Àlex Ollé, fundador de la siempre transgresora compañía La Fura dels Baus, se estrenó ayer, lunes 14 de junio, como artista residente del Gran Teatre del Liceu con una relectura de la popular ópera de Puccini La Bohème.


Momento de la versión de Àlex Ollé del clásico de la ópera de Puccini La Bohème. (Foto: EFE)

Escenas de la vida bohemia

Ópera dividida en cuatro actos con libreto de Giuseppe Giacosa i Luigi Illica, basado en Scènes de la vie de bohème de Henri Murger, historia publicada a lo largo de cinco años (1845-1849) en el diario El Corsario; La Bohème se estrenó por primera vez el 1 de febrero de 1896, en el Teatro Regio de Turín. Al Gran Teatro del Liceo de Barcelona llegó dos años más tarde, el 10 de abril de 1898 (también fue el estreno absoluto en todo el Estado). Aquella primera función fue protagonizada por Rosina Storchio y Alessandro Bonci en los papeles principales, de Mimì y Rodolfo, respectivamente, bajo la dirección del maestro italiano Rodolfo Ferrari. Desde entonces se ha representado en 271 ocasiones en la scala barcelonesa.

La historia original de La Bohème nos transporta al París de 1830, la ciudad de los artistas bohemios llenos de penurias, la metrópolis de las buhardillas frías y los cafés que se mueven al ritmo de los debates y las tertulias. En la versión de Ollé, La Bohème abandona el barrio de Montmartre donde transcurre el libreto de Giacosa e Illica (ahora no hay ningún artista que se pueda permitir un piso en el icónico barrio parisino) y ubica el grupo de protagonistas, con Rodolfo y Mimì al frente, en una barriada de la periferia de cualquier gran urbe.

La versión siglo XXI de La Bohemè no se olvida del emblemático Caffè Momus. (Foto: David Ruano)

Ahora Rodolfo utiliza un portátil para escribir sus poemas, pero Ollé se ha mantenido fiel a la historia original, al texto del libreto y al espíritu de la obra. Una ópera que, para el director artístico, a diferencia de otras piezas del compositor italiano, "no hay grandes personajes, ni grandes historias, es el cotidiano lo que se convierte en protagonista".

Según su opinión, "es el día a día de un grupo de amigos y si es una obra que gusta tanto es porque todos hemos sido jóvenes o somos jóvenes y la historia te vuelve a recordar lo que son las ansias y las ganas de vivir y de futuro, las ganas que tienen ellos de comerse una pizza, porque pasan hambre, aunque todo acabe con la muerte de Mimì, que acaba representando el final de esta juventud, y de tener que tocar de pies en el suelo y volver a la realidad".


Àlex Ollé ha trasladado La Bohème a las periferias de las grandes ciudades del siglo XXI. (Foto: EFE)

Musetta se zampa el Liceo

Ollé ha completado su equipo creativo con Alfons Flores haciéndose cargo de la escenografía y Lluc Castells del vestuario. La dirección musical es de Giampaolo Bisanti y el reparto de voces (en la función de ayer) lo encabeza Anita Hartig como Mimì. Con ella suben a escena el tenor brasileño Atalla Ayan poniéndose en la piel de Rodolfo, Valentina Nafornita como Musetta y Roberto de Candia como Marcello. También participan una veintena de miembros delCor de Cambra del Palau de la Música, el coro infantil "Veus" (en la primera interpretación de un grupo de estas características en el Liceu desde que se inició la pandemia) y la Orquesta Sinfónica y el Cor del Gran Teatre del Liceu.

El resultado de esta simbiosis entre pasado y presente firmada por Ollé es muy correcto pero no sublime. Alguna cosa se tambalea en esta relectura modernizada del clásico de La Bohème. Se hace extraño que la escenografía sea un reflejo del siglo XXI, pero se apueste para mantener de forma intacta el libreto y la partitura original. Muy bien la Orquestra Simfònica y notable el reparto de voces. Mención especial para una Valentina Nafornita que dando vida a una particularísima Musetta se zampó el escenario cada vez que irrumpió sobre las mesas del Liceo.