El doctor Eduard Estivill, pediatra y neurofisiólogo, es pionero en el tratamiento de los trastornos del sueño. Lleva treinta años ocupándose de que adultos, adolescentes y niños descansemos mejor y conciliamos el sueño. Estas semanas de confinamiento por la pandemia han cambiado nuestros hábitos y como consecuencia se le ha levantado trabajo. De hecho, ha visto aumentar las consultas en un 30 por ciento. Fundamentalmente por "el insomnio de inicio, cuando cuesta empezar a dormir, y pesadillas. ¿Cuál era la causa? Normalmente es por la acumulación de tensión y de ansiedad durante el día. Durante el confinamiento, sobre todo en las primeros semanas, la causa básica de no dejarnos dormir era la angustia provocada por la incertidumbre de no saber lo que pasará y también por el bombardeo de información". Otros síntomas que afloran son más tristeza, decaimiento frente las emociones y más irritabilidad, sobre todo en las personas mayores.

El teletrabajo y los colegios cerrados han hecho que los núcleos familiares hayan convivido juntos muchas más horas de lo habitual y eso cambia también las conductas y los hábitos. "Por una parte, pasar más tiempo con los niños puede haber favorecido el contacto, pero como se produce de una forma que no es normal, a veces también puede haber más gritos, malentendidos, sobre todo con los adolescentes que no estaban tantas horas en casa". Este profesional de la medicina ha apreciado pequeños trastornos de conducta en los niños de 5 ó 6 años, que hacen "regresiones de adquisiciones que ya tenían, y que se vuelven a hacer pipí en la cama".

Como terapia para el retorno a la llamada "nueva normalidad", Estivill aconseja mantener las rutinas de horarios fijas de ir a dormir y de levantarnos, hacer un poco de ejercicio, que nos toque un poco el sol, horario de las comidas, desconectar progresivamente sin móviles ni tablet....i "dieta informativa", escogiendo un sol medio una vez al día y no pasarnos el día mirando las noticias de la televisión porque todas hablan de lo mismo y contribuyen a la angustia. Del cierre forzado en casa saca una lección positiva: "Hemos tenido la primera y única oportunidad en España de dormir las horas que necesitamos. Aquí dormimos una hora menos que el resto de los europeos. Si lo hacemos, nuestro sueño será mejor".

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