A mucha gente le resulta más fácil aconsejar a los otros que tomar decisiones sobre aquello que le afecta personalmente. Algunos científicos de la Universitat de Barcelona han diseñado un programa para aprovechar este potencial. Invitan a la persona a desdoblarse en otro, mediante la realidad virtual, con el fin de darse consejos como si se tratara de otra persona.

Perspectiva externa

Un equipo de investigadores de la Universitat de Barcelona, el IDIBAPS y Virtual Bodyworks, una spin-off de estas dos instituciones y de ICREA, ha utilizado la realidad virtual para observar los efectos de hablar con uno mismo como si se tratara de otra persona. Los resultados del estudio, publicados en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, muestran que una conversación con un yo en el cuerpo de Sigmund Freud contribuye a mejorar el estado de ánimo. El trabajo lo han dirigido Mel Slater y Solène Neyret, investigadores del Event Lab, grupo de investigación de la Facultad de Psicología de la UB. El psicólogo Guillem Feixas, del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la UB, también ha coordinado el estudio.

El sistema

Para utilizar esta técnica, los investigadores escanearon a los participantes para obtener un avatar en 3D que se pareciera a ellos mismos. De esta manera, una vez se introducían en la realidad virtual, los participantes veían una representación de sí mismos cuando miraban partes de su cuerpo o cuando se observaban en un espejo. Al moverse, su cuerpo virtual también se movía.

Al otro lado de la mesa se sentaba una persona virtual, en este caso, una representación de Sigmund Freud. El participante podía explicar su problema personal al doctor Freud, y después se podía meter en el cuerpo de Freud. Entonces, cuando se miraba al espejo, veía el cuerpo de Freud en vez del suyo: «Veía y escuchaba el otro cuerpo explicando el problema, y veía su yo virtual como si fuera otra persona. Así, el participante se convertía en este amigo que escucha e intenta ayudar a la otra persona», explica Mel Slater.

Dentro del cuerpo de Freud, y después de recibir la información del problema, el participante se podía responder a sí mismo como Freud, y podía hacer preguntas para ayudar a la persona que tenía en frente (que era él) para encontrar una solución. Después podía volver a su propio cuerpo y escuchar la respuesta de Freud. Aunque era él quien había hablado dentro del cuerpo de Freud, lo escuchaba a través de una voz diferente. El experimento permitía ir cambiando de cuerpo y tener una conversación: se hablaba con uno mismo pero parecía una conversación entre dos personas diferentes.

Los resultados

Según los autores de esta investigación, en la prueba de este sistema, la gente que usó este mecanismo mejoró sensiblemente en la resolución de sus problemas. Los investigadores creen que los médicos podrían utilizar este método para ayudar a los pacientes a tratar sus problemas personales, pero todavía no tienen claro cómo tendría que usarse clínicamente.