Barcelona, 26 de marzo de 1936. Hace 86 años. El rotativo La Rambla publicaba la noticia que, pocos días antes, el president Companys y los directivos de la Asociación Cultural Judía de Barcelona se habían reunido en el Palau de la Generalitat para poner en práctica acciones que tenían que garantizar la seguridad de la comunidad judía barcelonesa; amenazada por una serie de elementos, autóctonos y extranjeros, que gravitaban en torno al consulado alemán, en la capital catalana. Aquella reunión sería el primer encuentro al más alto nivel entre el gobierno de Catalunya y la comunidad judía catalana desde el decreto de conversión o expulsión promovido por la monarquía hispánica en 1492. Pero no era el primer testimonio de la recuperación de la comunidad judía catalana. Barcelona ya acogía una comunidad judía local desde finales del siglo XIX.

El primer retorno

Una parte muy importante de las Diásporas katalanim y sefardí que se produjeron entre 1391 (año de los primeros pogromos) y 1492 (fecha del decreto de conversión o expulsión); se dirigió a los territorios del Mediterráneo oriental que el emergente Imperio otomano ganaba al decrépito Imperio bizantino. Tesalónica (en la actual Grecia) fue una ciudad de mayoría judía desde 1492 hasta el Holocausto de 1942. Durante siglos, katalanims y sefardíes mantuvieron una relación de complicidad con el poder de la Puerta Sublime. Pero el retroceso territorial del Imperio otomano (durante el siglo XIX) forzado por el resurgimiento de las naciones balcánicas (Grecia, Bulgaria, Serbia), los situaría en una posición precaria e, incluso, de amenaza; que impulsaría una especie de retorno hacia la Europa occidental, sobre todo hacia París y Milán en primer término; y hacia Barcelona como etapa final.

La tienda de León Alexandrovich. Foto Josep Brangulí. Fuente Archivo Nacional de Catalunya
La tienda de León Alexandrovich. Foto Josep Brangulí. Fuente: Archivo Nacional de Catalunya

El caso de Jacques Bensussan

Según la investigación historiográfica, a los inicios de este fenómeno migratorio (1877) en Barcelona había una veintena de personas de cultura judía. Pero cuarenta años más tarde, coincidiendo con el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914), aquel colectivo se había multiplicado por 20 y había unas 400. Jacques Bensussan es uno de los casos más paradigmáticos de aquel fenómeno. Bensussan había nacido en Tesalónica en 1877 en una familia de la élite judía de la ciudad. Pero en 1912, un Imperio otomano en plena descomposición transfería Tesalónica a la nueva y flamante Grecia. Y aquel hecho desencadenaría una primera Diáspora local; que se dirigiría hacia París. La aventura de Bensussan en la capital francesa duró lo que tardó en estallar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y en 1916 llegaba a Barcelona y creaba un pequeño taller de fabricación textil.

El caso de Joseph Palomo-Sagués

Joseph Palomo-Sagués sería otro paradigma de aquel fenómeno de emigración judía a Barcelona. Según la misma investigación había nacido en Pursa (en el oeste de la actual Turquía) el año 1902; y poco antes de ser llamado a filas por la República de Kemal Ataturk, había atravesado el Mediterráneo y se había refugiado en Barcelona (1923). Sagués estuvo en Barcelona hasta las postrimerías de la Guerra Civil (1939). En Catalunya se casó con la judía Fortuna Adjiban; fundó una familia y se dedicó a la venta ambulante por los pueblos del interior del país; cosa que hace presuponer que, como tantos otros judíos catalanes de adopción, acabaría dominando la lengua catalana. Sagués fue detenido y recluido en un campo de concentración franquista (Miranda, 1939). Nunca se le imputó ningún cargo, y no fue liberado hasta 1943, cuando pudo pasar al Protectorado Británico de Palestina.

Familia Palomo Sagués i Adjiman en la Rambla de Barcelona (circa 1936). Fuente European Observatory donde|dónde Memories
Familia Palomo Sagués i Adjiman en la Rambla de Barcelona (circa 1936). Fuente: European Observatory on Memories

Los judíos contemporáneos en Barcelona

Según los investigadores Josep Calvet y Manu Valentin, de la Universidad de Barcelona, la comunidad judía contemporánea se estableció en varios lugares de la ciudad; pero especialmente en el Poble Sec (obradores) y en el Raval (comercios). Sería con aquel establecimiento que se pondría de relieve la presencia de otra corriente judía, que procedía del centro y del este del continente (los askenazis). Según los mismos investigadores, durante los años veinte del siglo XX, en la calle de Sant Pau había una veintena larga de tiendas judías. Una de las más populares era la de León Alexandrovich (exiliado de la Rusia zarista), situada en la esquina de las calles Sant Pau y Robadors. Y otra, también muy popular, era la mercería de los hermanos Mendelson (originario de Polonia), que estaba situada en la calle Tamarit, justo ante el Mercado de Sant Antoni.

La primera asociación judía de Barcelona

La conclusión del conflicto mundial (1918), lejos de estimular el retorno de los judíos barceloneses a sus países de origen, impulsó la articulación del colectivo, a través de la Comunidad Israelita de Barcelona. Bensussan, que había llegado a la capital catalana tan solo dos años antes, ya aparece como uno de los socios fundadores. Y entonces es cuando se plantea la cuestión: ¿realmente Barcelona era solo un refugio transitorio o era un prometedor destino? Sabemos que los primeros judíos contemporáneos se habían establecido en Barcelona ya hacía más de cuarenta años (1877). Y sabemos que aquel fenómeno se había multiplicado por "el efecto llamada". Entonces, está claro, que los Bensussan, los Sagués, los Alexandrovich, los Mendelson —por citar algunos ejemplos— habían venido a alguna cosa más que a esperar que amainara la tormenta bélica europea.

Acta fundacional de la Comunidad Israelita de Barcelona (CIB). Fuente Archivo del CIB
Acta fundacional de la Comunidad Israelita de Barcelona (CIB). Fuente: Archivo del CIB

¿Por qué en Barcelona?

En medio siglo (1877-1927) la población judía local ya censaba a unas 2.000 personas. No obstante, este crecimiento era producto de un fenómeno migratorio discreto pero constante; que se había acelerado durante la última fase, especialmente durante el quinquenio 1918-1923. De nuevo surge un interrogante: ¿Por qué en Barcelona? Y la respuesta la obtenemos cuando observamos el paisaje de la ciudad durante aquella etapa. La Barcelona de 1920 era una de las ciudades más dinámicas del continente. Era la capital económica, social, cultural, científica y demográfica de la península Ibérica. Y eso explicaría que en 1919, la comunidad judía local creó la primera sinagoga contemporánea de la ciudad, en la calle Provenza 250. Los libros y objetos de culto de aquella sinagoga fueron quemados en medio de la calle al día siguiente de la ocupación franquista de la ciudad (1939).

La etapa dorada de la comunidad judía barcelonesa

Catalunya sufrió una brutal represión política y cultural durante el régimen dictatorial de Primo de Rivera (1923-1930). Pero, por otra parte, el país se recuperaba del colapso económico de 1918 y de los formidables conflictos sociales de 1919. Durante esta etapa, la comunidad judía local no tan solo confirmó el arraigo en la ciudad y al país; sino que prosperó significativamente. Con el derrumbe de la dictadura, la restauración de la Generalitat y la proclamación de la República (1931); la comunidad judía catalana contemporánea conocería su plenitud. Incluso, más allá de los acontecimientos relativamente lejanos, pero amenazantes: 1933 (instauración del régimen nazi alemán), y 1936 (usurpación de la seguridad publica por parte de las temibles Patrullas de Control anarquistas). Pero eso lo explicaremos en la próxima entrega.

Listado parcial de comercios judíos en el Raval. Fuente CTNE European Observatory donde|dónde Memories
Listado parcial de comercios judíos en el Raval. Fuente CTNE European Observatory donde|dónde Memories