La Virreina Centre de la Imatge presenta, hasta el 18 de junio, la exposición Pilar Monsell, África 915, paraíso perdido, un montaje inspirado en el documental África 815 (2014) en el que la directora Pilar Monsell retrataba la vida de su padre, el psiquiatra Manuel M. Monsell. La película, que fue muy premiada, repasaba la trayectoria vital del doctor a partir de las fotografías que él hacía, a partir de algunas cintas grabadas por él en Super 8, a partir de sus memorias (no publicadas) y, sobre todo, a partir de una serie de entrevistas entre padre e hija. De forma continua, los recuerdos del padre llevan al Norte de África, un territorio que ocupa un espacio mítico en los recuerdos de Manuel Monsell. La exposición de la Virreina, comisariada por Valentín Roma, completa la proyección de la película (que se va emitiendo de forma continuada) con algunas de las tomas rechazadas en el documental, algunas de las fotografías de Manuel Monsell y los diarios que usó Pilar Monsell para preparar el filme.

El Sahara

En 1964 Manuel Monsell, que acababa de terminar la carrera de Medicina, fue enviado al Sahara. Lo que para otros soldados era una noticia pésima, para Monsell fue una gran ocasión: le permitió alejarse de la tutela familiar, empezar a ejercer la Medicina y, sobre todo, practicar con cierta facilidad su homosexualidad. Definía el día de su llegada a África como "el día de mi liberación". El ejército colonial español, con su apariencia de virilidad extrema, fomentaba las relaciones homoeróticas, en el marco de la "camaradería", que en algunos casos acababa en abierta homosexualidad (tal como se entrevé en la película de propaganda militarista y colonialista Harka, de Carlos Arévalo). Manuel Monsell encontró en su servicio militar un paraíso: como médico, y mayor que el resto de reclutas, estableció relaciones con algunos de ellos ("los más bellos y complacientes", según afirma en el documental). En el Sahara, según Mosell, la homosexualidad era "fácil", y tan sólo se exigía discreción. El universo de los reclutas era un mundo sin mujeres, y a pesar de la moralina franquista, las relaciones entre hombres eran toleradas. El médico también estableció relaciones sexuales con algunos saharauis... El colonialismo, para Monsell, fue una fiesta.

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El otro sueño orientalista

Monsell salió fascinado del Sahara. No volvería físicamente a él, pero el Sahara continuaría presente en su mente y constituiría un motivo recurrente en sus memorias. Las carencias que el médico tenía en Occidente las proyectaría en Oriente. El Magreb se convertiría en su sueños orientalista, con una connotación claramente sexual. No obstante Monsell, pese a su homosexualidad, acabaría casándose porque quería tener hijos. En las conversaciones con su hija que aparecen en el documental reconoce que hizo un esfuerzo por adaptarse a la "normalidad". Pero no le salió bien. El mismo Monsell reconocía que en su vida había tenido un fuerte impacto su fracaso matrimonial, y también su fracaso profesional. Frente a esta sensación de angustia, intentó el retorno al mundo árabe, guiado por su fascinación por los recuerdos con sus relaciones homosexuales en el Sahara. Volvió al África como turista, y en Marruecos mantendría algunas relaciones con chicos jóvenes (dejaría constancia de la fascinación que sentía por ellos en sus fotografías). Incluso, cuando ya tenía 52 años, intentó reconstruir su vida familiar con un joven árabe que instaló en su casa: este intento también fracasaría. En este contexto, Monsell se dedicaría a escribir sus memorias, sobre todo, "para liberarse". Estas memorias serían la base que usaría su hija Pilar para construir el documental África, 815.

Interpretaciones

El dossier de prensa de la exposición África 815 aporta jugosas reflexiones sobre el tema colonial y sobre la relación entre moral sexual y fenómeno colonial. Pone de manifiesto las contradicciones de Manuel Monsell y analiza su visión orientalista explicando la vinculación entre su mito sexual y familiar norteafricano y una situación de dominio derivada de la situación colonial y de la superioridad económica. Pero la exposición en realidad transmite poco este análisis, porque acaba ciñiéndose mucho a la visión del documental de Pilar Monsell. La película África 815, es una obra muy premiada, sobre todo, porque ofreció un nuevo tipo de biografía, en cierta medida compartida entre director y biografiado. Se trata de un trabajo muy poco reflexivo: aporta declaraciones, sentimientos, recuerdos... Pero no parte de la voluntad de hacer una relectura. Se limita a plantearse como un "testimonio modesto". Y así, hasta cierto punto, la posición del protagonista se naturaliza. Su situación de dominio colonial y económico, que él percibe como normal, se transmite al espectador que ve el documental, que fácilmente también la verá como normal. Y el hecho de que el protagonista sufra por la homofobia y se someta a las normas sociales para cumplir los estándares de "normalidad", hace que tan sólo se lo vea a él como víctima, y se invisibilice la sumisión de los saharauis.

De autor

África 815 no es una película para grandes públicos. En realidad, tiene un aire muy familiar: a veces el sonido se pierde, la imagen se tambalea a menudo... El ritmo es lento: con unos larguísimos planos de la vida cotidiana del padre, un uso recurrente de unas pocas fotografías saharauis... La exposición no ofrece un gran volumen de información adicional a la que ya aporta el documental... En realidad, es una muestra de pequeño formato, encajada en una de las salas más pequeñas de la Virreina. Y, a pesar de todo, puede tener un gran interés, no sólo para los interesados en el género del documental biográfico, sino también para todos aquellos interesados en el colonialismo español en África. Sin duda, esta exposición y el visionado de la película África 815 aportarán nuevos elementos de reflexión sobre la historia del Sahara, al margen de los que aparecían a los textos militaristas de exaltación de la presencia colonial española.