¿Qué hay más desvalido que un niño alejado de sus padres? Durante el franquismo decenas de miles de niños fueron apartados de sus familias, bajo el pretexto de ofrecerles una vida mejor. Pero muchos de estos niños, encerrados en internados, sufrieron graves maltratos. Montse Armengou y Ricard Belis lo explican en su nuevo libro Els internats de la por (Ara Llibres). Muchos de estos abusos se taparon con un manto de silencio. Y han tardado 40 años en salir a la luz. En 2015 Montse Armengou y Ricard Belis grabaron para TV3 un documental sobre este tema. Ahora, con este libro, quieren ampliar las informaciones aportadas por el documental con materiales que no se habían podido incluir en el film. En mayo saldrá en venta la versión castellana del libro.

Catálogo de horrores

Els internats de la por está basado en entrevistas a antiguos alumnos de los internados, que explican sus experiencias. No se refieren a cuatro tortas, una práctica aceptada por los parámetros pedagógicos de la época. Hablan de prácticas que incluso en aquellos tiempos eran dignas de condena. Se refieren a palizas brutales, que incluso les habían producido fracturas de huesos o de dientes. Detallan las humillaciones continuas, que en algunos casos les dejaron traumas de por vida. Explican cómo se mantenía a los hermanos cerrados en instalaciones diferentes, sin permitirles ningún contacto mutuo. Recuerdan cómo se les había obligado a comer los vómitos, después de que devolvieran una comida en mal estado. Denuncian que se les encerró en centros psiquiátricos sin tener ninguna enfermedad que lo justificara. Aseguran que fueron explotados laboralmente... Y en algunos casos, las víctimas expresan una tristeza inmensa porque no los prepararon para vivir en sociedad, y explican que hoy en día todavía sufren las consecuencias de ello. Algunos creen que aquellos internados les tomaron algunos años de su vida. Otros piensan que les robaron la vida entera.

El flagelo de la pederastia

En el documental es constante la presencia de la pederastia. En muchos centros e internados hubo abusos sobre los niños internos. Aquellos que tenían la autoridad en los internados aprovechaban su situación de dominio sobre los niños con el fin de obligarlos a mantener relaciones sexuales con ellos. Uno de los testigos fue violado a los once años por uno de los curas del internado. Otro fue obligado a hacer felaciones a un religioso. Muchos sufrieron tocamientos. Y casi todos los que estuvieron en centros masculinos fueron testigos de abusos.

Experimentos médicos con los pobres

Uno de los hechos más sorprendentes que apunta el libro es la experimentación médica con internos de determinados centros. Algunos exalumnos aseguran que se les practicaron operaciones innecesarias para curarles la tuberculosis, a pesar de no sufrir esta enfermedad. A algunos de ellos se les introdujeron unas bolas en los pulmones que todavía conservan actualmente. Los expedientes médicos de los afectados no aparecen o no aportan datos suficientes. Éste, sin duda, es el aspecto de la obra que es menos concluyente, ya que los médicos actuales no encuentran bastantes elementos de juicio como para valorar la situación, aunque detectan comportamientos poco claros de los médicos franquistas. Sin duda, este punto merecería un estudio más detallado, ya que hay otros tipos de denuncia en este ámbito, como la que afecta al trasplante de corazón realizado por el marqués de Villaverde, yerno de Franco, o los polémicos tratamientos psiquiátricos del médico Vallejo Nágera.

Las mujeres, también

No sólo se cerró a niños en internados. También algunas jóvenes que no se adaptaban a la moral oficial acabaron siendo recluidas en contra de su voluntad, a pesar de ser mayores de edad. Algunas fueron cerradas en manicomios, sin sufrir ninguna patología que lo justificara. Otros fueron a parar a centros del Patronato de Protección de la Mujer, donde se quedaron hasta años después de la muerte de Franco. Incluso entre las internas había niñas que habían sido violadas por sus familiares directos, ya que las autoridades creían que después de esta experiencia tenían que ser "reformadas". Eran "mujeres caídas".

La voz de las víctimas

El libro Els internats de la por, al igual que lo hacía el documental homónimo, intenta dar voz a las víctimas. Aquellos niños que en su tiempo no pudieron quejarse, dejan rienda suelta, cuarenta o cincuenta años más tarde, a toda su amargura. Armengou y Belis consiguen dotar de personalidad a las víctimas, con el fin de conseguir que el lector empatice con ellas. El acierto de los autores es no limitarse a un listado de vejaciones, sino el centrarse en las personas que fueron víctimas de los abusos. Se nos explica qué se ha hecho de estos niños, qué secuelas han tenido de los abusos, cómo se han ofrecido a declarar... Algunos de ellos recuerdan, también, a algunos de sus compañeros, que no podrán nunca aparecer en el documental: el número de suicidios o de muertes por drogas entre los exinternos es muy elevado.

Un problema estructural

Armengou y Belis exponen muchos casos de sadismo. Pero para ellos el problema básico no radicaba en las prácticas abusivas de unos pocos profesores y responsables de instalaciones, sino en todo un sistema que daba un poder absoluto a estos personajes y que dejaba a los niños absolutamente indefensos, ya que se los consideraba, en muchos casos, merecedores de castigo por su origen. Incluso aportan algún documento de primeros tiempos del franquismo en que altas autoridades del régimen abogaban para separar a los hijos de los leales de los hijos de los rojos y apostaban por un rígido sistema educativo para ellos para "educarlos". En realidad, en algunos internados había niños de pago, que recibían un tratamiento normal, e internos de beneficencia, que recibían todos los abusos. Algunas órdenes que regentaban con toda normalidad colegios privados de élite, permitían horrores en los centros para niños acogidos. Armengou y Belis dejan claro que "eran muchas las víctimas de un sistema, el franquista, que estropeó la infancia de tantas criaturas durante el franquismo".

Un largo silencio

En 1977 el dibujante Carlos Giménez ofrecía un cómic tremendamente impactante, Paracuellos, donde ponía de manifiesto los abusos vividos y vistos en los centros del Auxilio Social. Algunos cómics más de Giménez profundizarían en el tema. Pero son pocos los exinternos que han osado hablar. Han pasado cuarenta años desde la muerte del dictador y pocos de estos abusos son conocidos por el gran público. De hecho, muchas víctimas de maltratos han pasado años y años sin explicarlo a nadie. Ni siquiera a sus hijos. Algunos han pasado décadas sin hablar. En realidad, han sido las redes sociales las que han permitido que algunos de ellos se reunieran y empezaran a comentar sus experiencias, antes de darlas a conocer a otra gente. Pero el documental de Armengou y Belis ha ayudado a muchas víctimas, al animarlas a hablar y a liberarse de su trauma.

 

La impunidad

“Nadie ha sido juzgado” es la última frase del documental. Los autores creían necesario acabar la película con esta frase para dejar constancia que estos hechos nunca han sido asumidos ni reconocidos, ni por el Estado, ni por la Iglesia, ni por las órdenes religiosas implicadas. Todavía quedan muchos perpetradores de estos abusos vivos, pero no se conocen muchas muestras de arrepentimiento y de reconocimiento de los crímenes cometidos. Las intervenciones del papa Francisco en pro de las víctimas de la pederastia no han tenido mucho impacto en nuestro país.

Un equipo experimentado

Los internados del miedo no es el primer documental de Armengou y Belis. Ambos directores tienen mucho prestigio por películas anteriores. En el 2003 presentaron, con la colaboración del historiador Ricard Vinyes, a Els nens perduts del franquisme, donde denunciaban que a muchas madres solteras o pobres les cogieron los hijos durante el franquismo, para darlos en adopción o para encerrarlos en internados. Este documental no sólo fue muy apreciado por el público, sino que también dinamizó una serie de procesos judiciales por recuperar el contacto entre las madres y los hijos confiscados. Armengou y Belis también han rodado Les fosses del silenci donde denuncian la existencia, todavía, de muertos por el franquismo enterrados cerca de los caminos. Y han recordado el exterminio de republicanos en los campos nazis en El comboi dels 927... Con sus trabajos cinematográficos se han convertido en todo un referente de la investigación y divulgación de la memoria histórica.

Fotografía de portada: Casa de la Maternidad. © J.M. Sagarra.