Cada año en enero, la publicación U.S. News & World Report publica una lista con las mejores y peores dietas del año divididas en diferentes categorías –la mejor dieta general, la mejor para la salud del corazón o la mejor para bajar de peso–. En la elaboración participa un panel de 27 expertos reconocidos a nivel nacional en dieta, nutrición, obesidad, psicología alimentaria, diabetes y enfermedades cardíacas.

Las características positivas que se tienen en cuenta son que sean flexibles y que no contengan una larga lista de alimentos prohibidos, que se centren en productos saludables, con mucha frutas y verduras y cereales integrales y que restrinjan el consumo de alimentos procesados ​​y azúcares añadidos.

Por quinto año consecutivo, la dieta mediterránea se ha alzado como la “mejor dieta en general”, por varias razones. Por su calidad nutricional, por sus beneficios para la salud y por su sostenibilidad a largo plazo –se puede seguir a lo largo de la toda la vida porque no es demasiado restrictiva–, entre ellas. Además, también se situó entre los primeros puestos en la clasificación de las dietas más fáciles de seguir, más adecuadas para la diabetes, para el corazón y para ayudar a prevenir la demencia.

Más o menos al mismo nivel se sitúa la dieta DASH, especialmente indicada para reducir la presión arterial, así como la dieta flexitariana, en la que se priman sobretodo los alimentos vegetales por encima de la carne. Otro de los tipos de alimentación que obtuvieron una buena puntuación son la dieta MIND para reducir la demencia, que se basa en un alto consumo de verduras, frutas y lácteos sin grasa con un alto contenido en calcio, potasio y magnesio y un consumo moderado de cereales integrales, carnes magras y pescado. Y la última entre las mejores es la dieta TLC, una abreviatura de “cambios terapéuticos en el estilo de vida” desarrollada por el Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol del Instituto Nacional de Salud y enfocada en este aspecto de la salud.

Adelgazar

Por el contrario, entre las peores se sitúa la dieta Dukan, creada por el nutricionista francés Pierre Dunkan y en la que se prioriza el consumo de proteínas, con un contenido de un 72% de alimentos de origen animal y un 28% de procedencia vegetal.

Tampoco fue bien valorada la dieta GAPS, enfocada a mejorar la microbiota intestinal, que  deja de lado los cereales, los carbohidratos refinados, azúcares, alimentos procesados ​​o verduras con almidón. Otras de las que fueron peor valoradas fueron las dietas Keto y Keto modificada, que priman el consumo de grasas y restringen una gran cantidad de alimentos ricos en carbohidratos. La diferencia entre la primera y la segunda es que, en esta última, se pasa de tomar entre un 50% y un 65% de grasa en lugar de entre 70% a 75%).

Por último, debido a todas sus reglas y restricciones, son mal consideradas por los expertos la dieta Whole30 –en la que se eliminan las principales fuentes de hidratos de carbono– y la dieta AIP (o dieta del protocolo autoinmune) orientada a reducir la inflamación y que implica no comer ciertas variedades de alimentos (tipo dieta Paleo) para observar los efectos que causa en la salud, sobre todo ante la presencia de enfermedades autoinmunes. Sin embargo, aún cuenta con poca evidencia científica.