El aumento de peso en la menopausia es muy común. Influyen diferentes factores como las hormonas, el envejecimiento, el estilo de vida o la genética. Es importante recordar que el periodo de la finalización de la regla pasa por diferentes fases.

En primer lugar, la perimenopausia, que ocurre antes de la menopausia en sí y en la que los niveles de estrógeno se vuelven erráticos y los niveles de progesterona disminuyen. Una mujer puede comenzar la perimenopausia en cualquier momento entre los 30 y los 50 años, pero esta transición generalmente ocurre a los 40 y dura de 4 a 11 años. En esta época suelen producirse en ocasiones sofocos e intolerancia al calor, trastornos del sueño, cambios en el ciclo menstrual, dolores de cabeza, cambios de humor, como irritabilidad, depresión, ansiedad y un ligero aumento de peso.

A continuación llega la menopausia en sí, que ocurre cuando una mujer no ha tenido un período menstrual durante 12 meses. La edad promedio de la menopausia es de 51 años y los síntomas son como los de la perimenopausia pero más acentuados.

En tercer lugar, la posmenopausia comienza después de que desaparece la menstruación y en ella se siguen produciendo algunos cambios hormonales y físicos.

En la primera parte de la perimenopausia, los ovarios a menudo producen cantidades extremadamente altas de estrógeno. Algunos trabajos como este estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, que concluyen que los altos niveles de estrógeno pueden promover el aumento de grasa. Esto se debe a que los niveles altos de estrógeno están asociados con el aumento de peso y una mayor cantidad de grasa corporal durante los años reproductivos. Además, otro factor que contribuye al aumento de peso en la perimenopausia puede ser el aumento del apetito y la ingesta de calorías que se produce en respuesta a los cambios hormonales.

Mujer madura

En esta investigación se concluyó que los niveles de la conocida como hormona del hambre, la grelina, eran significativamente más altos entre las mujeres perimenopáusicas, en comparación con las mujeres premenopáusicas y posmenopáusicas.

Durante la menopausia, los niveles bajos de estrógeno promueven el almacenamiento de grasa en el área del vientre como grasa visceral, un tipo de grasa relacionada con la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas y otros problemas de salud.

Los bajos niveles de estrógeno en las últimas etapas de la menopausia también pueden afectar la función de la leptina y el neuropéptido Y, hormonas que controlan la saciedad y el apetito. Los efectos de la progesterona sobre el peso durante la transición a la menopausia no se han estudiado tanto.

A esto se añade que las mujeres menopáusicas generalmente son menos activas que cuando eran más jóvenes, lo que reduce el gasto de energía y conduce a una pérdida de masa muscular.

Las mujeres menopáusicas también tienen con frecuencia niveles más altos de insulina en ayunas y resistencia a la insulina, lo que impulsa el aumento de peso y aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca.