Argentina ha dado grandes cosas a la Humanidad. Al menos tres escritores indiscutibles, unas cuantas pelis y actores de éxito, la primera y la segunda temporada de El Marginal y dos Dioses del fútbol. Pero no el mejor productor de música. Sí al que mejor logró venderse en el mundo reels. Bizarrap es a la música lo que Jorge Valdano al fútbol: tienen vidas paralelas. Estuvieron cerca de los astros (si Daddy Yankee no es Maradona…), tuvieron logros notables (el single con Nathy Peluso uno, la entrevista reciente a Messi, por ejemplo, el otro), pero lo que nadie sabe bien bien es cómo lograron. En eso tiene más mérito el Biza.

El mercado global tiktoker en el que se mueve el argentino es voraz, mucho más que el mundo aposentado de señoros filósofos del fútbol. Para los que a estas alturas andéis con el Bizaquién en la punta de la lengua: este joven de gafas tochas (fan de Daft Punk) empezó subiendo una serie llamada Combos locos en que recopilaba batallas de freestyle de Red Bull y los suscriptores le pidieron remixes. Dejó su trabajo de productor en Warner, montó un home studio y empezó en Youtube. Después nacerían las BZRP Music Session.

Nadie le quitará el honor de haber surfeado como el mejor la ola de los sonidos latinos para públicos masivos. La cogió en la cresta. Tampoco hay que despreciar algunas intentonas por abrirse a otras cosas, por ejemplo, el ultraradiado single con Quevedo. Una letra absurda ("nos fuimo’ en una, empesamo’ a la una”), sí, pero sobre una base nada amable. Un punto hardcore y con un reprise infalible en el estribillo.

3,2,1… ¡Duki! La cocina no siempre es matemática, papá. Y rodearse de nombres enormes, no hace la canción. Hacía meses que el tema se esperaba, pero lo del ex participante de El Quinto Escalón en la BZRP Music Sessions #50 es un despropósito a la altura de –por no dejar el símil futbolístico– comparar a Scaloni con Bielsa. Loco. Barras confesionales, piano ñoño de fondo, la “plata”, el “infierno” y teclados subiendo la intensidad. Sorpresa. Por destacar algo positivo… Solo hay alguna especie de prechorus; bien está que todo sea letra y no haya encima una caída burda en estribillo que acabe de humillar al tema. 

La escena argentina ha pegado un petardazo bestial los últimos años. El propio Duki, Nicci Nicole (esta Tiny Desk, <3), Cazzu… Pero si algún papel tiene todavía el periodismo cultural es intentar explicar los fenómenos que crecer, ya crecen solos. Las reacciones de streamers hacen estos temas un viral sin precedente en la industria: las discográficas no pueden soñar con la difusión que dan los comentarios, adulantes, del escuadrón Auronplay, Espe, Ibai o Cristinini. Dieciséis millones de reproducciones en Youtube. En un día.