshine' y 'Use Me' de Bil Withers, 'Just the Two of Us' de Grover Washington Jr. o 'Come to My Door' de Emily King, incunables que, adentrándose en la parte más azucarada y pop del concierto, combinó con un par de canciones: 'I Founf a Love' y 'To Be With You' interpretadas a dúo con su pareja Taali. El espectáculo recuperó su pulso y ritmo más trepidante con los bises, momento que volvió a surgir el flow y el groove con la libre versión del 'Park Bench People' del colectivo de culto de hip hop Freestyle Fellowship. Sí, fue la NOCHE.