Fueron 156.000 hombres los que desembarcaron por mar y aire aquel 6 de junio de 1944. El objetivo era claro: hacer retroceder al enemigo para liberar el noroeste de Europa y arrinconar al ejército de Adolf Hitler. La ofensiva del desembarco de Normandía se saldó con 10.000 bajas aliadas y con entre 4.000 y 9.000 soldados alemanes muertos. Podrían haber sido muchos más si los nazis no hubieran creído a pies juntillas que el día D solo era una maniobra de distracción; si hubieran ido con todas las de matar a las orillas de aquellas 5 playas. Pero eso no pasó y todo fue gracias a él.

Participó en los dos bandos de la guerra pero no disparó ningún tiro ni nadie sabía su nombre. Para el servicio secreto nazi, era Arabel; para el británico, Garbo. Hasta años después no se supo que Joan Pujol Garcia tenía una red imaginaria de 27 hombres a los que no solo les daba un alias, sino también una personalidad y unas circunstancias familiares. “Fue el único espía de la historia, que yo sepa, que tenía una red de sub-espías totalmente ficticios”, explica Roser Caminals. La escritora acaba de publicar Garbo parla (Edicions 62), el libro ganador del Premio BBVA Sant Joan en el que indaga en la historia del personaje, pero, sobre todo, en la vida de la persona. Es importante no perder de vista esta parte humana, olvidada en biografías y ensayos de antaño. Caminals juega al gato y el ratón en un diálogo monologuista, conversando con el propio personaje de forma retórica hasta llegar a “sentir su propio afecto”. No la satisfacía usar la primera persona ni la tercera, así que ha apostado por un juego de perspectivismo en el que ella misma participa como narradora.

Garbo
Joan Pujol fue agente doble de los servicios secretos británicos y alemanes.

Escribió la novela antes de la pandemia y se presentó al premio para no tener el libro muerto de asco. De hecho, tenía tanta poca fe en ganarlo que se olvidó de la entrega y se cogió esos días de vacaciones. Desde que se puso a investigar y escribir en prepandemia, una de las cosas que la escritora tenía muy claras es que no quería caer en saco roto ni cometer el error de olvidar el “tercer Garbo”, porque precisamente el agujero de esta historia está en los años posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial. “Presentar a Joan Pujol en esta faceta tan humilde de su vida, intentar captar como es este anonimato total y esta vida de tener fracasos me interesaba mucho para construir el personaje humano; podía haberme quedado en el desembarque de Normandía, en el triunfo, pero eso es un Garbo incompleto”.

La dicotomía gobernó toda su vida

Según la escritora, Garbo acabó sin saber quién era. Debe ser normal para una persona que se pasa toda su vida siendo a medias y viviendo de manera multiplicada. Ir a comprar el periódico y enviar a las tropas de Hitler a un lugar diferente del que iba a ser invadido; acariciar la frente de tus hijos y salvar miles de vidas; dar un paseo y acabar siendo clave para ganar la guerra más sanguinaria de todos los tiempos. Ya lo decía John Le Carré: eres lo que eres y lo que finges que eres, y acabas siendo lo que finges que eres.

“Provocó la noticia de su muerte y vivió más de 40 años escondido hasta de sus propios hijos”

“¿Garbo fingía ser Joan Pujol o Joan Pujol fingía ser Garbo? Esto es muy problemático y es difícil de resolver, porque a mí Joan me parece muy real, pero para los que conocían a Garbo, este también era muy real. Creo que ni él lo resolvió”, comenta Caminals. Para ella, los escritores sufren de esquizofrenia, porque oyen voces. También este barcelonés, probablemente, que se había dedicado a criar pollos o a ser gerente de un hotel y decidió ser agente doble para luchar contra el nazismo. Salvó miles de vidas y fue condecorado tanto por alemanes como por británicos tras el día D y antes de provocar la noticia de su propia muerte. Vivió oculto más de 40 años, sin que ni siquiera sus hijos supieran de su existencia, y cuando fue descubierto fue recibido con honores en el Palacio de Buckingham.

Roser Caminals. Marta GambínRoser Caminals durant la presentació de Garbo parla. / MG

Afincada en Estados Unidos desde los años 80, la escritora se considera selectiva con todo el material, desmenuzando el personaje para quedarse con lo que ella considera más esencial: el padre, los fracasos repetidos como ciudadano que crean un patrón, la figura de Araceli, su primera mujer y la persona que le apoyó y acompañó en la misión de su vida como agente doble. Fue en Lisboa cuando Joan Pujol decidió convertirse en espía, de un modo inconcebible. “Si alguna cosa demuestra Garbo es que lo que nos parece imposible, a veces – raras veces – es posible; y esto debemos tenerlo muy en cuenta los catalanes.

Roser Caminals: “Me robaron el catalán dos veces y no me quiero quedar con los brazos cruzados”

En relación al título del libro, no lo escogió ella; Roser Caminals asegura que fue el título el que la escogió. Se inspiró en el silencio de Greta Garbo y en el misterio de su figura en el cine mudo, y le vino a la mente la frase “Garbo habla”, que se hizo famosa cuando la actriz abrió la boca para decir que la dejaran tranquila. “Es como que Garbo el espía por fin habla, por fin se rebela de alguna manera quién es”. También lo interpreta como que el personaje, directamente, le habla a ella; y la escritora, tras escucharlo, transcribe toda la conversación que tiene con él.

Mantener la lengua catalana en Estados Unidos

Una característica clave de Caminals es la perseverancia: la constancia de continuar apostando por escribir en catalán pese a vivir a más de 6.000 kilómetros de aquí. Lejos de suplantar una lengua por otra, la escritora se ha negado a olvidar la lengua catalana que la vio nacer. Incluso, quizás, a luchar más por tenerla lejos y por haberla visto peligrar en más de una ocasión: primero, cuando el franquismo la quiso hacer desaparecer y después cuando, voluntaria y cómodamente, decidió migrar a Estados Unidos.

“Escribir en catalán es una forma de luchar por la lengua, es una forma de mantenerla y de agrandarla, porque Catalunya no es solo el principado, cada vez somos más los repartidos por el mundo y entre todos debemos hacer el trabajo”. Caminals no tardó en implicarse en asociaciones académicas que luchaban por el catalán, y ahí sigue todavía. “El catalán vuelve a estar en peligro, es un momento crítico y no podemos perderlo; no estoy dispuesta a perderlo ni a quedarme con los brazos cruzados”. No hay duda en su afirmación. Si tiene el mismo empeño que Garbo, vamos por buen camino.