Un partido de fútbol muy diferente de lo habitual se ha celebrado este jueves en Moià. El encuentro de carácter reivindicativo ha sido un acontecimiento en que, en opinión de los organizadores, "arte y compromiso político se han encontrado en un mismo espacio". El punto más destacado ha sido el uso de la cabeza de Franco como pelota, en una acción titulada provocativamente "La Copa del Generalísimo". Así, los jugadores han golpeado con los pies decenas o centenares de veces la cabeza del dictador durante los 90 minutos de juego, los cuales han ido sucedidos de un "pequeño aperitivo de hermandad" para cerrar el acto. La reivindicación, lejos de acabar aquí, continuará este viernes con la proyección audiovisual del partido y la exhibición de la obra en dos espacios de la capital del Moianès.

La acción, impulsada por los artistas INDECLINE y Eugenio Merino en el marco del 50.º aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco, ha querido ir más allá del simbolismo futbolístico. Más que un simple partido, ha sido una "obra de arte crítica y comprometida", según los organizadores, que han buscado "hacer del cuerpo y el juego una herramienta para cuestionar el legado del fascismo" y denunciar el revisionismo histórico. La convocatoria ha interpelado a colectivos republicanos, antifascistas y antifranquistas, y ha tenido lugar en un sitio cargado de significado: las trincheras del camino de las Coves del Toll, en Moià, donde en 1939 las fuerzas republicanas resistieron el avance de las tropas de Franco. Este espacio histórico ha servido de trasfondo para una acción performativa en que la cabeza del dictador, reconvertida en pelota, ha sido el eje de un partido de fútbol decididamente antifascista.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Eugenio Merino, uno de los organizadores, ha centrado su obra en la crítica a los relatos de poder político y económico, con una atención especial a la vulneración de los derechos humanos y la memoria histórica. En los últimos años, su práctica artística ha puesto el foco en las huellas del franquismo en la sociedad actual. Su obra se ha podido ver en exposiciones internacionales y espacios como la Bienal de Cuenca, La Panera, el TEA o museos de Bruselas, Nueva York y Houston. También ha sido objeto de estudio en varios libros sobre arte y memoria, como El arte de invocar la memoria de Esther López Barceló o Los dictadores de Adonay Bermúdez.

Por su parte, INDECLINE es un colectivo artístico y activista que actúa de manera anónima desde diferentes puntos del mundo, con el objetivo de "contrarrestar la propaganda de corporaciones y gobiernos". Trabajan desde la creencia en la libertad individual —de pensamiento y acción— siempre que esta no pise la de los otros. A través del culture jamming, una práctica que desmonta y subvierte los códigos del sistema dominante, el colectivo transforma vallas publicitarias, monumentos o residuos del capitalismo en obras que imaginan un mundo más justo y liberado.