La Capona es la campana que corona la catedral de Tarragona. También es el nombre que escogieron Josep Rovira, Ricard Espinosa y Pau Espinosa para dar a conocer su librería en el 41 de la calle Gasómetre. Un refugio de la mejor literatura que abrieron en julio 1997. Este 30 de junio, después de 25 años, bajarán la persiana. Cierran. Se jubilan y no han encontrado a nadie que quiera tomar el relevo. El mismo día pero de hace cuatro años cerró otra librería histórica, La Rambla. En la ciudad, pues, sólo quedará una: la Adserà. "Lo que pasa aquí, pasa en otros lugares. Lo curioso es que la última librería que se abrió a Tarragona fue La Capona. Y en Reus fue la Galatea, ya hace 30 años", explica Josep Rovira. Según el librero, los principales motivos son la dureza del trabajo, el poco margen de beneficio y el impacto de plataformas como Amazon.

Han intentado buscar a alguien que se pueda hacer cargo del negocio. Aseguran que han ofrecido todas las facilidades, pero no han salido adelante

Los tres copropietarios hace un año que decidieron que terminarían. Durante este tiempo han intentado buscar a alguien que se pueda hacer cargo del negocio. Aseguran que han ofrecido todas las facilidades, pero no han salido adelante. "Quizás no hemos tenido suerte, o no lo hemos sabido hacer bien, o no se han acabado de atrever", lamenta Rovira. El copropietario reconoce que "sorprende", pero que "tampoco es una cosa muy extraña". "Otras librerías también han cerrado porque no han encontrado un recambio, no somos un caso único", señala. Pau Espinosa todavía mantiene una brizna de esperanza y comenta que si durante este mes y pico aparece algún voluntario el negocio se podrá salvar.

Clientes, amigos, autoridades y personas de la sociedad civil tarraconense han expresado su tristeza por la clausura de un negocio que iba más allá de vender libros

Este lunes anunciaron públicamente el cierre y desde entonces la cuestión ha sido 'vox populi' en la ciudad. Clientes, amigos, autoridades y personas de la sociedad civil tarraconense han expresado su tristeza por la clausura de un negocio que iba más allá de vender libros. La Capona ha sido -y todavía es- un espacio de divulgación cultural y presentaciones literarias, y ha hecho un papel de refuerzo del tejido asociativo a partir de colaboraciones con diferentes entidades en varios ámbitos. El librero no cree que esta actividad se pierda en la ciudad, sino que considera que se hará en otros lugares o de otra manera. En la tienda, los clientes comparten el luto con los tres socios. Rovira asegura que "ha sido una costante de gente".

A Josep Rovira, Ricard Espinosa y Pau Espinosa la capona tarragona
Josep Rovira, Ricard Espinosa y Pau Espinosa, propietarios de La Capona, librería que cierra este junio sus puertas. Foto: ACN

Cambios

Cuando los tres comerciantes abrieron La Capona ya llevaban 20 años en el negocio del libro. Durante este tiempo la profesión "ha cambiado mucho". "Las nuevas tecnologías nos han hecho mucho más fácil la gestión, que antes era más lenta y enrevesada. También hay un alud de publicaciones que hace 25 años no había, pero el crecimiento en publicaciones no ha ido acompañado de un crecimiento de ventas", asegura Rovira.

La Capona no tiene nada que ver con las plataformas y las grandes superficies, por la manera de acercarte a la clientela y como la clientela se te acerca a ti

Pero las nuevas tecnologías también les han robado clientes. La aparición de plataformas como Amazon ha cambiado los hábitos de compra. "Es un monstruo que cada día vende más cosas". Pero el copropietario apunta que "si estas plataformas triunfan es porque la manera de comprar de la clientela ha cambiado". Con todo, un negocio como La Capona "no tiene nada que ver con las plataformas y las grandes superficies", por "la manera de acercarte a la clientela y como la clientela se te acerca a ti", detalla.

Desde fuera, la gestión de una librería tiene un aspecto muy romántico, pero desde dentro es durísimo. Es un alud de libros que entran y salen

Todo hace que económicamente la situación no sea sencilla. Rovira apunta que "da para poner un plato en mesa y hacer un poco de vacaciones", pero manifiesta que los márgenes de beneficios "son muy pequeños". Además está todo el trabajo de gestión, "que es muy caro y es de beneficio cero". Desde fuera, la gestión de una librería tiene un aspecto muy romántico, pero desde dentro es durísimo. Es una avalancha de libros que entran y salen", expone.

Hasta el día del cierre harán descuentos para despachar los máximos libros posibles y el 30 de junio por la tarde harán una última fiesta. "Hasta entonces seguiremos haciendo lo mismo. Las últimas novedades ya no las tendremos y a partir del 30 nos quedará un trabajo interno de liquidarlo todo", finaliza Rovira.