Durante y después de la ocupación franquista de Catalunya surgió un grupo muy minoritario de personajes del país que colaboraron con el nuevo régimen. Pero estos "catalanes de Franco" nunca disfrutaron de la confianza de las nuevas autoridades. El régimen nacional-católico de Franco siempre los vio como elementos poco fiables por su simple condición de catalanes. Y fueron marginados, incluso en el aparato gubernativo español en Catalunya. José María Marcet, alcalde franquista de Sabadell, lo reflejaría en una carta que envió a Franco exponiendo una serie de agravios que le acabaría costando el cargo.