El 4 de marzo de 1975, 18 de los 34 concejales del Ayuntamiento de Barcelona votaron en el pleno del consistorio en contra de una moción que proponía una subvención a clases de lengua catalana. El Comissionat de Programes de la Memòria del ayuntamiento ha querido conmemorar estos hechos con una exposición en el patio del Palau de la Virreina: 1975. Els regidors del NO al català. Paralelamente, este miércoles, a las 18h, se celebra en el Salón de Crónicas un acto con presencia de Ricard Vinyes, comisionado de Programas de la Memoria, el comisario de la exposición, Martí Marín Corbera, el periodista Josep Maria Cadena, y Miquel Ángel Pasqual, cantante de La Trinca.

El NO

Corrían los últimos tiempos del franquismo, y dentro del régimen algunos sectores trataban de ganarse el catalanismo moderado. A pesar de todo, el Ayuntamiento estaba constituido mayoritariamente por miembros de Falange e incluso algunos concejales eran ex-combatientes, poco predispuestos a cualquier medida aperturista. Un concejal, Jacinto Soler Padró, propuso que el Ayuntamiento contribuyera con menos de un 0,5% de su presupuesto a la enseñanza de la lengua catalana. Sólo 9 concejales dieron apoyo a Solé Padró. 18 votaron en contra y 7 se abstuvieron. Algunos de los votos negativos se apoyaron en pretextos presupuestarios. La realidad es que, para los franquistas más puros, el catalán sólo era soportable como una peculiaridad exótica, que podía tolerarse dentro del ámbito doméstico, pero nunca dentro del ámbito público. No se entendía, pues, su inclusión en el sistema educativo.

Los 18

La exposición del Ayuntamiento quiere recordar a los 18 individuos que se negaron a dar apoyo a la lengua catalana en aquel momento de persecuciones. Se trata de: Mariano Ganduxer Relats, José Mª Dot Bosch, Rafael Luján López, Rafael de Ferrater Ramoneda, José Canalda Vilache, Ramón Torres Muños, Vicente Febrer Solsona, José Mª Tormo Magrans, Antonio Cañellas Sidós, Juan Abellán Hernández, Vicente Costa Ugeda, Rogelio Mir Martí, Jesús Calvo Martínez, José Güell Ramon, Juan Cabañero Alarcón, Pedro Llorens Lorente, Pedro Salvat Virgili y Mercedes Carbó Colomer.

La reacción

El NO de los concejales era previsible, pero quizás era mucho menos previsible la reacción popular. Las Asociaciones de Vecinos, en buena parte inspiradas por el PSUC, se movilizaron. La prensa, que disfrutaba de un cierto aperturismo en ese momento, también posicionó en algunos casos en contra de los 18; lo hizo gracias a la valentía de algunos periodistas, como Tísner. Algunas entidades lanzaron una campaña bajo el eslogan "Queremos los Ayuntamientos y la Escuela Catalanes y Democráticos": recogieron 118 adhesiones de asociaciones. Incluso algunas entidades poco politizadas rechazaron la posición del Ayuntamiento. La Trinca sacó una canción, 18 jutges, en que satirizaba a los 18 concejales. Los cantantes aparecían, en el vídeo de la canción, rodeados de asnos. 

La rectificación

Dos meses después de la votación negativa, el Ayuntamiento votaba de nuevo una moción relativa a la lengua catalana. Aprobó ceder el presupuesto previsto por Soler Padró a la enseñanza del catalán. Pero, además, se decidió la creación de tres comisiones para trabajar sobre la identidad catalana: "Comisión de Lengua y Literatura Catalanas, Comisión de Historia y Arte de Cataluña" y "Comisión de Tradiciones y Costumbres Catalanas". Tuvieron poca resonancia, porque sus tareas coincidieron con la preparación del Congrés de Cultura Catalana. Pero demostraban la debilidad de las instituciones ante de las presiones populares. Cuando llegó la democracia, ninguno de aquellos concejales fue reelegido, aunque todos ellos intentaron enmascarar su pasado.

Una relectura de la transición

Esta exposición se enmarca dentro de un cambio de perspectiva en los estudios de la transición. Frente a los estudios predominantes hasta hace algunos años, que hablaban de una transición "otorgada" por las élites políticas, que se habrían "suicidado", se pone de manifiesto que hubo una lucha popular potente en contra del franquismo. De esta tendencia se tiende a visibilizar que el franquismo terminó por disolverse en una transición que fue muy conflictiva (incluso hubo muchos muertos). Y el protagonismo ya no está monopolizado por el Rey, Carillo o Suárez, sino que se reparte con muchos otros protagonistas: sindicatos, asociaciones de vecinos, militantes políticos, periodistas...