Hace pocas semanas se anunció que habría una nueva versión femenina y feminista de 1984 y los familiares de George Orwell han confiado en la norteamericana Sandra Newman para escribir un nuevo proyecto que tendrá como protagonista a Julia. Una novela que habrá que leer con atención y que resolverá dudas sobre qué ve Julia en Winston y cómo ha hecho camino a través de la jerarquía del partido. Han pasado 73 años desde que se publicó la obra y el británico no podía tener más razón. Esta novela distópica imagina un mundo cruel en que el poder reside en manos de un número ínfimo de personas, la única esperanza de los ciudadanos es no acabar torturados con las técnicas más maléficas de unos descerebrados e incluso con el protagonismo de ratas devoradoras de bebés.

Pero no le expliquen historias a Orwell sobre criptomonedas, NFT, coches eléctricos o las nuevas series que se han publicado en Netflix, aunque sí podría prever uno de los temas más candentes de la actualidad: una posible invasión de Rusia a Ucrania que ha hecho alertar a todo el mundo - y Europa y los Estados Unidos ya han avisado de que habrá consecuencias si se acaba produciendo. Sí, los Estados Unidos no faltan nunca a ninguna cita, a pesar de estar a más de 9.000 kilómetros de distancia. Si no es protagonista, se aburre. El relato de Orwell hace el símil de la guerra entre el capitalismo y el comunismo que representaban en su momento los americanos y los soviéticos. Ahora la misma guerra sigue entre los dos países y con Ucrania de excusa.

1984 Orwell
La sociedad de 1984 vive bajo la atenta mirada del Gran Hermano. / CC

Orwell vivió una pandemia y dos Guerras Mundiales

Orwell también vivió una pandemia, la de 1918, y los episodios más lamentables y sangrientos del siglo XX, como fueron las dos Guerras Mundiales. Estas vivencias, junto con su ideología política, marcaron el relato de 1984 y todavía ahora hay ciertos paralelismos entre la historia y la actualidad. Bajo la atenta mirada del Gran Hermano, los ciudadanos se deben a esta figura omnipresente y, por descontado, no hay libertades ni placeres posibles. Bonito, ¿no? Oceanía es la protagonista, pero hay dos superpotencias más: Euroasia y Esteasia, que ayudan constantemente a generar el discurso del odio y de la guerra.

Oceanía está formada por cuatro ministerios: el Ministerio del Amor, encargado de torturar y castigar; el Ministerio de la Paz, dedicado a la guerra; el Ministerio de la Abundancia, que raciona los alimentos hasta los puntos más extremos; y, el Ministerio de la Verdad, que destruye todo el pasado y manipula según le conviene. Desde el Partido tienen muy claras cuáles son las consignas y los tres lemas son los siguientes: "la guerra es paz", "la libertad es esclavitud" y "la ignorancia es la fuerza". Winston Smith, el personaje principal, es un rebelde dentro de esta sociedad controlada hasta el más mínimo detalle. Cualquier gesto en público, palabra fuera de lugar, e incluso lo que hacías dentro de tu propia casa estaba bajo vigilancia. No podían ni cagar tranquilos.

Bajo la atenta mirada del Gran Hermano, los ciudadanos se deben a esta figura omnipresente y no hay libertades ni placeres posibles

Por todo Londres, que es donde está ambientada la novela, hay instaladas diferentes telepantallas que lo ven y escuchan todo. También tienen que estar atentos para cuando hay cualquier notificación del Partido y Smith intenta averiguar cómo escapar de aquella pesadilla. Conoce a Julia, más astuta e inteligente, y a pesar de vivir una relación amorosa intensa y evitar ser pillados, los acabando descubriendo. El sexo por placer está prohibido, sólo se permite para tener hijos y después estos son entrenados para que si la madre o el padre descarrilan del camino instruido puedan ser denunciados a la Policía del Pensamiento. Bajo esta premisa, todo el mundo se plantea la maravillosa idea de dar vida a un ser que, a la que pueda hablar, te puede traicionar. Ser madre o padre es lo mejor que hay en el mundo... ¡Claro! Y las torturas no son sólo físicas sino que se meten en tu cabeza para que llegues al punto de creer que 2+2 es 5. Qué vida... Al final para acabar confesándolo todo y te maten igualmente. ¿Que te metan el tiro en la cabeza antes, no? Qué manera de hacer sufrir a la gente.

Control Mossos toque de queda coronavirus - Sergi AlcàzarUn control durante el toque de queda. / Sergi Alcàzar

¿Dónde queda la libertad?

Sin ninguna intención de compararlo con la actualidad, que el Gran Hermano me libere de este pecado, la pandemia no ha hecho más que controlarnos. Bueno, sí, estamos de acuerdo que en un momento de saturación sanitaria tienes que imponer unas restricciones para no irte más a la mierda, pero lo que no ha parado de sorprender es el cambio constante de criterios. Toque de queda; reuniones de máximo 10 personas, de 6, sólo convivientes, cerrado en la habitación... positivo, negativo, PCR, antígenos, contacto de positivo, contacto estrecho de positivo, vacunación sí; vacunación no, que es mi cuerpo y todavía me pondrán un chip; luz verde al pasaporte covid; ah, no, que ya no vale...

Mientras tanto todo el mundo tiene que estar pendiente de la telepantalla para enterarse de las últimas novedades de Salud. La gran mayoría de la población ha obedecido y ha hecho en todo momento lo que se decía, pero lo que es innegable es que la pandemia ha recortado las libertades de las personas y la frase de 'la luz al final del túnel' se ha dejado caer más de una vez, pero se ve que es el túnel más largo del mundo.