Santiago del Estero (virreinato hispánico de Perú, actualmente República Argentina), 26 de noviembre de 1588. Hace 435 años. La misión jesuítica dirigida por el catalán Joan Saloni y completada por el irlandés Thomas Field y el portugués Antonio Ortega llegaba a esta pequeña ciudad colonial de la cara este de los Andes, procedentes de Lima, la capital virreinal. Saloni, Field y Ortega tenían la misión de adentrarse en los territorios de la región del Chaco (entre los ríos Paraná y Uruguay) y evangelizar a la población autóctona. Pero Saloni no se limitó a cumplir las instrucciones que había recibido de Alfonso de Mogrovejo, arzobispo de Lima. La misión de Saloni, que se prolongó por espacio de tres décadas, representaría una auténtica revolución económica y tecnológica. Saloni transportó el pueblo guaraní a la modernidad.

Mapa del cono sur de América (1656) / Fuente: Cartoteca de Catalunya
Mapa del cono sur de América (1656) / Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Quién era y de dónde venía Joan Saloni?

Todas las fuentes documentales de la época identifican a Joan Saloni como natural de Catalunya o de nación catalana. En ningún caso revelan la fecha de nacimiento. Pero, por la naturaleza de la misión que le fue encargada, en el momento en que pone los pies en el Chaco, podría tener unos treinta años, por lo tanto, nació sobre el 1558 o 1560. En cambio, lo que sí que está fuera de cualquier duda es su lugar de origen. Según las fuentes documentales, era natural de La Granadella, capital histórica de Les Garrigues. Las mismas fuentes apuntan que Joan Saloni era hijo de una familia de la oligarquía rural que confió su educación a la orden de los jesuitas. Este detalle es definitivo. La orden creada por Ignacio de Loyola en 1540 (veinte años antes del nacimiento de Joan), en sus inicios solo había despertado el interés de las clases privilegiadas de la sociedad.

¿Qué hacía Joan Saloni en América?

La dominación y espolio hispánicos de la costa pacífica de América del Sur había revolucionado la política de Carlos I y de Felipe II, los primeros Habsburgo de Toledo. La gran masa de población que concentraba el antiguo Imperio inca; el mito de El Dorado, creado por los banqueros de Carlos I, y el descubrimiento de las minas de Potosí, fuente inagotable de oro y plata, habían desplazado el epicentro de la dominación colonial hispánica, que había derivado de Santo Domingo a Lima, que se había convertido en un hervidero de funcionarios, militares, comerciantes, clérigos, aventureros y delincuentes, procedentes de todos los rincones del imperio Habsburgo. Y la evangelización de la población indígena, con el objetivo de someterla y asimilarla al nuevo poder, se convertiría en la prioridad del aparato colonial. Este contexto sería el que explicaría la llegada de Saloni a Lima.

Plano de una misión jesuítica en la nación de los guaraníes. Fuente Wikimedia Commons
Plano de una misión jesuítica en la nación de los guaraníes / Fuente: Wikimedia Commons

¿Cómo desarrolló su misión?

Saloni fue, muy probablemente, el primer europeo que aprendió la lengua guaraní. Pero lo que destaca, especialmente, de la historia de Saloni y los pueblos autóctonos del Chaco es la revolución económica y tecnológica que impulsó aquel misionero catalán. Saloni impulsó la modernización del aparato productivo indígena y la racionalización del reparto de los recursos generados por aquel aparato productivo, como una acción prioritaria en la evangelización. Saloni entendió que aquellas sociedades abrazarían el Evangelio con más convencimiento si, previamente, se las transportaba hacia un estadio de progreso social y económico. Durante aquellas tres décadas largas (1588-1632), Saloni fundó treinta misiones que impulsaron un modelo de explotación agroganadera gestionado, exclusivamente, por la población autóctona.

¿Con qué problemas se enfrentó Joan Saloni?

Desde los inicios (1588) el proyecto de Saloni generó un nivel de hostilidad importante. Pero no entre la población indígena, que habría podido interpretar la ideología de Saloni como una estrategia asimilacionista. Sino por parte de las clases coloniales establecidas en los ríos Paraná y Uruguay: los encomenderos, colonos castellanoleoneses que habían recibido del estado una encomienda (una comunidad indígena sometida que tenía que pagar tributos y prestar servicios no remunerados al encomendero como representante del poder hispánico en el territorio). Inicialmente, Saloni evitó el conflicto proyectando su campo de trabajo hacia zonas apartadas que, todavía, no habían sido colonizadas. Sería, precisamente, el éxito del modelo que preconizaba lo que generaría unas fuertes suspicacias que, enseguida, se transformarían en importantes hostilidades.

Representación idealizada de una misión jesuítica en el valle del río Uruguay. Fuente Unesco
Representación de un encomendero hispánico maltratando a un indígena / Fuente: Wikimedia Commons

"Encomenderos": ¿colonos o delincuentes?

Cuando Saloni cruzó los Andes (1588), el modelo del encomienda ya estaba en crisis. Cuatro décadas antes (1542), el rey Carlos I había prohibido la concesión de nuevas encomiendas y había limitado la vigencia de las existentes a la desaparición del encomendero. Pero este modelo estaba fuertemente implantado en el virreinato del Perú, por las diversas causas anteriormente detalladas, y los encomenderos de los territorios alejados de la capital colonial mantenían el sistema al margen de la ley. Casi medio siglo después de la prohibición, las clases coloniales de la cara este de los Andes se transmitían las encomiendas de padres a hijos. La derrota del partido encomendero de Pizarro, en lo que había sido el primer conflicto civil de la historia colonial sudamericana (1544), no había impedido la trascendencia de aquella forma de esclavitud.

Representación idealizada de una misión jesuítica en el valle del río Uruguay. Fuente Unesco
Representación idealizada de una misión jesuítica en el valle del río Uruguay / Fuente: Unesco

Saloni y las misiones

Saloni promovió un modelo poblacional y económico de inspiración europea y mercantil. Cuando se decidía la creación de una nueva "misión" (una población-explotación) no se confiaba nada al destino. Los planos de aquellas primeras misiones son muy reveladores: disposición ordenada de las viviendas y de todos los edificios de la misión; distribución racional de la tierra; construcción de redes de irrigación; planificación de las cosechas; construcción de edificios de almacenaje; construcción de elementos de transporte —fluvial y terrestre— para la comercialización de los excedentes de producción. Y, naturalmente, el templo religioso; situado en un lugar preeminente de la misión, para recordar a todos los habitantes de aquel establecimiento que economía e ideología eran elementos indisociables. Joan Saloni sería el primer revolucionario de la historia de América.