Aida Sunyol Sánchez es la ganadora del premio Literatura BBVA Sant Joan y acaba de publicar Mercromina, su primera novela. Durante el año es profesora de Biología en un instituto, pero creo que escribe siempre que puede. Quedamos con ella justo cuando acaba de regresar de las vacaciones. Estamos en la plaza de la Concordia, en Les Corts. No es su barrio, pero suele venir a menudo a escribir.

¿Por qué me has citado aquí?
Porque normalmente vengo a escribir al centro cívico de Can Deu, que es un espacio que me gusta mucho y que además aparece en la novela Mercromina. Hay un grupo de personajes que tienen la costumbre de venir, de hacer cursos en el centro cívico y de encontrarse aquí.

Entrevista Aida Sunyol, escriptora / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Entrevistamos a Aida Sunyol, escritora / Foto: Carlos Baglietto

El componente erótico está muy presente, en Mercromina, pero no es el motor principal de la novela

¿Hay alguien que sea protagonista, en Mercromina?
Es una novela muy coral y con personajes principales, digamos, pero todos forman una especie de caleidoscopio de emociones y de momentos vitales que se complementan entre sí. No hay ninguna historia que sea principal, pero al mismo tiempo todas son importantes para entender qué está ocurriendo al final de Mercromina.

¿Mercromina es una novela de género erótico? 
Se acerca, creo que tiene un componente erótico importante. Quería retratar las relaciones afectivas sin omitir el componente erótico, que sí está muy presente en Mercromina, pero el erotismo no es el motor principal de la novela. El motor son las relaciones efímeras, o rotas, o accidentadas. Más que el erotismo, lo importante es la pulsión erótica de los personajes, el deseo que tienen y que de alguna manera los mueve. 

Todo el mundo es bisexual en esta novela. ¿Por qué?
No todo el mundo, hay un personaje que no lo es. Pero sí, prácticamente lo son todos. Es algo que quise hacer expresamente, para contrarrestar quizá por exceso la invisibilización de la bisexualidad en la literatura y en los productos culturales en general. El objetivo es visibilizar la bisexualidad, y hacerlo de una manera un poco exagerada. Como la novela tiene un punto humorístico, creo que este tipo de exageraciones encajan dentro de ese mismo tono. Es un poco una exageración, pero también quería poner el acento en decir: “Ostras, si la mayoría de gente que conozco es bisexual, ¿por qué no hacer una novela donde todo el mundo lo sea?”. Pues sí.

Entrevista Aida Sunyol, escriptora / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Entrevistamos a Aida Sunyol, escritora / Foto: Carlos Baglietto

Históricamente, la religión ha sido un elemento represivo, pero también ha establecido vasos comunicantes con el erotismo

Hay un personaje que va vestido de cura, una historia de amor entre seminaristas, una novela de curas dentro de la novela. ¿Qué papel juega la religión en la obra?
En nuestra cultura hay mucha gente que no es creyente, pero persiste ese poso cultural. Reflejo el catolicismo para señalar la tensión entre la pulsión erótica y la religión. Históricamente, la religión ha sido un elemento represivo, pero también ha establecido vasos comunicantes con el erotismo. El personaje que siempre va vestido de cura tiene una sexualidad compleja o difícil, y ese disfraz le sirve de máscara y simboliza una cierta represión que él mismo se inflige. El imaginario religioso tiene una cierta relación con lo erótico.

¿Mercromina es una novela de Barcelona?
Un poco sí. Creo que no retrata toda Barcelona, porque Barcelona tiene eso de ser múltiple e inabarcable en cierto modo, pero sí que es un elemento importante. No diría aquello de que “la ciudad es un personaje más”, pero sí un escenario que tiene relevancia en la historia y en cómo se mueven y se relacionan los personajes.

Háblame de esta idea de Barcelona y el retorno. 
Esto viene un poco de mi propia experiencia de haber vuelto a Barcelona después de estar unos años en el extranjero, en Bélgica, y creo que lo que se refleja es ese segundo reencuentro con la ciudad, donde se la ve desde otra perspectiva y donde hay que acabar de encontrar un encaje. Esto se ve sobre todo en el personaje de Eugenia, en un retorno como alineado a un retorno extraño, un retorno como encontrarse en una ciudad que no es la misma que dejaste y que tienes que volver a hacer tuya, porque Barcelona cambia constantemente y es a la vez siempre la misma pero siempre diferente.

Entrevista Aida Sunyol, escriptora / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Entrevistamos a Aida Sunyol, escritora / Foto: Carlos Baglietto

Esto de huir de todo en Nou Barris también es un poco parodia, en el sentido de que hay zonas que parece que no existan y que si te vas a vivir allí desapareces, como si te hubieras trasladado a Vancouver

Eugenia vuelve de Londres y se encierra en una habitación de hotel.
Sí, para encajar el golpe y para estar en ese no-lugar que son los hoteles, que podría estar en Barcelona como podría estar en cualquier otra ciudad del mundo. Lo hace para aislarse durante un tiempo.

Más allá del hecho de que Mercromina está ambientada en Barcelona y hace referencias a barrios concretos, diría que retratas una forma de vida muy barcelonesa: las terrazas, las patatas bravas y la cerveza.
Es una novela que se entiende desde Barcelona, realmente. No digo que no pudiera pasar en otro lugar, pero está muy ligada a los espacios: venir a Les Corts, al centro cívico, ir a Nou Barris. Pinto Nou Barris un poco como refugio de alguno de los personajes, porque queda fuera de la Barcelona gentrificada, es un espacio más popular.

Nou Barris les va bien porque está “alejado”, y los personajes de Mercromina tienen algo en común: se fueron, han vuelto y ahora no quieren que los encuentren. ¿De qué huyen?
Sí, le pasa a Eugenia, y a Alicia, y a Nadine. En realidad no saben de qué huyen, no huyen de nada, y acaban en el mismo lugar donde estaban físicamente (pero se han reencontrado con el espacio y han restablecido la conexión con las personas que los rodean). Es un cliché, pero creo que huyen de sí mismos. Esto de huir de todo en Nou Barris también es un poco parodia, en el sentido de que hay zonas que parece que no existan y que si te vas a vivir allí desapareces, como si te hubieras trasladado a Vancouver… y no, en realidad estás a tres paradas de metro. Hago una parodia de eso.

¿Qué es, la mercromina, y por qué es este el título de la novela? 
La mercromina es el antiséptico típico que todos conocemos, y la idea del título es hablar de esas heridas que son superficiales y que representan la neurosis que atraviesa todas estas historias. Como dice uno de los personajes, son “heridas del alma, pero poco profundas” y que se curan, del mismo modo que puedes curar un rasguño con un antiséptico sencillo.

Entrevista Aida Sunyol, escriptora / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Entrevistamos a Aida Sunyol, escritora / Foto: Carlos Baglietto

Hay un momento como de crisis vital. Y es curioso, porque luego hablas con gente que tiene 40, o 50, y me han dicho que eso es permanente. Es decir, que no es cosa de los 30, sino que a partir de los 30 pasa siempre

Somos de la misma quinta, tú y yo, y tenemos una edad parecida a la de la mayoría de los personajes. La treintena. ¿Es una edad en la que ya te has herido poco o mucho y te has tenido que reinventar? ¿Mercromina es un momento vital?
Sí, creo que ese es uno de los temas principales de Mercromina. Darse cuenta de que has ido con el acelerador a fondo durante la veintena… Y ver que, internamente o externamente, hay algo que no funciona y que se tiene que cambiar, que realmente el encaje en el mundo hay que repensarlo. Hay un momento como de crisis vital. Y es curioso, porque luego hablas con gente que tiene 40, o 50, y me han dicho que eso es permanente. Es decir, que no es cosa de los 30, sino que a partir de los 30 pasa siempre. Pero sí creo que a partir de los 30 empiezas a tener esa sensación de que no todo es tan blanco y negro, o que no todo es tan fijo como pensabas cuando tenías 25 y estabas en un sitio y decías: “estaré aquí toda la vida”. Al menos, esa es mi experiencia.

Si la novela de crecimiento es irse de Erasmus o dejar la casa de los padres (normalmente en la veintena), ¿Mercromina es lo que viene después?
Es un poco eso. Evidentemente, cada personaje tiene su contexto, y es verdad que a la mayoría de los personajes de Mercromina los he buscado con un cierto nivel socioeconómico —no tienen ese elemento de precariedad que atraviesa a nuestra generación y que es un gran foco de inestabilidad. En la novela me he centrado más en otro tipo de conflicto menos material, para poder tratarlo de una manera más ligera y más humorística, pero sí, cada cual tiene sus historias: uno huye del pueblo, otra está huyendo de su ex, alguien más huye de su propia vida. No se sabe muy bien de qué huimos, pero siempre hay ese elemento de fuga interna.