Cuando los especialistas en nutrición y de la salud hablan de disminuir el consumo de sodio o de sal en la dieta, muchas personas creen que sólo implica eliminar el salero de las mesas o bajar la dosis de sal con que aliñamos los alimentos. Sin embargo, el sodio está presente en gran parte de lo que comemos y un consumo excesivo de éste puede traer grandes riesgos para la salud.

La sal consumida en exceso es una de las principales causas de la hipertensión arterial, la cual provoca el 5% de las muertes por enfermedades cardiovasculares, ya que el exceso de sodio hace que las arterias se pongan rígidas, dificultando el trabajo del corazón y los riñones. “La hipertensión es una enfermedad crónica que requiere tratamiento de por vida y aumenta el riesgo de padecer otros trastornos mucho más graves”, según afirman algunos especialistas en este ámbito.

La sal consumida en exceso es una de las principales causas de la hipertensión arterial

La sal no sólo está presente de manera física en los saleros, también la encontramos silenciosamente en otros alimentos que consumimos frecuentemente, tales como los caldos concentrados, conservas, embutidos, snacks y todo alimento que se deba conservar, incluso encontramos sodio en la leche, los que aumentan aún más el consumo de sodio diario, debido a que muchas veces no sabemos que está presente. Los especialistas puntualizan que “un adulto sano debe consumir idealmente entre 4 a 5 gramos de sal al día, pero ingerimos casi 11 gramos diarios, más del doble del valor que recomienda la Organización Mundial de la Salud”. Esta cifra es sobrepasada, porque casi todo lo que comemos tiene sodio y sólo consideramos la sal que nosotros le agregamos a las comidas. Cabe destacar que las personas hipertensas deben consumir de 2 a 3 gramos de sal al día.

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La sal, en el punto de mira

Los accidentes cerebrovasculares son otra de las consecuencias del alto consumo de sodio, a los que se suma la insuficiencia cardiaca e infartos; dificultad en la función de los riñones; disminución de la cantidad de calcio y la retención de líquidos. Esta última empeora el funcionamiento de los riñones, corazón e hígado y también genera edema e hinchazón de las piernas y los tobillos, así que es también algo a tener en cuenta, y un motivo más de peso para reducir el consumo de sal en nuestras comidas.

Si bien no se puede negar que la sal mejora el sabor de los alimentos, ésta es un gusto adquirido, por ende se puede disminuir gradualmente con pequeños cambios de conducta, como comer alimentos que tengan poco sodio, cocinar con menos sal o sustituirla por aliños como orégano, eneldo, romero, canela y jengibre, entre otros.