De todas las vitaminas, la K es quizá una de las que menos conoce la población, y eso que cumple una función básica para el organismo y, por tanto, merece un lugar destacado en nuestra dieta junto a las vitaminas A, C y D. En realidad, hay dos tipos de vitamina K: por un lado, la más común, la filoquinona (vitamina K1) que se encuentra de forma natural en una gran variedad de plantas y, por otro, la menaquinona (vitamina K2), que se encuentra en alimentos fermentados, en productos de origen animal y en el microbioma intestinal. Nuestro organismo procesa una parte de la vitamina K1, convirtiéndola en vitamina K2, por lo que los dietistas recomiendan ingerir más alimentos ricos en vitamina K1.

Los investigadores analizaron los datos nutricionales de más de 50.000 personas que participaron en un estudio realizado durante décadas en Dinamarca. Comprobaron que quienes consumían más alimentos con alto contenido en vitamina K tenían un 21% menos de riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular aterosclerótica que los que consumían cantidades más bajas. Aunque es posible obtener un impulso de vitamina K a través de suplementos, al igual que se pueden aislar otras vitaminas o minerales de la misma manera, los estudios anteriores sobre los suplementos en general ponen en duda que esta sea la mejor ruta. Por ejemplo, una revisión de investigación de 2019 analizó tanto estudios observacionales como ensayos aleatorios sobre multivitaminas, antioxidantes, vitamina E, ácido fólico y betacaroteno, que han demostrado ser prometedores para la salud cardiovascular. Pero los investigadores encontraron pocas pruebas de que alguno de estos ayudase en la prevención o el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.

Los alimentos ricos en vitamina K tienen importantes beneficios para la salud

Vitamina K
Vitamina K

Los alimentos ricos en vitamina K tienen importantes beneficios para la salud: desde un efecto protector del corazón, mantiene nuestros huesos fuertes, previene la calcificación de las arterias y juega un papel muy importante en el proceso de coagulación de la sangre. Se trata de una vitamina liposoluble cuyo papel esencial es la coagulación de la sangre, evitando sangrados descontrolados, la síntesis de las proteínas que se encuentran en el plasma, los riñones y huesos. También previene enfermedades cardíacas y un déficit de esta puede provocar caries, osteoporosis, venas varicosas o enfermedades infecciosas. 

Actualmente, la dosis diaria recomendada de alimentos ricos en vitamina K por las autoridades sanitarias europeas se sitúa en los 75 microgramos (mcg) al día para adultos y adolescentes y en los 35 microgramos para los niños. Una ración de brócoli o de col rizada nos aporta esta cantidad de vitamina K recomendada. Pero, ¿qué pasa si nos quedamos cortos? En realidad, es muy raro tener una deficiencia de vitamina K, si seguimos las directrices de las autoridades sanitarias y lo cierto es que, en nuestra sociedad, es más frecuente el déficit de alimentos integrales. Aun así, la ingesta de vitamina K es muy baja entre la población europea si la comparamos con países como China o Japón (250 mcg /día).