“Genios para unos, mamarrachos para otros”. Así empieza un relato, la película Disco, Ibiza, Locomía del director catalán Kike Maíllo que mañana llega a las salas de cine, que prosigue luego de este modo: “Extraterrestres, extravagantes, impostores, maricones de mierda, pero sobre todo, familia”. Y justamente eso, la comunión, y el ingenio para mostrar los diferentes espectros de un fenómeno que, merecía un homenaje en forma de biopic como este (más atinado en fondo y forma que el documental que estrenó Movistar hace un par de años).
🟠Xavier Font: "Amb Locomía no vam anar a Eurovisió perquè TVE no va voler"
Con un enfoque sereno, pautado y original: una mediación, tres años después de que explotara el fenómeno y en el que todas las partes ponen boca arriba sus cartas, sus argumentos. Sin fricciones innecesarias, desde la calma y, lo más importante, desde el cariño, el respeto y una reflexión; dejar de lado el disfraz para aceptar quién eres de verdad. Que sí, es cierto, hubo disputas, riñas familiares, intereses económicos, gestión de egos, pero tal y como refleja la película, allí todos eran importantes.
La película que firma Kike Maillo es más ágil, tiene otra libertad y ese instinto coral que le hace un gran bien al metraje
Sin preguntas ni juicios
Mientras el documental que citábamos se centra más en el conflicto entre Xavi Font y José Luis Gil (intentando demostrar quién era el auténtico inventor de la rueda), con un punto más melodramático; la película que firma Kike Maíllo es más ágil, tiene otra libertad e, insisto, ese instinto coral que le hace un gran bien al metraje. También, dicho sea de paso, todo está más medido, los excesos, valga la redundancia, no son tan excesivos, y los momentos álgidos lo son, pues es verdad que existieron, pero tomando conciencia de algo que se olvida fácilmente: esa naturaleza tan frágil del ser humano, cuando se siente atacado.
Kike Maíllo, en un encuentro breve al que también tenía que asistir Jaime Lorente (indispuesto por enfermedad), no puede evitar sincerarse: “Si me tuviese que saltar uno de los procesos en el cine, me saltaría este, el del estreno. Me saca de mis casillas. Es ese punto climático en el cual has estado trabajando cuatro años, y luego, ves que la película ya está ahí. Y te preguntas, ¿por qué tengo que pasar por esto? También es verdad que luego la película es muy agradecida, ya que se encuentra en un territorio más fresco, más cómico”.
La película gira en torno a dos personalidades muy fuertes. Alucinamos con el nivel de anécdotas, de intrahistorias
Este proyecto, el de Disco, Ibiza, Locomía, parte de un artículo en prensa que leyó el director hace cuatro años, momento en que se le encendió la chispa. “La película gira en torno a dos personalidades muy fuertes. Alucinamos con el nivel de anécdotas, de intrahistorias. Ya advertimos que había unos personajes muy hondos, muy enconados, como se puede ver en la película y en el documental. Pero después, a la hora de abordar la historia y conocerlos, vimos que había algo que tenía que ver con las familias escogidas. Es un tema en el que queríamos incidir, por eso lo dimos tanta importancia al prólogo y, sobre todo, como se conformaba esa familia. En el fondo, son personajes desarraigados que han encontrado allí una manera de hacer y una felicidad. Un terreno de libertad en el que se pueden comportar de manera honesta, en que pueden amar a quien quieran, follar con quien quieran, pegarse las fiestas que quieran, y no hay preguntas, no hay juicios, en una época en que eso daba solo en pequeñas burbujas, ya sea en Ibiza, en barrios de Barcelona, de Valencia o de Madrid. De pronto, coger ese tren, que es el del superéxito y lograr ese paraíso que has encontrado”.
Ken y Barbie, Quijote y Sancho Panza
Indudablemente, aparecía una duda, una pregunta remarcada en bold: ¿Se entrevistó con los personajes reales? ¿Captó sus testimonios? “Nosotros nos hemos entrevistado mucho con ellos, sobre todo con José Luis, que es el detector de los derechos, y también es verdad que llego un punto en el cual gracias a Nadie es perfecto (productora de la película) tuvimos ese espacio de libertad”. En la película hay muchos guiños, a Freddie Mercury, a las Nocheviejas televisivas, a Julio Iglesias y Tina Turner en Miami, a Concha Velasco y, en tandas, a Ken y Barbie primero, y luego a Quijote y Sancho Panza (representado en la figura alucinante del tour manager). “Ken y Barbie son dos maneras de entender la heterosexualidad, de entender las etiquetas, y Sancho Panza es lo que nos habíamos encontrado con ellos, ahí sí que había cine, sí que había invención, se comportaba como un tour manager, y que uno fuese como el payaso listo y otro como el payaso torpe, tenía esa gracia que nos llevaba a ese punto cervantino”.
Javier Morgade y Albert Baró, actores en la película con papeles preponderantes (entre la lista de personajes que van apareciendo están el intelectual, el imprevisible, el holandés errante…), también toman la palabra. “Los días previos a un rodaje que duró unos tres meses y en que estuvimos aprendiendo los bailes, fue cuando cuajó ese sentimiento de familia. Todo eso nos unió mucho y creo que se nota en la película” (Morgade). Una de las escenas más bonitas y mágicas de la película, es tras la ingesta de LSD, ese mini musical con máquinas de coser y piezas de tela que sobrevuelan la sala. “Yo soy muy fan de los musicales, y esa escena me encantó, fue un momento divertido” (Baró). Así que, como pasa con otros tantos, a Xavi Font (un Jaime Lorente ideal para el papel) le dijeron esto: “Ni cantas bien, ni bailas bien, ni eres el más guapo”. Y, sin embargo, aquel niño que dibujaba dragones, era el más querido, el que tenía más carisma. En la época loca de los abanicos gigantes y giratorios, aquellos que un día, y por accidente, derribaron el pastel de cumpleaños de Freddie Mercury.