Turtuixa, 31 de diciembre de 1148. Hace 875 años. Las huestes de Ramon Berenguer IV, conde independiente de Barcelona, y las de sus barones feudales más destacados vencían la última resistencia de la ciudad andalusí de Turtuixa, que a partir de ese momento pasaría a llamarse Tortosa. La conquista y ocupación de Tortosa —la ciudad y territorio más poblados que jamás habían conquistado los condes de Barcelona— requeriría un esfuerzo extraordinario, que se traduciría en una notable alteración del paisaje. Del humano, con la sustitución de buena parte de la población andalusí, y del natural, con la incorporación de los cultivos de cereales y de la viña y de la actividad pecuaria porcina. Pero, ¿cómo fue esa empresa? ¿Fue tan sencillo como nos lo imaginamos?

Fiesta andalusí. Fuente Centro de Estudios Andaluces. Junta de Andalucia
Fiesta andalusí / Fuente: Centro de Estudios Andaluces. Junta de Andalucía

¿Qué sucedió con la población autóctona?

El gran interrogante que plantea esa empresa militar es: ¿qué sucedió con la población autóctona? Y en este punto, antes de dar respuesta a la cuestión, es imprescindible recordar que la población andalusí del valle del Ebro era, mayoritariamente, de origen indígena. Es decir, población de remoto origen norte-ibérico (siglos VI a II a.C.), que había sido latinizada durante la dominación romana (siglos II a.C. a V d.C.), que había transitado sin cambios significativos a través de la época visigótica (siglos V a VIII) y que había sido arabizada e islamizada durante la etapa musulmana (siglos VIII a XII). Por lo tanto, la población andalusí de la Turtuixa de 1148 —de la ciudad y de su territorio— no era étnicamente distinta —o, como mínimo, no muy distinta— a las huestes conquistadoras cristianas.

Vestuario andalusí. Fuente Centro de Estudios Andaluces. Junta de Andalucia
Vestuario andalusí / Fuente: Centro de Estudios Andaluces. Junta de Andalucía

Pero eso no les ahorró un trágico destino. Según el profesor Antoni Virgili, de la UAB, la conquista militar fue seguida de un proceso de colonización (expulsión de la población autóctona y sustitución por vasallos de los conquistadores), que tuvo varios grados de intensidad, y que no sería muy distinta a los patrones generales que se daban en el conjunto de la Península. En algunos casos, conquistados y conquistadores firmaban una capitulación, que contemplaba la posibilidad de que una parte de la población autóctona permaneciera emplazada en el territorio. Quedaban en condiciones jurídicas y económicas muy precarias, y a menudo eran deportados y concentrados (los moriscos del Priorat, la Terra Alta y el Montsià son concentrados en la Ribera d'Ebre).

Pero, en cambio, según el profesor Miquel Barceló, también de la UAB, en otros casos se practicó la spurcitia paganorum (limpieza de paganos), que comportó una expulsión total de la población autóctona, y que fue muy frecuente en las campañas aragonesas en el valle del Ebro y castellanoleonesas en el valle del Tajo. Según el profesor Virgili, "la conquista de las principales ciudades del valle del Ebro (del valle bajo conquistado por los catalanes) se resolvió mediante capitulaciones". Es decir, pactada. Pero ello no impidió una spurcitia paganorum encubierta, que se produjo por la presión de los colonos (los nuevos pobladores) sobre las mejores tierras. Y, aunque es imposible cuantificar este fenómeno, el mismo profesor Virgili afirma que "la población indígena (morisca) experimentó una reducción sensible".

Mapa de los condados independiente catalanes (siglos XI y XII). Font Enciclopedia
Mapa de los condados independientes catalanes (siglos XI y XII) / Fuente: Enciclopedia

¿Quiénes eran los colonos?

La sustitución de la población no fue inmediata. En Tortosa, desde el día después de la conquista, los moriscos quedaron minorizados demográficamente y marginados en extramuros. En Tortosa y Lleida, los moriscos nunca representarían más de un 5% de la población. Y este nuevo paisaje sociológico, marcado por la sustitución de la población, sería el patrón dominante en los alrededores de estas ciudades. En cambio, en algunos pueblos de la Ribera d'Ebre (Benissanet, Riba-roja), los moriscos fueron mayoría durante tres siglos largos después de la conquista cristiana (hasta finales del siglo XV). Y en el conjunto de la comarca, sucedería lo mismo. Lo que acabaría determinando la plena sustitución de la población serían los recursos demográficos de los conquistadores disponibles para esas empresas colonizadoras.

Ahora bien, cuando tocamos el tema de la colonización, la gran pregunta es: ¿cuál era la procedencia de esos colonos? Y en el caso de Tortosa, el profesor Antoni Virgili explica que la mayoría procedían del condado de Barcelona (el principal promotor de esa empresa) y cita como puntos de partida de esa masa colonizadora los territorios de las actuales comarcas de Osona, el Bages, la Anoia, el Baix Llobregat y el Maresme. Incluso afirma que una parte de ese fenómeno procedería de la periferia del condado barcelonés, es decir, de las actuales regiones del Penedès y el Camp de Tarragona. Pero lo más curioso de dicho fenómeno sería el grupo formado por colonos "extranjeros". En el caso de Tortosa, un grupo numéricamente importante de genoveses y provenzales, que pasarían a formar parte del paisaje humano de la ciudad.

Estampas de la sociedad cristiana feudal. Fuente Bibliothèque Nationale de France
Estampas de la sociedad cristiana feudal / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

En Lleida, las cosas no fueron distintas. Tras la conquista, que se materializó nueve meses más tarde que la de Tortosa (24 de octubre de 1149), el patrón se repite invariablemente. La población andalusí fue expulsada, y los Llibres de Repartiment confirman que la nueva composición sociológica de Lleida estaba formada por colonos procedentes mayoritariamente de los condados de Barcelona y Urgell (los dos principales promotores de esa empresa). Principalmente los territorios de las actuales comarcas de la Cerdanya, el Berguedà, el Bages, el Solsonès, la Segarra, el Alt Urgell y la Noguera. Y también aparece con fuerza el colectivo de origen "extranjero": los gascones y los tolosanos. En cambio, con respecto a los aragoneses, que la historiografía tradicional había considerado un grupo importante, los últimos estudios afirman que nunca superaron el 5%.