Jamones y pescados, peras y limones, huevos fritos y butifarra, panes y berenjena, tomates y calamares, uva y langostas, chuletas y naranjas, arroces e higos, pollos rellenos y erizos de mar... Los alimentos son omnipresentes en la obra de Picasso: en los cuadros, en las esculturas, en sus textos. También hay múltiples referencias a la bebida: botellas y copas de vino, vasos de absenta, botellas de pastís, porrones... En realidad, Picasso fue muy aficionado a retratar escenas de bares y restaurantes, y de gente comiendo. Pero también fue alguien que siempre mostró su indignación por el hambre, tal como mostró en La comida frugal (1904). Ahora, y hasta el 30 de septiembre, el Museu Picasso muestra la exposición La cocina de Picasso donde se muestra la compleja relación entre el pintor malagueño y la comida (ya que, realmente, buena parte de lo que se muestra no hace referencia estrictamente a la cocina como tal).

El hombre de los Quatre Gats

Picasso empezó a ir al local Els Quatre Gats a principios del siglo XIX. Allí coincidió con Casas, con Rusiñol, con Utrillo, con Opisso... Y el joven Picasso hizo algunos encargos para Pere Romeu, el propietario del local. Algunas de las obras del artista malagueño de aquella época reflejaban el ambiente de este restaurante. Y había muchas que tenían relación con la comida y la gastronomía. Entre sus cuadros, pero también en los encargos hechos para revistas o publicidad, no faltan los elementos relacionados con la comida. En pleno periodo azul, Picasso se empezó a aficionar a la absenta, una bebida en la que se atribuían efectos alucinógenos, que también estará presente en algunos de sus cuadros.

Vasos, botellas y pollos cubistas

Cuando Picasso empezó a implicarse en el cubismo buscó inspiración en las cosas de su entorno más inmediato, y recurrió a vasos, platos, botellas, diarios, pollos... En la exposición se presentan algunos de sus cuadros inspirados en la comida, pero también algunas de sus esculturas, en las que usaba utensilios de cocina. La obsesión alimenticia de Picasso también se haría presente en sus poemas. Uno de los espacios de la exposición está dedicado a los poemas de Picasso de inspiración culinaria, como "ya no puedo más de este milagro que no es saber nada en este mundo y no haber aprendido sino a querer las cosas y a comérmelas vivas y escuchar su adiós".

El peso del hambre

Picasso se encontró con el hambre en muchas ocasiones: al principio de su carrera, en ambientes marginales, pero más tarde, cuando se solidarizó con las penurias de la España republicana, o cuando vivió las carencias de alimentos en la Francia ocupadapor los nazis, durante la II Guerra Mundial. Frente a la penuria real, la comida artística desbordó los cuadros de Picasso. En un momento en que la comida era excepcional, no dudó en multiplicar la presencia de los deseados pescados y carnes en su obra.

El ceramista gastrónomo

Una de las salas de la exposición está dedicada al Picasso ceramista. Tras la Segunda Guerra Mundial, el malagueño se interesó por esta técnica y multiplicó sus obras de cerámica. Entre ellas, algunos platos con alimentos. En la muestra se ven varios platos con representaciones de varios alimentos, como diferentes tipos de pescados, unos huevos fritos o un trozo de butifarra. Entre ellos, destaca uno, ek que muestra una simple raspa. Es probable que se trate de la representación de la espina del lenguado con que el fotógrafo David Douglas Duncan retrató a Picasso (se dispone de la serie completa: cómo se acaba el pescado y queda la espina, cómo la contempla, y cómo hace un molde para convertir los restos de su comida en arte). Entre las piezas expuestas también se incluyen varias versiones pintadas por Picasso de Le déjeuner sur l'herbe de Manet, o algunos de sus mejores grabados de temática culinaria.

Incógnitas pendientes

No sabemos con mucho detalle la relación de Picasso con la cocina. Pero no hay duda de que conocía bien los ingredientes, porque retrataba un repertorio impresionante de ellos. En las listas de la compra de Picasso que se conservan se observa un gran consumo de verduras, huevos y leche, y de forma más esporádica, algunas delicatessen. Se denota una dieta bastante variada, con una tendencia decreciente al consumo de alcohol. La absenta de su juventud deja paso a mucha agua mineral, y poco vino y cerveza...

Transversal

Tomando la comida como hilo conductor, la exposición nos permite una mirada transversal sobre la obra de Picasso y de esta manera, nos permite ver diferentes momentos de su producción. Nos permite contemplar el retrato temprano del malagueño pintado por Pere Romeu, o la conmovedora imagen del periodo azul: La comida frugal. Nos hace pasar por la época cubista, con sus naturalezas vivas (como Los congrios), con sus esculturas como Vaso de absenta o CabezaJefe de mujer, o con el espectacular Niño con langosta, en qué un bebé cubista, mostrando sus genitales, coge con firmeza una langosta... Pero además, nos permite dar una ojeada a sus diversas facetas: como ceramista, como grabador, como poeta... La cocina de Picasso es toda una cata del conjunto de la obra del artista...

Absolutamente justificable

La cocina de Picasso, en un primer momento, puede sonar a exposición forzada. Puede parecer que es un simple pretexto para aprovechar la moda culinaria y explotarla con los fondos olvidados del Museo Picasso. Pero la visita a la exposición desmiente completamente estos posibles prejuicios (más allá del uso forzado del término "cocina" para hablar del comer y beber). En realidad, hay un volumen importante de obra de Picasso de temática alimentaria, y hay un posible discurso sobre el tema. El gran mérito de La cocina de Picasso se encuentra en la calidad y espectacularidad de las piezas mostradas: hay un Picasso obsesionado por la comida que vale la pena analizar. Y aquello que aparece a la exposición es muy ampliado en el fantástico catálogo publicado por el Museu, que nos ayuda a entender el universo alimenticio del pintor. Allí, Maire-Laure Bernadac afirma que la comida es "con el amor y la corrida", un tema constante de Picasso y recuerda que la suya fue "una pintura del vientre, de las tripas, hecha con su vida, su carne y sus entrañas".