Las personas que siguen una alimentación vegana eliminan de su dieta todos los productos de origen animal y sus derivados, y los crudiveganos también, pero sin cocinar a más de 47 °C. Son muchos los estudios científicos que muestran que los vegetarianos y los veganos tienen unos mejores índices de salud que el resto de la población, aunque es importante señalar que, generalmente, estas personas suelen tomarse más en serio su salud, llevan una vida menos sedentaria y se cuidan más. 

Medidas a tomar

Es importante que una persona que quiera comenzar un estilo de vida vegana lo haga bajo supervisión médica, porque existen algunas carencias alimenticias que deben ser fiscalizadas por un profesional. Por ejemplo, la carne es una excelente fuente de proteínas de calidad, incluida la roja.

Aporta micronutrientes esenciales como hierro, zinc, selenio, potasio y un abanico de vitaminas del grupo B como niacina (B3), riboflavina (B2), tiamina (B1) y vitaminas B6 y B12. El calcio es un nutriente esencial para los huesos y se encuentra mayoritariamente en los productos derivados de los lácteos. Los pescados y mariscos son ricos en omega 3, que es un tipo de grasa que nuestro organismo no puede producir por sí solo y que tiene efectos antiinflamatorios y autoinmunes. 

Todas estas razones han llevado a algunos expertos a concluir que una dieta vegana puede afectar, por ejemplo, a la fortaleza de los huesos. Este estudio realizado por expertos de Oxford concluye que las personas que no comen carne y los veganos tienen más probabilidades de sufrir fracturas óseas, especialmente en la cadera.

Por eso es importante saber qué tipo de ejercicio puede resultar de ayuda en estos casos. Según esta nueva investigación, el entrenamiento de fuerza tiene un impacto muy positivo en la salud ósea de las personas que siguen una dieta vegana. De hecho, se concluye que quienes lo realizan con regularidad, tienen una mejor microestructura ósea que los veganos que no los hacen.

El de fuerza es un tipo de entrenamiento que busca desarrollar el crecimiento muscular. Suele realizarse por zonas (brazos, piernas, abdominales, espalda…) con cargas, pesas o el propio cuerpo y al menos tres días a la semana durante un mínimo de media hora.

Mujer haciendo abdominales / Unsplash
Mujer haciendo abdominales / Unsplash

Los mejores ejercicios

Tres de los ejercicios más habituales son las sentadillas, que se llevan a cabo de pie, separando las piernas a la altura de los hombros. A continuación, se flexionan las rodillas, se baja lentamente con la espalda recta y se van estirando los brazos, hasta que más o menos la cadera queda a la altura de las rodillas. Se puede hacer apoyando la espalda en la pared al principio. 

Las flexiones, que consisten en colocarse boca abajo, con las manos apoyadas en el suelo y separadas según el ancho de los hombros y el resto del cuerpo en el aire excepto los pies, que deben estar apoyados. A continuación, empezar a subir y bajar manteniendo la espalda recta.

Y las abdominales, que se realizan boca arriba, con la espalda recta bien apoyada en el suelo. Las piernas deben estar flexionadas al ancho de la cadera. Se ponen las manos sobre el pecho o detrás de la cabeza, pero sin tirar del cuello. A continuación se eleva el tren superior manteniendo la zona lumbar pegada al suelo.