Aunque a sus películas nunca les ha faltado sentido del humor, es evidente el salto de Cesc Gay (Barcelona, 1967) a la piscina de las risas. El origen de la cuestión lo encontramos en Los vecinos de arriba, aquel fenómeno teatral sobre ruidos orgasmáticos que lo rompió en la cartelera hace unos años, que fue adaptada a los escenarios de medio mundo y versionada en el cine por italianos, suizos y por el propio cineasta en Sentimental (2020). Incluso los norteamericanos trabajan en un remake, que toquetean los directores de Pequeña Miss Sunshine. Desde entonces, Gay ha apostado abiertamente por el género en otra obra teatral, 53 domingos, y en la película que ahora estrena.

Con el buen sabor de boca, y los buenos resultados de taquilla, que le dejó Una pistola en cada mando (2012), el director barcelonés vuelve a proponer un largometraje de episodios, a la manera de aquellas comedias italianas de los años 50 y 60. El resultado es Historias para no contar, cinco piezas sobre lo ridículos que podemos llegar a ser en las situaciones más cotidianas; cinco comedias que nos ponen un espejo en la cara para vernos reflejados y reírnos de nosotros mismos; cinco capítulos que reúnen a un reparto de lujo: Anna Castillo, Chino Darín, Javier Rey, Alex Brendemühl, Antonio de la Torre, María León, Eva Reyes, Alexandra Jiménez, Maribel Verdú, Nora Navas, José Coronado, Alejandra Onieva, Verónica Echegui, Quim Gutiérrez, Brays Efe y, por accidente, Javier Cámara. "Por accidente, sí señor. ¡Déjalo muy claro! ¡Yo no quería a Javi en la película!", dice entre risas, recordándonos que el actor inicialmente previsto, Pepón Nieto, dio positivo en covid y lo tuvieron que sustituir de urgencia por un Cámara que, casualmente, estaba en Barcelona para la gala de los Premios Gaudí.

Cesc Gay 1
El director estrena Historias para no contar con un reparto de lujo. / Foto: Catarina Barjau

En Historias para no contar, Cesc Gay vuelca su gusto por los cuentos, por las canciones y por los poemas, en definitiva por las obras cortas. "Me gustan más las tapas que meterme un festín", dice. Nadie podrá decir que se apunte a las modas impuestas por los nuevos hábitos de consumo audiovisual: su primera película, Hotel Room (1998), codirigida con su amigo Daniel Gimelberg, también apostaba por los episodios. "No la ha visto nadie, pero es la que más quiero. No hay peli que esté dentro mío como esta. Dani y yo solos en Nueva York, con 26 años, picando piedra..."

Más allá de tu gusto por las tapas, ¿qué más le ves a las historias cortas?
Hay otro elemento que me interesa mucho y que te lleva hacia la estructura capitular: escribir situaciones que pasan en tiempo real, sin elipsis internas. Eso era muy radical en Una pistola en cada mando, que en realidad no explicaba historias, allí había cinco conversaciones. En Historias para no contar hay más lío: hay un par de episodios que también son conversaciones, el de José Coronado y el de las tres actrices, Maribel, Alexandra y la Nuera. Pero el resto de relatos andan un poco más. Me gusta mucho concentrar una trama en tiempo real o en un periodo concreto y corto de tiempo. Y ahora que estoy escribiendo un nuevo proyecto, ya veremos hacia dónde va, pero es una historia que he dividido en diez capítulos. Tiene que ver con la tensión, la elipsis relaja.

Yo le veo el peligro del desequilibrio, en una película de episodios. Siempre hay alguno mejor.
Sí, es inevitable. Pero no tienes que pensar en eso. Yo tenía más, de historias cortas, acabé decidiéndome por estas cinco y las haces todas con la máxima ilusión, entrega y amor. Claro está que tengo favoritas, pero no te las diré (ríe). De hecho, aquí no me pasa especialmente, en Una pistola en cada mando sí que era más claro... o no, no lo sé. A veces hay una con la que estás menos contento y después resulta que es la que más gusta. Es un misterio. Yo he aprendido que tienes que cocinar el plato y después la gente ya se lo comerá. No he disfrutado nunca de estar pendiente de cómo se reciben las cosas que hago, de monitorizar lo que pasa después.

Los actores no acostumbran a tener demasiados papeles en los que salen retratados como unos idiotas

El reparto de actores es espectacular. ¿Como se lleva hacer estas cartas a los Reyes y que te traigan todos los regalos?
Pues muy agradecido. Yo los trato bien, los invito a comer, los llevo a la Barceloneta, qué quieres que te diga (ríe). Yo creo que los actores no acostumbran a tener demasiados papeles en los que salen retratados como unos idiotas. Y creo que les atrae participar en este tipo de historias que escribo, con personajes lamentables, porque en general hacen otro tipo de papeles. Quizás también tienen la sensación que rodar conmigo les da garantía de una cierta calidad, sí, pero creo que todo reside en este tipo de tono de mi cine, y que no tienen ocasión de interpretar tan a menudo. Al final, un actor busca cosas que no ha hecho antes.

Pasa que te has generado muy buena fama entre los actores. Me he encontrado muchas veces con que dicen que les gustaría trabajar contigo...
Es por los personajes que escribo. Y que a veces, mis películas han llevado a algunos actores a ganar premios, y eso también les gusta. No lo sé... A mí me encanta el trabajo con los actores, sin obsesionarse, pero aquello de buscar cosas, matices, de cuidarlos, de generar un ambiente de trabajo que ellos puedan disfrutar... A mí me gusta que me den lo que les pido, pero que también me sorprendan. Ni que sólo hagan lo que yo les digo ni que, al contrario, no me hagan ni puto caso. Pero me cuesta mucho pensar que haya directores que no compartan esta idea. A veces me explican o escucho cosas de otros directores sobre discusiones con actores y pienso que no hace ninguna falta pelearse, no va de eso. Yo potencio el clima de propuestas, de probar cosas, y los actores le encuentran un placer. Y más si tienes tiempo, y por eso mi vínculo con Marta Esteban (su productora desde siempre) continúa, si tienes tiempo para trabajar, para reflexionar las cosas, para probar, para ir modelando... Y después, al final, yo escojo en la sala de montaje.

Decías que no te gustaba monitorizar qué pasaba con tus pelis una vez estrenadas.
Hacer pelis es tan difícil... Se tienen que dar muchas circunstancias, tiene que ir todo muy bien para que te salga una peli que sea como mínimo interesante. Yo es todo lo que pretendo. Que la gente salga del cine sin arrepentirse de haber ido. Es todo lo que deseo. Y si además te ha gustado... encantado de la vida. Pero sólo que me digas que no has tenido aquella sensación, que a mí me pasa a veces, de haber perdido el tiempo y el dinero... cuando dirijo es la única cosa que espero que no me pase. Si alguien me lo dijera, eso sí que me mataría.

1639571305
El director durante un momento de la grabación con los actores. / Filmax

Desde fuera, parece que has entrado en una fase de hacer comedias. ¿Obedece a alguna cosa?
Es por culpa de la crisis de los 50.

Estoy llegando y podría discutirlo...
(ríe) Eso responde a que la comedia es muy difícil, y he necesitado sentirme muy seguro como director para abordarla. No me hubiera atrevido a hacerla con 30 años, creo que he necesitado haber desarrollado un camino. El accidente inesperado que entrara el teatro a mi vida, el hecho de pasármelo muy bien escribiéndolo y dirigiéndolo, y que en más tuviera éxito, me ha empujado hacia este lugar.

No ves tus películas, pero entiendo que sí estás presente a menudo en las representaciones de tus obras. Y darte cuenta de que haces reír debe ser un golpe en el hombro poderoso...
Sí, sí, anima, te da mucha confianza. El teatro es lo que me ha llevado a hacer comedia en cine. No hubiera hecho Sentimental ni Historias para no contar sin la experiencia teatral. Tenía que perder el miedo. Y eso que siempre he añadido comedia a mis películas... en Krampack, en V.O. S... incluso en En la ciudad hay más humor del qué parece. Pero sí, caminan desde otro lugar, la pulsión es otra. Y ahora sí que hago comedias, vamos de cara. También tengo claro que eso es una cosa y Santiago Segura es otra. Yo parto siempre desde la naturalidad y la cotidianidad, ya me lo exijo cuando escribo, y eso dificulta un poco la comedia, porque, cuando escribo, el humor está cerca de la emoción. Lo tienes que digerir diferente que una comedia más desfasada, que está en otro sitio siendo el mismo género.

Mi nuevo proyecto tiene mi primer protagonista femenino

Este sello de escribir desde la cotidianidad hace que te puedan decir que siempre haces la misma película...
En general casi todos los cineastas, escritores, músicos, los que tenemos una cierta autoría, damos vueltas a lo mismo. Para el bueno y para el malo. Por una parte te repites un poco, claro está. Pero por otra parte... a mí me pasa como espectador que si voy a ver la última de Woody Allen y me encuentro con que ha rodado una de zombis... A ver, si yo voy a cenar al Shunka y me dicen que hoy tienen paella, mal. De todos modos, respecto a inspirarse en lo mismo, en el fondo siempre he pensado que no sabía más. Siempre lo digo, no tengo imaginación para explicar otras cosas. A veces me preguntan si me gustaría hacer otro tipo de cine, y sí que me gustaría, pero no lo sé hacer. Ojo, igual me tengo que obligar...

¡Dame algún scoop de tu nuevo proyecto!
(se lo piensa) Mira, es mi primer protagonista femenino. Una mujer que toma una decisión inesperada, y la estoy acompañando durante el proceso. Desde el humor, el guion va hacia la comedia, pero es más sentido... es diferente, aunque sí tiene un "retranqueo" que no quiero perder.

¿Un tono más próximo a Truman?
Sí, no es una peli dramática como Truman, pero sí. Y es verdad que me está costando más, porque al final yo soy un tío y juego a fútbol. En Historias para no contar ya hay capítulos focalizados en las mujeres, y esta peli será un paso más. Al final, el vínculo que necesitas para escribir lo encuentro, por razones obvias, más fácilmente con los personajes masculinos. Entonces, dentro de mi mundo, sí que estoy viajando hacia un sitio al que hasta ahora no había ido, y eso también te alimenta. Acompañar hacia territorios diferentes a una tía que se llama Eva, el personaje. Cada día la voy conociendo, eso es escribir, ir entendiendo al personaje, qué le pasa, como reacciona, y desde esta cosa fantasmagórica, porque Eva no existe en ningún sitio.

¿Lo escribes en solitario?
No, con Eduard Solà, porque Tomás (Aragay, su coguionista habitual) me ha abandonado, también lo puedes decir (ríe). Se ha marchado a Valencia, la vida lo ha llevado hacia allí y está con proyectos suyos. La hago con el Edu Solà, fichando nuevas generaciones. De hecho, es un ex alumno del Tomàs en el ESCAC. Estuve mirando de trabajar con mujeres guionistas y no acabó de salir, todo el mundo tiene mucho trabajo. Y con Edu trabajamos igual que con Tomàs, yo tiro del carro y él tiene una manera de poner orden que me va bien, y una mirada joven, que también es interesante: con Tomàs somos hermanos, y Edu tiene 15 años menos.

¿Y sigues sin imaginarte a nadie que la interprete?
No, no, no lo hago nunca, porque me provoca mucha distorsión. O bien lo tienes muy claro, o bien es un proyecto que ya nace con una actriz o un actor. En otro caso te distorsiona, porque acabas haciendo hablar al personaje igual que habla aquella actriz que te imaginas. Y lo que tienes que hacer es crear un personaje. Y aparte, nunca te puedes fiar de un actor (ríe). Yo siempre recomiendo escribir sin pensar en ningún actor en concreto, después ya escogerás a quien lo haga, y ya le adaptarás el guion, eso sí que lo hago. Pero de entrada es mejor no pensar.