Se trata del grupo de macronutrientes (junto a las proteínas y las grasas) que deben estar en la base de nuestra alimentación y abarca un amplio número de alimentos. Se habla mucho de los hidratos de carbono y su influencia en la salud, pero hay que tener en cuenta que no todos los hidratos de carbono son iguales y su impacto en la salud depende del tipo de hidrato a considerar:

Comenzaremos con las verduras, hortalizas y hongos, se trata de alimentos ricos en vitaminas, minerales, oligoelementos, fibra y agua pero muy bajos en contenido de grasas y glucosa, por lo que no aportan gran cantidad de energía. Este es un aspecto muy importante en la alimentación ya que la mayoría de enfermedades ligadas al metabolismo (obesidad, diabetes, hipertensión, colesterol…) son debidas a un aporte excesivo de calorías en forma de glucosa. Se trata de alimentos muy nutritivos y muy  poco energéticos que se deben consumir a diario.

A continuación, estaría la fruta, con mismas propiedades que las verduras pero con un aporte adicional de azúcar, lo que la convierte en una excelente merienda para niños y adolescentes ya que aporta nutrimentos y energía, ahora bien, debe limitarse su consumo en diabéticos, personas sedentarias o con sobrepeso.

Hidratos de Carbono
Hidratos de Carbono

Seguido se sitúan los tubérculos (patatas, boniatos, yuca…) su aporte nutricional es bastante inferior al de las verduras, pero con un aporte energético importante en forma de almidón (azúcar compuesto), lo que limita su interés a personas jóvenes y a deportistas que sean capaces de quemar el exceso de energía aportado por estos alimentos.

En cuarto lugar, tenemos las legumbres, que además de su contenido en determinadas proteínas (por otro lado innecesarias para aquellos que también comen huevos, queso, pescados o carnes) aportan  azucares en forma de almidón, lo que también las hacen desaconsejables en personas diabéticas u obesas. Sin embargo en jóvenes, deportistas y personas que realizan esfuerzo físico de forma regular se trata de un plato muy adecuado a la par que sabroso.

Tras las legumbres estarían los cereales, alimentos básicamente energéticos y con un pequeño aporte nutricional muy limitado, salvo la fibra incluida en los cereales integrales. La limitación de su uso a niños y personas con alto gasto energético redundaría en mejora de la salud colectiva. Sin embargo en la población sedentaria los cereales constituyen un error nutricional.

En último lugar, se sitúan las harinas, farináceos, panadería, repostería, bollería, azúcar, refrescos, chucherías, etc. que además de no aportar ningún tipo de nutrimento, son una fuente de energía innecesaria que contribuye al desarrollo de enfermedades como la diabetes, el colesterol, la hipertensión y la obesidad entre otras.