Puede que no seamos solo lo que comemos, pero la alimentación tiene una influencia directa en nuestro cuerpo. De hecho, si cada vez que nos sentáramos a la mesa para comer cuidáramos el menú, conseguiríamos reducir el 37% de sobrepeso y también el 17% de obesidad que, según la última Encuesta Nacional de Salud, sufren los españoles. Y no solo la báscula estaría de enhorabuena. Nuestra salud cardiovascular también lo agradecería, ya que una dieta como la mediterránea ayuda a disminuir los niveles de colesterol y reduce la posibilidad de padecer diabetes e incluso un infarto o ictus. Tanto, que se calcula que seguir una dieta saludable puede reducir hasta un 30% el riesgo cardiovascular.

La alimentación tiene una influencia directa en nuestro cuerpo

Para que la alimentación sea equlibrada, hay que empezar por saber qué productos se deben adquirir. Por eso el primer paso consiste en tomar las decisiones acertadas en el supermercado. Estos consejos pueden echar una mano.

1. Dividir el carro del supermercado en tres

Se trata de una técnica sencilla que deriva de la famosa regla del plato, que parte de la idea de que la dieta idónea debe tener el doble de cantidad de verduras y hortalizas que de proteínas y de hidratos de carbono. Por eso, si se dividiera un plato en tres porciones de forma que una de ellas ocupara la mitad y las otras dos, un cuarto de plato cada una, se tendría que rellenar esa mitad con verduras y hortalizas, un cuarto con proteínas (carne, pescado, huevos, legumbres…) y otro cuarto con hidratos de carbono como pasta, arroz o pan. Esa misma regla puede aplicarse al carro de la compra: se debe llenar la mitad de él con verduras y hortalizas, un cuarto con proteínas y otro cuarto con hidratos de carbono.

Carro compra
Carro compra

2. Leer el etiquetado

De la misma forma que antes de firmar algo hay que leer la letra pequeña, no se debería adquirir nada sin echar un vistazo al etiquetado del producto que se mete en la cesta de la compra. La razón es que esa etiqueta ofrece información que es fundamental para el organismo. La regla de oro es escoger los productos bajos en azúcares refinados así como en grasas saturadas, grasas trans y sal. También hay que tener en cuenta que expresiones como «sin azúcares» o «sin grasa» no quieren decir que ese producto no tenga nada de azúcar o de grasa, sino que son alimentos que no contienen más de 0,5 g de azúcar por cada 100 g de alimento o que aportan menos de 0,5 g de grasa por cada 100 g de producto.

3. Distinguir entre los diferentes tipos de grasas

Para conseguir equilibrar la dieta, la cantidad de alimentos ricos en grasas que se consuman a diario no debe superar el 35% de la ingesta total. Pero no todos los tipos de grasas son iguales. Los ácidos grasos monoinsaturados, como el aceite de oliva y los poliinsaturados (omega 3 y 6), son beneficiosos para el organismo, mientras que las grasas trans y las saturadas son las más perjudiciales.

4. Dulces: cuantos menos, mejor

El azúcar que se toma cada día no se limita al que se echa al café, el té o el yogur. Muchos productos manufacturados contienen azúcares, pero lo más seguro es que esto no se sepa si no se lee la etiqueta. Por eso es importante fijarse en el etiquetado y recordar que frases como «sin azúcares añadidos» no significa que el producto no tenga azúcar, sino que no se ha añadido ningún azúcar simple y que el producto contiene azúcares naturales.

5. Productos de temporada, la mejor opción

Los productos de temporada se encuentran en el mejor momento para el consumo, por eso aportan más beneficios. Si a eso se les suma que son los que mejor relación calidad-precio tienen, la recomendación de los especialistas es clara: decantarse por los productos de la temporada en la que se esté es una de las mejores decisiones que se pueden tomar al hacer la compra.

6. Alimentos restringidos

No hay alimentos prohibidos, pero sí se debe tener en cuenta que ciertos productos deberían consumirse solo de manera ocasional: refrescos azucarados, zumos industriales, bollería, carnes rojas, embutidos grasos y quesos curados. Tomarlos de vez en cuando no hacen ningún daño, pero no conviene que se conviertan en parte de la dieta diaria.