La apnea obstructiva del sueño es una enfermedad que se caracteriza por una oclusión total o parcial de la vía aérea superior de los pacientes durante el sueño. Debido a ello, la respiración se detiene hasta que se produce una microexcitación que reactiva los músculos y reabre las vías respiratorias.

Como explica la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), la apnea (falta de aire) se produce cuando los elementos que tienden a cerrar la vía aérea no pueden ser compensados por la capacidad de los músculos dilatadores de la faringe y de los centros respiratorios para mantenerla abierta.

Debido a estas apneas, que producen hipoxia (falta de oxígeno en el organismo) y la fragmentación del sueño, los pacientes no pueden dormir y descansar correctamente y, durante el día, suelen sufrir somnolencia diurna o cansancio. Por esta situación, este trastorno puede tener importantes consecuencias para la salud, como mayor riesgo de sufrir accidentes de tráfico o laborales, un impacto en la salud cardiovascular, favorecer la hipertensión arterial mal controlada o resistente, así como la cardiopatía isquémica, el cáncer o el infarto cerebral.

Hasta ahora los estudios epidemiológicos han variado notablemente en cuanto a su metodología, criterios de inclusión de series poblacionales, criterios diagnósticos y de gravedad, lo que ha implicado una gran variabilidad en los datos. Los estudios apuntan a que la carga de esta enfermedad se sitúa entre el 4% y el 30%. No obstante, en promedio se puede considerar que esta enfermedad afecta a alrededor del 10-15% de los adultos de edad media, más los varones que las mujeres.

Hombre sobre la almohada

Tal y como informa la SEPAR, se ha llegado a un consenso mediante el cual se incluyen dos algoritmos para ayudar a paliar el infradiagnóstico de esta enfermedad, que es muy alto, ya que algunos estudios lo han llegado a cifrar en alrededor de un 70%.

Uno de los algoritmos es para mejorar el diagnóstico en la atención primaria y el otro para mejorarlo en la atención especializada. El objetivo es implicar a los médicos de atención primaria en el diagnóstico de la apnea, para que puedan realizar estudios del sueño de modo coordinado con los especialistas de las unidades de sueño. Y dar más peso a los estudios simplificados para diagnosticar esta enfermedad.

Desde el punto de vista terapéutico, hasta ahora muchos documentos de consenso y guías clínicas se centraban en proponer o no el uso de la CPAP (presión positiva continua de la vía aérea), una técnica que consiste en proporcionar un flujo de aire de forma continua mediante un equipo al paciente para ayudarle a mantener la vía abierta y que esta no se obstruya durante el sueño.

La CPAP se ofrece como principal tratamiento de la apnea obstructiva del sueño. Los expertos proponen ofrecer tratamientos para la apnea reversible que se dirigen a tratar la patología o patologías que intervienen en el desarrollo del trastorno y que son reversibles, como el sobrepeso o la obesidad; las amígdalas hipertróficas o microretrognatia (tener la mandíbula pequeña y el mentón aplanado), para las que se puede ofrecer cirugía; o el reflujo gastroesofágico o el hipertiroidismo, también ambas patologías tratables.

Una vez que se han ofrecido todos estos tratamientos y se han recomendado medidas higiénico-dietéticas, se valora si la CPAP está indicada o no. Se trata con CPAP a los pacientes con un índice de apneas por hora igual o mayor de 15 si existe hipertensión, excesiva somnolencia o síntomas relacionados con el sueño no explicados por otras causas.