Malcolm Otero y Santi Giménez publican IIl·lustres execrables. La part fosca dels personatges més idolatrats de la humanitat (ediciones B), un libro en que se diseccionan políticos, religiosos, artistas, músicos, científicos, literatos... El objetivo de los autores no es criticar a personajes que son unánimemente criticados: aquí no encontraremos ni Hitlers, ni Mussolinis, ni Trumps, sino a personajes que tengan la veneración, si no del conjunto de la sociedad, como mínimo de amplios sectores de esta. "Para ser execrable, hay que ser admirado", afirman los autores. "Queríamos buscar a gente que todo el mundo tuviera por una persona admirable y que en realidad fuera un verdadero hijo de puta, un miserable". Entre ellos encontramos a Albert Einstein, Pulitzer, Franz Kafka, Elvis Presley, Lev Tolstoi, Jacint Verdaguer, Paulino Uzcudun... Este libro se basa en los perfiles de estos personajes que Otero y Giménez presentaban en el programa Via lliure de RAC1, pero se ha ampliado con algunos nuevos, como Alfonso XIII, que era "tan golfo y tan promiscuo" que "deja al rey emérito actual como una persona normal". Un Alfonso XIII que introdujo el porno en España y que evadió capitales de forma compulsiva: "Eso demuestra que los paraísos de los Borbones vienen de lejos", aseguran Otero y Giménez.

Vicios comunes

Los medios tienen tendencia a crear mitos. Pero muchos de los personajes que tenemos como modelos, en realidad dejan mucho que desear: entre ellos hay pederastas, maltratadores, avariciosos compulsivos, machistas, mentirosos, manipuladores, obsesionados por los fenómenos paranormales, estafadores, clasistas, racistas, corruptores, maleducados, violentos, alcohólicos, drogadictos, cobardes... La megalomanía es un rasgo característico de muchos de ellos, pero los hay muy originales: desde un coprófilo como James Joyce, hasta un plagiador como Camilo José Cela. Los autores empezaron a trabajar suponiendo que solo harían unos 10 programas, dedicados a 10 perlas, pero los personajes execrables se fueron multiplicando. De algunos de ellos solo disponían de pequeñas pistas, pero con el tiempo se confirmó que eran verdaderos diablos. Inicialmente no querían hacer apuntes biográficos de catalanes, pero al final se animaron a hacerlos. El único límite que se impusieron fue publicar solo referencias a mitos muertos; eso sí, algunos de ellos eran "execrables express": se les desmontaba la fama a los pocos días de su muerte.

Luchar contra la ocultación

Un hecho sorprendente es que para derribar el pedestal de estos 51 ilustres, a Otero y a Giménez no les ha hecho falta acceder a ningún archivo ultrasecreto, ni entrevistar a confidentes con identidad oculta. Todo lo que ellos presentan está publicado en biografías, artículos de diario, investigaciones parlamentarias, etc. En algunos casos incluso se dispone de documentales muy serios sobre los hechos. Nada de lo que dicen es inédito, pero había quedado oculto entre los elogios desmesurados a estos ilustres personajes. Sobre la madre Teresa se hicieron unos magníficos reportajes muy desmitificadores en la revista Stern, pero cuando aparece en los periódicos su canonización, se ignoran estas investigaciones, muy serias y muy documentadas.

Sexo, sexo y sexo

Muchas de las historias incluídas en el libro apuntan a comportamientos sexuales abusivos. Malcolm Otero afirma: "Chaplin era un pederasta... Iba con chicas de 14 o 15 años. A su mujer le tenía metido el ojo desde que ella tenía 7 años. La dejó embarazada cuando tenía 15. Sus cuatro mujeres se quedaron embarazadas con menos de 18 años...". Tampoco sale muy bien parado en este ámbito Gandhi, un mito de lo que se puede admirar su implicación en el movimiento no violento, "pero que se metía a sus sobrinas de 14 años en la cama y las hacía dormir con él para someterse a una prueba de castidad". Steve McQueen era un agresor y un acosador sexual. Pero también lo era Neruda, que en su Canto general confesa una violación -poéticamente, eso sí.

Lo mejor y lo peor

Los autores aseguran que solo hay un personaje que se les ha resistido y que no ha podido ser incluído entre los execrables: Nelson Mandela, quien más allá de su vocación por las armas cuando era joven, no tiene nada de criticable. En cambio, según Giménez, el personaje que más les ha sorprendido ha sido François Mitterrand, un hombre que en principio tenían por un jefe de Estado sensato, y que demuestra ser uno execrable: "Es la peor persona que ha aparecido en el libro, con su política hacia la independencia argelina, con el atentado contra el barco de Greenpeace, con su connivencia con ETA... ¡Incluso se hizo pasar por víctima de un atentado que se inventó! Y en el aspecto sexual... ¡Mitterrand folló más que Nacho Vidal!".

Con la Iglesia hemos topado

Otero y Giménez temían que su programa radiofónico tuviera muchas críticas, porque atacan mitos de la derecha, como Ronald Reagan; de la izquierda, como Pablo Neruda; del españolismo, como Cela; del catalanismo, como Verdaguer; del feminismo, como Frida Kahlo; de la intelectualidad, como Joyce; de los modernos, como Prince; de los católicos, como la madre Teresa de Calcuta; de los cinéfilos como Cantinflas... Al fin, aseguran que la mayor parte de la gente se lo ha tomado bien. Ahora bien, también apuntan que "los fanáticos católicos son los que menos sentido del humor tienen". Sus críticas a Juan Pablo II y a la madre Teresa de Calcuta (los dos definidos como "seres abyectos") generaron airadas reacciones. Ambos autores se niegan a retractarse de sus acusaciones.

Relativizar la admiración

Los autores aseguran que "los mitos son mitos", pero que este libro sirve para ver que el blanco y el negro no existen. Confiesan que han hecho un poco de trampa, al juzgar a los personajes con mentalidad actual: "En el siglo XIX ser ultramachistas y racistas era de lo más habitual", afirman. Otero y Giménez confiesan que a veces envidian algunos de los excesos de sus biografiados. Afirman que no quieren erigirse en jueces de nada ni de nadie, pero creen que este libro puede ayudar a la gente a situarse en relación con sus mitos, pero reconocen que "cuando la gente adora a un mito, es muy difícil que cambie de opinión".

400 páginas

Il·lustres execrables suma 400 páginas. Pero se lee con celeridad. Tan sólo dedica unas 6-8 a cada personaje, de tal forma que no hay tiempo para aburrirse. Los autores buscan perfiles bien diferentes, que van alternando, de tal forma que hay historias muy diversas. Y dan a conocer historias fantásticas: que Mitterrand y Berlusconni habían tirado los trastos a Margaret Thatcher; que Suárez no es que fuera el tío chulo del 23-F, sino que siempre había sido el chulo del pueblo; que el general Custer era un absoluto inútil a nivel militar... Antes de hacernos fans de cualquier famoso, no estaría nada mal que pasáramos un rato con los Il·lustres execrables. Nos ayudaría a relativizar el mundo de los famosos, estos famosos a los que a menudo, gracias a la fama, se les toleran cosas que no se tolerarían al resto de los humanos.