Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) se calcula que en España se diagnosticarán 7.474 casos de melanoma cutáneo en 2022, un aumento del 18% respecto al año anterior, en el que hubo 6.108 casos, lo que pone de manifiesto el crecimiento de este tipo de cáncer de piel causado principalmente por los rayos ultravioleta (UV) del sol.

La mejor forma de prevención es, por tanto, protegerse de ellos y por eso desde hace años se lanzan campañas para concienciar a la población de la necesidad de utilizar protección solar y otros métodos que resguarden la piel de la exposición a estos rayos solares.

Sin embargo, todavía existe la conciencia de que broncearse en verano no entraña riesgos, cuando los expertos alertan de que no existe el bronceado seguro. Cada vez que nuestra piel se pone muy morena, estamos provocando un daño en el ADN y aumentan las posibilidades de desarrollar melanoma.

También existen todavía algunos errores que sigue cometiendo la población en cuanto al uso de la protección solar. Por ejemplo, son muchos los que piensan que un protector solar SPF 30 ofrece el doble de protección que el SPF 15. En realidad, el SPF (factor de protección solar) no es lineal. SPF 15 bloquea el 93 por ciento de los rayos UV, mientras que SPF 30 bloquea el 97 por ciento, un aumento de solo un 4 por ciento más de protección.

Una mujer se aplica protección solar : Publicdomain
Una mujer se aplica protección solar / Publicdomain

El SPF –el número que aparece en los productos de protección– en realidad tiene que ver en con el tiempo de exposición y depende del tipo de piel de la persona. Una mujer o un hombre tarda 10 minutos en ponerse rojo cuando toma el sol, utilizando un SPF 30 habría que multiplicar por 10 y pasarían 300 minutos antes de quemarse. Las personas con un tipo de piel más oscura que tardan más, podrían utilizar el protector cada más tiempo, aunque los dermatólogos aconsejan utilizarla con más frecuencia porque el agua o la arena pueden restar eficacia al producto. Por eso, para evitar olvidos, y sobre todo en el caso de los niños, es más adecuado utilizar el máximo factor de protección.

Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, los fotoprotectores nunca deben considerarse un procedimiento sin riesgos para prolongar la exposición solar. Deben aplicarse 15 minutos antes de la exposición solar, repitiendo cada 2 o 4 horas. La cantidad aconsejada es 2 ml o mg por cada centímetro cuadrado de piel.

También es preferible utilizar protectores solares en crema o loción en lugar de aerosoles, porque en estos casos parte del producto se pierde en el aire y se obtiene una menor protección frente al sol. Hay que distribuirlos correctamente por toda la piel, aplicando generosamente sin olvidar las áreas sensibles, como la cara, las orejas, la nuca y la parte superior de los pies, o los lugares difíciles de alcanzar, como la espalda. Además, se deben comprar cada temporada, ya que caducan.

Y, por último, sigue siendo recomendable usar sombreros que cubran todo el rostro y utilizar unas buenas gafas de sol con protección UVA y UVB.