Mucha gente ha pasado por la calle Llúria, a la altura de Aragó, sin darse cuenta de que entre los edificios modernos del Eixample se encuentra, apretujado, un claustro gótico. Una obra arquitectónica preciosa, pero, además, un rincón tranquilo y muy agradable, absolutamente inesperado en este entorno. Y, normalmente, desierto. Esto, en Barcelona, no es poco.

Fachada de la iglesia de la Concepción en la calle Aragó. Fotografía: Núria Pueyo, Wikipedia.

Un convento desplazado

Muchos conventos y monasterios barceloneses no sobrevivieron a las desamortitzaciones del siglo XIX. Algunas órdenes fueron disueltas, otras fueron expropiadas... Algunos templos que fueron destruidos en la guerra de Independencia o en los frecuentes disturbios de este siglo. El monasterio de la calle Jonqueres, de las monjas comendadoras de San Jaime, fue uno de los que tuvo problemas. Las monjas fueron expulsadas del convento por las tropas de ocupación francesas y la congregación se disolvió. El edificio, situado en los alrededores de la actual plaza Urquinaona, fue ocupado por el ejército, hasta 1867, año en que fue convertido en una parroquia dedicada a la Concepción. Por bien poco tiempo, porque que por motivos urbanístico, el gobierno decidió que se tenía que derribar. El rector consiguió negociar que el edificio se desmantelase y se trasladara al nuevo emplazamiento. Al nuevo edificio se le añadió, también, un campanario procedente de la iglesia de Sant Miquel, situada detrás del Ayuntamiento, que se había derribado (el portalón, en cambio, se transfirió a la basílica de la Mercè). El traslado piedra a piedra de los elementos de Jonqueres y Sant Miquel permitieron construir la nueva parroquia en una zona donde en aquel momento tan sólo había campos, porque la burguesía todavía no se había lanzado a la conquista del Eixample.

Claustro de la Iglesia de la Concepció. Fotografía: Mar Sánchez.

Un lugar con encanto

El campanario de Sant Miquel sufrió graves transformaciones con el traslado. La iglesia del monasterio de Jonqueres también sufrió algunos cambios con el desplazamiento, y las destrucciones sufridas durante la guerra civil obligaron a hacerle grandes reformas, que no siempre fueron muy respetuosas con el edificio. Además, desaparecieron los edificios anexos al monasterio. El claustro gótico, por el contrario, parece haberse conservado sin modificaciones, pero en realidad es mucho más pequeño que el original: tiene la mitad de arcadas. Y, sin embargo, el claustro consigue recomponer, en el centro de Barcelona, todo el encanto de los antiguos edificios góticos.

La "pecera" del Conservatorio Superior de Música. Fotografía: Stefanrevollo. Wikipedia.

Del pasado a la modernidad

Muy cerca del claustro de la Concepció, en la calle Bruc, encontramos otro edificio que merece la pena visitar, el Conservatori Municipal de Música de Barcelona. Se trata de un edificio construido por el arquitecto municipal Antoni de Falguera i Sivilla entre 1916 y 1927. Falguera, aunque era discípulo de Domènech y Montaner, y se havía visto muy influido por los modernistas, mezcla elementos del modernismo con tics del novecentismo, en un estilo muy personal. La fachada del Conservatori tiene una clara influencia de la Casa de les Punxes de Domènech y Cadafalch. El espacio más impactante es la sala central, el renombre "pecera" (porque tiene ventanas por todos lados): se trata de una sala cubierta por un bello tragaluz que le da una iluminación muy especial, que se usa como auditorio y como salón para recepciones. El Conservatori está lleno de elementos decorativos de gran belleza, como esculturas, lámparas de forja... Hay que destacar la escultura de la puerta principal, de Eusebi Arnau.

Detalle del tragaluz de la "pecera" del Conservatori. Fotografía: Stefanrevollo, Wikipedia.

Antes de terminar

Si antes de iros a casa, queréis hacer una parada, podéis ir al Café del Centre, en la calle Girona 69, un bar de 1873 que mantiene todo el aire de un café de toda la vida: columnas de hierro, barra de madera, mesas de mármol... Si lo que queréis es cenar, podéis elegir un rincón escondido muy cerca del conservatorio, el restaurante Casa Amalia, en el pasaje del Mercat, una estrecha callejuela al lado del mercado de la Concepción, famoso por su cocina de mercado. Y, al salir, si queremos tener un detalle con quien nos acompaña o con quien nos espera en casa, podemos pasar por las floristerías del mercado de la Concepció: es igual qué hora sea: están abiertas noche y día.

Claustro de la iglesia de la Concepció. Fotografía: Mar Sánchez.