Hacer deporte es sano, pero no es suficiente. La actividad física no puede ser utilizada como coartada para eludir otros hábitos saludables.

Falsas necesidades y creencias

Uno de los resultados más destacables de un estudio, y que en cierta medida puede resultar sorprendente, fue que el 22,78 por ciento de los jugadores analizados tenían un peso excesivo (el 18,35 por ciento sobrepeso y el 4,43 por ciento obesidad). Esto puede explicarse atendiendo a que la actividad física no es el único factor que influye en el peso, y quizá las falsas necesidades y creencias que nos ha impuesto la sociedad en los últimos tiempos hayan favorecido esta situación. Por ejemplo, las actividades de ocio de los menores parece que han derivado más hacia el sedentarismo que a la actividad, lo cual contribuye a acrecentar este problema.

Por otro lado, resulta importante destacar que la alimentación desempeña un papel fundamental en relación con el exceso de peso. En estudios previos realizados por el equipo, hemos analizado la influencia que ejercen los factores ambientales como, por ejemplo, la disponibilidad de adquirir comida no saludable en puntos de venta de fácil acceso o la publicidad, en relación con el deterioro de la alimentación de la población, no sólo en términos calóricos sino también nutricionales.

Alimentos Adolescentes
Alimentos Adolescentes

Resulta importante destacar que la alimentación desempeña un papel fundamental en relación con el exceso de peso

Casi el 70% de los jugadores estaban en disposición de mejorar su patrón dietético para adecuarlo al modelo mediterráneo.

El marco teórico de referencia utilizado en esta investigación ha sido la Dieta Mediterránea. Hemos observado que casi el 70 por ciento de los jugadores estaban en disposición de mejorar su patrón dietético para adecuarlo al modelo mediterráneo. Y los resultados no fueron mejores al referirse a la hidratación, entendida como la ingesta de líquido durante el desarrollo de los partidos y necesaria para compensar las pérdidas ocasionadas por la competición.  Los resultados indicaron que aproximadamente el 10 por ciento de los jugadores, no ingerían nada de líquido durante la actividad deportiva. Si bien es cierto que no se consideró el nivel previo de hidratación y que las condiciones ambientales no fueron extremas lo cual minimiza el riesgo de aparición de deshidratación, ésta no debe ser obviada, ya que su presencia puede producir efectos negativos en el futbolista joven, como disminución del rendimiento físico-deportivo o el aumento del riesgo de lesión.

Un aspecto destacable, por innovador, ha sido el hecho de desarrollar el estudio en un contexto poco habitual en cuanto a intervenciones educativas se refiere. La mayoría de las recogidas en estudios científicos previos se llevaron a cabo en entornos escolares. Sin embargo, son varios los autores que aconsejan ampliar el radio de acción de la educación sanitaria. Consideramos el entorno futbolístico como idóneo por tratarse de un contexto que, a priori, puede ser entendido como promotor de salud.