Barcelona, 3 de abril de 801, hace 1.222 años. Las tropas de Luis el Piadoso, hijo y heredero del emperador Carlomagno, entraban en Barcelona y ponían fin a una efímera etapa de precaria dominación árabe. La Barxiluna andalusí; situada sobre una zona fronteriza, insegura y despoblada; se había gobernado, prácticamente, como una república municipal independiente dirigida por sus élites indígenas. Durante décadas, el poder árabe no pasó de la existencia de una guarnición de un centenar de soldados, que nunca intervinieron en la vida cultural y económica de la ciudad. Pero sorprendentemente, los barceloneses y barcelonesas de la época, abrirían las puertas de la ciudad al ejército franco; y aquel paisaje de relativa libertad e independencia desaparecería engullido por la nueva superestructura carolingia. ¿Por qué los barceloneses y barcelonesas se entregaron a Carlomagno?
¿Cómo era la Barcelona del año 801?
La Barcelona que encontraron los ejércitos carolingios era una pequeña ciudad recluida en el interior de su formidable muralla de la época romana (siglos III e IV), considerada la mejor estructura defensiva de la mitad occidental del continente europeo. La Barcelona de la plenitud romana había reunido una población de 5.000 habitantes. Pero las crisis urbanas que anticipaban el colapso del imperio romano (siglos IV y V); y el gran éxodo al país de los francos durante la invasión árabe (714-723); habían reducido su población a menos de la mitad. La Barcelona del año 801 no tenía más de 2.000 habitantes; y su trama urbana había dejado amplias zonas deshabitadas que se destinaban a espacios de cultivo. No obstante; aquella Barcelona minúscula conservaba la memoria y el prestigio de la época que había sido sede regia de la monarquía visigótica (415 y 531-572).

¿Barcelona fue conquistada o se entregó?
El profesor Josep Maria Salrach (1945), de la Universidad Pompeu Fabra, explica que en abril de 797 ya se habían producido contactos entre las autoridades militares de Barxiluna —dirigidas por Sa'dun al-Ru'ayni, comandante de la guarnición árabe—, y la cancillería carolingia de Aquisgrán. Aquellos contactos tenían el propósito de alterar el mapa de la Frontera Superior de al-Ándalus (el territorio situado entre el río Ebro y los Pirineos). Pero, en aquel propósito, cada una de las partes tenía un objetivo diferente. Sa'dun, secundado por las oligarquías hispanovisigóticas de la ciudad; aspiraba a transformar Barxiluna en un emirato independiente. Mientras que Carlomagno ambicionaba completar el proyecto iniciado en tiempo de los reyes Pipino el Breve y Berta del Pie Grande: conquistar el territorio entre los Pirineos y el Ebro y crear un escudo defensivo contra las incursiones árabes.
Las élites barcelonesas cambian de bando
El cambio de bando de las élites barcelonesas (las oligarquías de origen hispanovisigodo) es la razón que explica no solo la conquista e incorporación de Barcelona al Imperio franco, sino el papel destacado que, inmediatamente, alcanzará la ciudad en el mundo político, militar, económico y cultural carolingio. Según el profesor Salrach, todo se precipita a partir de "la primavera del año 800, en una magna asamblea celebrada en Tolosa (...) se tomó el acuerdo de conquistar Barcelona (...) los barceloneses, dirigidos por Sa'dun, ofrecieron una resistencia encarnizada (...) las murallas ofrecían una protección segura (...) los francos tuvieron que resignarse a estrechar el asedio (...). Esta situación se mantuvo durante el otoño y buena parte del invierno (...) hasta que los hispanogodos, previendo la inutilidad de su sacrificio, pactaron las condiciones de la rendición a espaldas de la guarnición árabe".

¿Por qué las élites barcelonesas cambiaron de bando?
El profesor Salrach dice que las élites barcelonesas cambian de bando "previendo la inutilidad de su sacrificio". Pero, también, nos revela que aquellas élites barcelonesas abandonaron a los árabes, convencidos de que los francos les darían el mismo trato que habían recibido las oligarquías locales de Nimes, de Narbona, de Carcasona, de Elna o de Girona; durante la conquista carolingia de la vieja Septimania (737-785). En aquellos casos, el profesor Salrach afirma que "los indígenas debieron pactar con los conquistadores sobre la garantía de que se respetarían sus propiedades, leyes y autoridades inmediatas. El elemento indígena y visigótico fue, pues, una fuerza política ante la cual los reyes francos prefirieron contemporizar. He ahí la causa del generoso precepto de defensa y de inmunidad otorgado por Carlomagno a los barceloneses el año 801".
¿Quién más contribuyó al cambio de dominio de Barcelona?
La empresa carolingia de conquista del arco mediterráneo entre el Ródano y el Llobregat se hizo con una importante participación de los descendientes del éxodo de la Tarraconense y de la Narbonense, que se habían exiliado al país de los francos durante la ocupación árabe (714-723). La segunda, tercera y cuarta generación de aquel exilio alcanzarían un papel protagonista en el cambio de dominio y en la reorganización y reocupación de la nueva Marca de Gotia; compartiendo responsabilidades y objetivos con los mandos francos. Aquellos hijos del exilio que, a medida que avanzaba la conquista, se incorporaban a los aparatos de dominio francos de los nuevos territorios; no fueron nunca vistos como extranjeros por la población indígena. Y aquel colectivo, que se movía con el ejército de Carlomagno, jugó un papel decisivo en el cambio de posicionamiento de las élites de Barcelona.

¿Carlomagno cumplió su promesa?
El 28 de diciembre de 801, ocho meses después de la incorporación de Barcelona al mundo carolingio, la cancillería de Aquisgrán nombraba a Bera primer conde de la ciudad y del territorio. Barcelona había recuperado su condición de capital condal y capital diocesana de la época visigótica (siglos V-VIII). Y Bera, primer conde carolingio, era un descendiente, por lado materno, del exilio precatalán al país de los francos. El profesor Salrach, de nuevo, nos revela que, en aquella primera fase (primeras décadas del siglo IX); la cancillería carolingia, plenamente consciente de que estaba construyendo el aparato de dominación sobre un territorio aliado, pero extranjero (la Marca de Gotia) fue muy estricta en el cumplimiento de los pactos, y priorizó el nombramiento de condes indígenas o semiindígenas; no solo en Barcelona, sino en el conjunto de aquellos nuevos condados.