Aquí tienes algunos puntos que te ayudarán a prolongar tu actividad deportiva muchos años:

Nunca es tarde para comenzar a hacer deporte. Pero estamos limitados por nuestra capacidad de aprendizaje, que se ve limitada una vez se han cerrado las estructuras de aprendizaje propias del periodo infantil. El problema por tanto no es físico (todo se puede entrenar), sino neuronal. Para conseguir una técnica perfecta en la edad adulta debes adquirir unos hábitos que modifiquen los que ya tienes, no aprender unos nuevos. Así que no desesperes...

Edad límite para la competición. Hasta ahora pensábamos que el fin de la competición deportiva venía marcado por un decaimiento físico que provoca después un problema de decaimiento mental al observar una disminución del rendimiento. Pero el problema surge justo al revés. La capacidad animal de aprendizaje se basa en el proceso de habituación (aburrimiento) de nuestras neuronas ante hechos repetitivos. Las mismas acciones repetidas ocasionan respuestas cada vez menos intensas. Por eso, si quieres seguir progresando, sin aburrir tu mente ni tu cuerpo, debes buscar continuamente entrenamientos variados, divertidos y novedosos.

No hay edad mala para empezar a hacer deporte

Que no te convenzan de que estás viejo. La presión social nos convence de que esa sensación es síntoma de envejecimiento y por tanto de decaimiento físico, lo que nos condiciona a perder la motivación para entrenar. Ese cambio de pensamiento afectará a la interpretación vital del deportista y su consiguiente liberación hormonal impidiendo que músculos, hormonas y sistema vegetativo se vean adecuadamente incentivados por el entrenamiento, por lo que obtenemos cada vez peores resultados y más lesiones.

Deporte
Deporte

Busca otras motivaciones. La edad y la experiencia llevan aparejados un conocimiento de la vida que hace difícil entrenar motivado si tu único objetivo es ganar. Estarás pensando en los placeres que te pierdes mientras entrenas, que desconocías hace unos años. En deporte, lo realmente difícil es mantenerse, porque una vez que has superado un reto, necesitas nuevos estímulos que te animen a seguir entrenando. Con la edad tus motivaciones pueden cambiar: conocer gente nueva, aprender un deporte nuevo o prepararte para el veranito son motivos tan válidos como quedar campeón del Mundo. Elige el tuyo.

Disfruta de la competición. No actuamos en virtud de los hechos, sino de las interpretaciones que realizamos de esos hechos o de lo que directamente imaginamos. Esa interpretación afecta a nuestro rendimiento físico, deportivo o intelectual. Si  interpretas una competición deportiva o un entrenamiento como una amenaza, activarás tu instinto natural de peligro y competirás agitado, sin fluidez, con los músculos agarrotados, por lo que tu rendimiento se verá muy afectado y te lesionarás con más facilidad. Además, cuando este instinto está activado, el resto de las funciones quedan relegadas (lo más importante es sobrevivir) y probablemente ha dificultado el descanso y la alimentación adecuados los días previos. Tómate las competiciones como otra oportunidad más de disfrutar de tu deporte.

¿Ansiedad? Un deportista que teme no poder responder a las expectativas creadas, activa un estado orgánico de protección donde las funciones corporales se encuentran en reserva para defenderse de un peligro acechante. Esta preocupación irracional ocasiona un problema físico real, ya que afecta a la liberación de hormonas que preparan nuestro cuerpo para el esfuerzo. La ansiedad no es una mera situación psíquica, sino una situación orgánica de adaptación a un peligro, aunque por supuesto depende de nuestro estado psíquico. Debes desear ganar, no tener miedo a perder. La motivación permite una mayor liberación de las hormonas necesarias para el rendimiento físico en estados de angustia y ansiedad.