Es el Rey Midas del cine español. Las cifras no engañan. Primero reventó taquillas con las cinco aventuras de José Luis Torrente, ese policía facha y del Atleti que no desentonaría en cualquier llamada grabada de Villarejo. Y ahora, en una suerte de evolución en su carrera como creador, con películas familiares que le han convertido en el mejor amigo de los niños. Hoy estrena Padre no hay más que uno 3, en la que vuelve a ser el atribulado progenitor de una prole infinita, media docena de críos, más el novio de una de las hijas, más la abuela, la asistenta y, ahora, el abuelo.

Todos metidos en la misma casa para solaz regocijo de grandes y pequeños que llenan las salas cada verano con las historias paridas por Santiago Segura (Madrid, 1965). Aquel tipo que probablemente ostente el récord de apariciones televisivas, en aquellos tiempos en que se convirtió en rey de la promoción, vistiendo camisetas con la leyenda de Torrente, es ahora un padre de familia en la realidad y en la ficción. "Creo que el hecho de ser padre puede haber tenido algo que ver en ese cambio", confiesa, "pero la idea partía de un reto. Yo ya tenía más o menos dominado ese cine bestia, salvaje y gamberro que es Torrente, y que casi es un género en sí mismo. Pero... ¿sería capaz de hacer comedias para todos los públicos? Ese cine que proliferaba en los años 80, con el que conseguías aglutinar a varias generaciones. Me parecía complicado entretener a un abuelo, un adolescente, un padre y sus hijos, una pareja de novios… y que salieran todos satisfechos. Hacer un cine que pudiesen ver mis hijas, y al final no solo han podido verlo, sino que también han participado y… no me puedo quejar de los resultados del experimento". Y es que en las tres entregas de Padre no hay más que uno, Segura cuenta con sus dos hijas, Calma y Sirena (que también coprotagonizaba ¡A todo tren! Destino Asturias), como actrices.

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Foto: EFE

Creo que eres un caso rarísimo en cuanto a tu idilio con el éxito. Cinco Torrentes y cuatro veranos consecutivos, me atrevo a incluir este, sin perder el favor de los espectadores.  ¿Cómo se vive esa aparente infalibilidad con el éxito?
Evidentemente la presión existe, yo lo hago lo mejor que puedo y pongo todo mi empeño en hacer la mejor película posible. Pero claro, no soy infalible. También te digo que no rodaría un guion que no me gustase. Ni entregaría al público una película que a mí no me hiciese gracia. Imagino que mucha parte del público se fía de mi “control de calidad”. Soy un suertudo.

No entregaría al público una película que a mí no me hiciese gracia

Solo dos de tus diez pelis como director escapan a lo que podríamos llamar sagas. ¿Cuánto hay de camino por recorrer ante premisas potentes y cuánto hay de cálculo, de ser consciente que sería de tontos no aprovechar una fórmula que sigue funcionando?
No engaño a nadie, es tan complicado crear personajes que interesen al público, con los que la gente empatice o de los que, como en el caso de Torrente, se puedan reír... que es difícil no pensar nuevas historias sobre ellos. Como creador me pasa lo mismo que siendo público: me encariño con los personajes que me gustan, quiero volver a verlos, saber qué nuevas aventuras van a vivir… De ahí que esté esperando a pesar de los años la quinta peli de Indiana Jones, y que no descarte volver a Torrente en algún momento.

¿Dirías que con la edad ha cambiado lo que te hace reír y lo que crees que puede hacer reír a los demás? Un elemento evidente de cambio es la mayor sensibilización hacia temas como el feminismo. Entiendo que hacer Sin rodeos (2018) iba por ahí...
Partía de la misma base de cuestionarme como creador. El 60 por ciento, si no más, del público de las pelis de Torrente era masculino, cuando yo adoro a las mujeres. ¿Es que no iba a ser capaz de invertir el porcentaje y hacer una película con la que las mujeres se sintiesen identificadas? No te imaginas la cantidad de mujeres que se me han acercado para agradecerme Sin rodeos, se sentían plenamente identificadas con el personaje que encarnaba Maribel Verdú.

Padre no hay más que uno - Santiago Segura
Foto: Sony Pictures España

En Padre no hay más que uno 3 se cita uno de los referentes más evidentes de la trilogía: La gran familia. ¿Cuánto hay de reivindicación de esa peli en concreto y de ese tipo de cine español popular clásico, habitualmente menospreciado?
Amo el cine. Todo el cine que he visto me ha marcado y lógicamente me ha influenciado de alguna manera. Reivindicarlo y homenajearlo me parece de justicia. Y La gran familia es una película que automáticamente me retrotrae a mi infancia, me recuerda a mis padres, es lo mas parecido que tenemos en España a un clásico navideño, una película que revisitar cada Navidad. Ojalá la mía tenga un efecto similar para alguien que la vea ahora y la pueda volver a disfrutar dentro de 30 años.

Una de las mayores satisfacciones de mi vida fue poder mostrarle Torrente, el brazo tonto de la ley al maestro Berlanga y que, además, le gustase

En alguna ocasión has hablado de la influencia del neorrealismo italiano en el primer Torrente. Recuerdo pensar en Berlanga y en Ferreri al verla. ¿Ha habido alguna lucha interna como creador por equilibrar tu cinefilia con la comercialidad?
Una de las mayores satisfacciones de mi vida fue poder mostrarle Torrente, el brazo tonto de la ley al maestro Berlanga y que, además, le gustase. Por suerte, creo que mi cinefilia marida perfectamente con lo comercial. Porque la mayoría de clásicos del cine —no todos por supuesto, pero sí muchos— funcionaron comercialmente.

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Foto: Sony Pictures España

Uno de los grandes atrevimientos de este tercer Padre es estrenar una peli navideña en verano.
Me hace gracia la sorpresa que provoca esto en la gente. El cine es fantasía y evasión. Trasladarse a otro momento y otro lugar. La Navidad en este caso es solamente el telón de fondo de las aventuras y desventuras de esta familia. Sería terrible que solo se pudiese estrenar películas que concordasen con la estación del año en la que se estrenan, ¿no?

Tienes un máster en dirigir a niños tras cuatro pelis consecutivas. ¿De qué manera te pone en tu sitio tener que mandar a tantos críos en un plató?
Mira, hoy me ha mandado un mensaje Millán Salcedo, que vio la película en el preestreno. Y me decía que me había convertido en un especialista en “digerir” niños. Ese fallo del corrector me pone a la altura de Herodes o Gargamel. Porque los niños de la película es verdad que son “para comérselos”. Lo importante es que no resulten luego indigestos (risas).

Quiero pensar que el cine no va a morir

¿Cómo vivisteis el covid de Antonio Resines y tener que sustituirle por Carlos Iglesias?
Fue terrorífico. Quiero mucho a Antonio, como actor, sí, pero aun más como persona y como amiguete. Afortunadamente conté con su bendición para no paralizar el rodaje y proseguir con Carlos, que se leyó el guion y en menos de 24 horas aceptó el papel y estaba al pie del cañón salvando ese papel. Carlos es también amiguete y, muy importante, es un gran comediante. Su vis cómica, su verdad y naturalidad interpretando, consiguieron el milagro. El abuelo de la película parece escrito para él por la forma en la que lo hizo suyo.

¿Cómo ha cambiado tu experiencia con la popularidad en estos 30 años? Porque has pasado de ídolo de nerds a amigo de los niños...
Es alucinante. La cantidad de niños que vienen a pedirme una foto emocionados, nerviosos y que me dicen que soy su ídolo... Es una sensación extraña que me hace sentir a veces como si fuese Xuxa o Teresa Rabal.

En estos años también ha habido una transformación física...
Tenía cincuenta kilos que no sabía qué hacer con ellos, así que decidí hacerlos desaparecer… al menos hasta el retorno de Torrente.

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Foto: EFE

Eres el Tom Cruise español... en lo que refiere al compromiso con las salas de cine. ¿Sientes que navegas a contracorriente?
¡Qué va! Entiendo todo. Y estoy a favor de cualquier cambio, la adaptación es importante. Pero hay tradiciones tan maravillosas que me interesa mucho defender, preservar, que no se pierdan… ver una película con otros 500 seres, ante una pantalla gigante en una sala oscura, todos a la vez... eso es algo único.

Estrenaste en salas "contra viento y pandemia" la segunda entrega de Padre, en un contexto que muchos auguraban como suicida. Y te salió bien...
Sí. Fue uno de esos milagros que te hacen amar más el cine, los cines y al público que asiste a las salas

Más allá de esa pelea de algunos creadores, con Cruise como punta de lanza, más allá de ese romanticismo, ¿qué futuro auguras al cine tal y como lo hemos entendido hasta la llegada de la pandemia?
Quiero pensar que el cine no va a morir. Los exhibidores tienen ese reto. Seguir ofreciendo esa experiencia única, mejorar la calidad de imagen y sonido, hacer sentir a la gente lo especial de la experiencia. La misma película la podrán ver en su tablet, pero no sentirán la misma emoción. Reírte y emocionarte con un grupo de gente al mismo tiempo es… el cine.