En el momento que Charlotte se acerca a la casa de la familia Bennet para anunciar su compromiso con el señor Collins, Elisabeth está en un columpio del que baja indignada al conocer la noticia. Su amiga se justifica: "tengo 27 años. No tengo dinero, no tengo perspectivas, ya soy una carga para mis padres y tengo miedo, así que no me juzgues". Un discurso conmocionado que a todas las fans de Orgullo y Prejuicio nos pasó por alto y que ahora las tiktokers han recuperado.

@therealellyg

Okay not all of these are true, but also yes they are #fyp #foryou #prideandprejudice #momanddad

♬ original sound - Glenn_coco

Desde hace semanas mi feed se llena de chicas que enumeran delante de la cámara los puntos del monólogo de Charlotte con los cuales se sienten identificadas. Es difícil no verte reflejada: cada vez eres menos joven y sus expectativas vitales no se están cumpliendo. Como mínimo, a mí me representa. Muchísimo. De hecho, quizás exagero, pero el 4 de noviembre cumpliré 27 y tengo la sensación que el tiempo para hacer alguna cosa se me acaba. Porque se supone que llegados a este punto tendría que saber hacia dónde va mi vida y, que quieres que te diga, ni idea.

Lo sabemos todos, pero está claro que no es cosa mía, sino que se trata de una angustia generacional. Podríamos citar un centenar de encuestas que indican que nuestra generación tendrá unas condiciones de vida peores que las de nuestros padres y que nos llevaremos la peor parte de la crisis del coronavirus, dos mil artículos de revistas de tendencias que aseguran que somos la generación más triste o simplemente indicar los datos del paro entre jóvenes. Somos conscientes de ello.

Y todo eso mientras la mayoría de los referentes con los cuales hemos crecido tenían la vida más montada que nosotros cuando llegaban a esta edad. Al fin y al cabo, Anne Hathaway se convierte en reina de Genovia a los 21 en Princesa por sorpresa y consigue trabajo en Vogue nada más acabar la carrera en El diablo viste de Prada. Amélie tiene 23 cuando descubre su objetivo vital y Hermione Granger inicia una relación romántica y duradera con Ron Weasley a los 17, después de conseguir un éxito académico rotundo sin tener ninguna crisis de ansiedad por la presión durante camino. Por no decir que la mayoría de caras de 'La Nostra' con las que me he criado llevan en la televisión pública desde la veintena.

Todo este bulto acaba dando la sensación de que tenemos, sobre todo las mujeres, una ventana de oportunidad muy pequeña para cumplir con los estándares de pareja, trabajo y perspectivas de futuro. Porque lo que está claro es que yo no volveré a estar nunca tan buena como estoy ahora; tan dispuesta a comer mierda para conseguir en el futuro estabilidad profesional y personal; y los estudios médicos indican que ya he pasado el punto óptimo de mi capacidad reproductiva. Si no he logrado ahora encaminarme para conseguir lo que se espera de mí, ¿cuándo lo conseguiré?

Pau Cusí Twitter

Pau Cusí / Twitter

Y no se trata tanto de querer estas cosas, como de que nos han inculcado que son las que se deben hacer. Porque mi abuela me sigue preguntando cada semana si ya tengo un novio; mis tíos pronto ya no podrán utilizar aquello de "mujer, piensa que eres muy joven"; y tengo tres años de margen antes de que el hecho de que mi madre me siga pagando el móvil y la mutua tenga un punto de patético. Porque si tengo los mismos problemas a los 35 que ahora, ¿querrá decir que la he cagado o simplemente que nuestras vidas están mega precarizadas?

¿Y por qué autopresionarse tanto, si hemos hecho muchísimas cosas bien? Si tenemos montones de éxitos individuales y victorias personales de las cuales sentirnos orgullosos. No sé demasiado cómo se lucha contra este determinismo vital, pero supongo que al final buena parte de la angustia surge porque nos medimos por comparaciones y tener que vernos guapos e interesantes 24/7 mientras lo filtramos todo por Instagram (tú, que somos milenials, en Tik Tok solo estamos de estranjis) no ayuda mucho.

Ayer leía un artículo de Jia Tolentino en el New Yorker donde hablaba de la estandarización de las caras de las influencers de Instagram. Lo piensas y es cautivador el hecho de que nos amoldemos tanto que buscamos abandonar nuestras facciones naturales para responder mejor al canon. De la presión estética hemos hablado hasta agotarnos, pero ahora tenemos que sumar que lo que enseñamos al mundo debe responder al momento vital del resto de nuestros followers y a los intereses al nuevo hobby de moda de la temporada.

Al final del día, después de hacer scroll un rato, me acabo sintiendo como Bo Burham, encerrado en su casita de invitados, en calzoncillos, en el momento que cumple los 30 años. "Im turning thirty and now my stupid friends are having stupid children". Qué le vamos a hacer.

Imagen principal, Charlotte en la versión cinematográfica de Orgullo y Prejuicio de 2005