Sudáfrica estuvo bajo todos los focos informativos durante el régimen del apartheid: el mantenimiento de un régimen abiertamente racista en la segunda mitad del siglo XX parecía intolerable. Siguió protagonizando portadas en tiempos del gobierno de Mandela, cuando se llevó a cabo una transición ejemplar en unas circunstancias extremadamente difíciles. Después, la potencia regional de África Austral fue desapareciendo de las portadas de los periódicos. Excepto para los especialistas, y los propios sudafricanos, se esfumó. Ahora, la escritora Kopano Matlwa nos hace una descripción de cómo está el país desde el punto de vista de una joven médico, como ella misma. Florescencia, editado por Alpha Decay en castellano y Sembra Llibres en catalán, es un texto tremendamente duro, que refleja, con ojos de mujer, la situación de un país hundido en la xenofobia y en la violencia.

Kopano Matlwa Ubud Writers festival wikipedia

Kopano Matlwa. Foto: Ubud Writers Festival.

El cuerpo, protagonista

Matlwa es médico, y la protagonista de Florescencia, también. Y la obra está marcada por la relación conflictiva que tiene la protagonista con los cuerpos de los pacientes, con su padecimiento, con sus fluidos, con su muerte... Una médico que trabaja en unas condiciones precarias, y que sabe que nunca puede hacer todo lo que se podría hacer para salvar a los enfermos. Con prisas y sin medios, se tiene que limitar a aplicar tratamientos de mínimos, una y otra vez. La protagonista, Masechaba, se siente incomoda con su profesión, como se siente incómoda con su vida y con su cuerpo. El título original de la obra, Periode Pain, justamente, hacía referencia a la menstruación, y es que la menstruación ocupa un puesto central en la novela, al suponer una carga insostenible para la protagonista que condicionará toda su juventud.

El fin de la utopía

En el mundo de Masechaba no queda nada de la Sudáfrica del arco iris que preconizaba Nelson Mandela. No es sólo que la relación entre blancos y negros sea complicada, que lo es mucho por los resentimientos y los miedos, sino que también hay un fenómeno creciente: la xenofobia. Los extranjeros, a los que se da el nombre despectivo de kwere kwere (una cosa similar a "bárbaros") son estigmatizados, discriminados, maltratados y en algunas ocasiones linchados. Zimbabueses, kenianos, burundeses, chinos y somalíes ven peligrar su integridad física, sus propiedades y sus vidas. Sudáfrica no ha dejado de ser un país de discriminación, aunque las leyes hayan cambiado; ahora las víctimas son, bàsicamente, los extranjeros. Pero el odio también afecta a los mismos sudafricanos, que se sienten profundamente a disgusto en un mundo que no responde a sus expectativas. La violencia está por todas partes, pero las principales víctimas son las mujeres. Sudáfrica es uno de los países del mundo con un índice más alto de violaciones.

El fin de las sonrisas

La obra de Matlwa se cierra con un llamamiento a la vida, pero no es un llamamiento alegre, sino tímido, miedoso... La literatura sudafricana, durante el apartheid, fue en algunos casos trinchera de optimismo pese a la violencia gubernamental (con obras memorables como Buckingham Palace, Disitrito Sexto, de Richard Rive). Ahora, parece que la esperanza se ha agotado y que no se ve futuro. Al pesimismo crónico de JM Coetzee, y al de otros escritores veteranos como Achmat Dangor (el autor de la genial Fruta amarga), se le añade ahora el de nuevos talentos como Kopano Matlwa. Un regusto de amargura es inevitable al acabar la obra. La literatura sudafricana es, hoy, básicamente, una literatura de dolor.

La voz de los jóvenes

Kopano Matlwa, nacida en 1984, es considerada como una de las más sólidas representantes de las nuevas voces sudafricanas, las de aquellos que no vivieron directamente la discriminación del apartheid (Matlwa tenía 10 años cuando Mandela llegó al poder). Obtuvo un gran éxito con su primera obra, Coconut, que la dio a conocer internacionalmente. Coconut ya cuestionaba, a través de dos vidas femeninas paralelas, el mito sudafricano de la armonía social. Pero si en Coconut había dosis de humor y de ironía, Florescencia es un libro áspero, duro y desgarrador (aunque un poco desgarbado). Es una historia que gira, básicamente, entorno al dolor, a la frustración y a la impotencia. Probablemente, esta cruda novela no dejará a nadie indiferente.