Que los castellanohablantes acostumbran a tener problemas para pronunciar las elles finales del catalán, ya es suficientemente conocido. Ahora bien una cosa es la dificultad de reproducir sonidos a los cuales uno no se ha acostumbrado desde pequeño y otra cosa es que eso acabe transcribiéndose tal cual sobre el papel. Y eso es lo que ha hecho al Tribunal Supremo, que ha escrito mal, talmente como si lo quisiera castellanizar, el apellido de Jordi Turull, que en la providencia donde se le cita para el viernes aparece como Turul, un error que, por suerte, no se reproduce ni con Forcadell ni con Rull. 

Curiosamente, las -i- entre los apellidos son todas minúsculas mientras que la de Josep Rull es mayúscula, otro error en un documento oficial que se supone que debe estar bien escrito.