A diferencia de otros premios de se la industria audiovisual, los Emmy acostumbran a ser un buen diagnóstico: aquí no sólo pesan las audiencias, sino que también se mira hacia el sentido del riesgo y hay una clara voluntad de premiar aquellas series que han sabido interpelar crítica y público por igual. En este sentido, el galardón a mejor serie dramática para Succession (que también ha recibido el de mejor actor para el gran Jeremy Strong) no podía ser más acertado. Esta serie parte de una larga tradición televisiva (los seriales con clanes enfrentados por el poder) y sabe darle la vuelta volviéndola más perversa, más imprevisible y más política. Sus dos temporadas convencieron la crítica desde el primer momento, y el público se lo ha ganado a golpe de rigor dramático y giros inesperados. Si empiezas esta serie, te acabas enganchando de forma irreversible. Es una espléndida reformulación del melodrama televisivo y también una gran visión de su era.

El mismo argumento sirve, pero aplicado a su género, para Watchmen, ganadora a la categoría de miniserie. Coge un molde conocido (en este caso, la novela gráfica sobre superhéroes más influyente de la modernidad) y sabe adaptarlo a los nuevos tiempos y sus conflictos. La serie creada por Damon Lindelof es un clamor antirracista que la realidad ha devuelto más vigente y necesaria que nunca, aparte de ser un prodigio narrativo con episodios directamente de museo. Muy bien dados, en este aspecto, los premios de interpretación para Regina King y Yahya Abdul-Mateen II. Hablando de intérpretes, otro acierto de la noche ha sido la coronación de Zendaya como mejor actriz dramática: es, en el fondo, un reconocimiento auna serie, Euphoria, que se ha convertido en todo un icono generacional. Por cierto que todas estas series forman parte del catálogo de HBO, y no es un dato menor.

Watchmen HBO

Watchmen, ganadora a la categoría de miniserie / HBO

Foto Euphoria HBO

Euphoria, serie convertida en uan icono generacional / HBO

Comedia

Al otro lado de la balanza, la categoría de comedia. Entre las nominadas había joyas como What we do in the shadows, Curb Your Enthusiasm o Insecure, y también corredoras de fondo tan recomendables como Dead to me, pero no, ellos va y deciden que este es el año de Schitt's Creek. Le han dado todo. De acuerdo que el talento de Eugene Levy y su hijo Dan es innegable, que esta sitcom es simpática (es la historia de un magnate de los videoclubs que, junto con su familia, prueba de levantar un nuevo imperio en una zona rural) y que el hecho de ser canadiense los permite decir que se ha hecho Historia, pero era la peor de las nominadas con diferencia. Quizás es que se contagiaron del espíritu de 2020, el año en qué mejor reir para no llorar.

Pero vaya, consolémonos con que en la lista de premiados hay otros grandes aciertos como el de mejor actor en miniserie para Mark Ruffalo (lo que hace a La innegable verdad, donde interpreta a unos hermanos gemelos, es de otro planeta), el de mejor TV Movie para Bad Education (recreación de una estafa educativa con un inmenso Hugh Jackman) o el de mejor secundario dramático para Billy Crudup, que se come todas las escenas de The Morning Show en que aparece.