El ejercicio es fundamental para la salud del organismo. Tal y como sugiere la OMS, se podrían evitar hasta 5 millones de muertes al año si la población mundial fuera más activa. Las recomendaciones son hacer por lo menos de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa por semana para todos los adultos, incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad, y un promedio de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.

El otro pilar de la salud es la alimentación y son muchos los que se preguntan: ¿puede el ejercicio diario –incluso más que el recomendado– compensar una mala dieta? La respuesta es no. Y los estudios lo demuestran. Por ejemplo, esta investigación publicada en el British Journal of Sports Medicine, que concluye que los altos niveles de actividad física no contrarrestan los efectos perjudiciales de una dieta deficiente en cuanto a la posibilidad de desarrollar enfermedades. La actividad física regular y los buenos hábitos alimenticios van de la mano cuando se trata de su salud y longevidad a largo plazo.

Personas haciendo ejercicio en el gimnasio / Unsplash
Personas haciendo ejercicio en el gimnasio / Unsplash

Alimentación y ejercicio

Estos dos factores son igual de importantes a la hora de mantener una buena salud y existen sinergias entre ambos. La comida no es solo el combustible que nuestro cuerpo necesita para producir energía, también contiene todos los componentes básicos para la renovación celular indispensable para mantener en buen estado las funciones básicas del organismo.

El ejercicio, por su parte, mantiene los músculos y huesos en un estado óptimo, preserva la salud del corazón y equilibra la función hormonal y el estado de ánimo. Cuando la actividad física y la dieta sana se combinan, desciende considerablemente el riesgo de sufrir muchas enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares.

Además, ambos son necesarios para el control del peso, un aspecto esencial para la salud. De hecho, la obesidad está asociada a la aparición de enfermedades crónicas y aumenta el riesgo de mortalidad. Otros aspectos en los que la actividad física y la dieta pueden mejorar la salud, son la regulación de la inflamación, la función inmunológica y la masa muscular, que pueden extender su vida útil.

Es importante especificar en qué consiste una buena dieta. En todo el mundo, la dieta mediterránea sigue siendo el patrón establecido para mantener una buena salud y una baja inflamación durante toda la vida. En ella se incluyen alimentos básicos como frutas y verduras de forma diaria, cereales integrales, legumbres, pescado, mariscos, aceite de oliva como grasa principal y pequeñas cantidades de carne, huevos y lácteos.

Tal y como recoge este estudio de la Universidad de Barcelona, la dieta mediterránea está vinculada a una reducción importante de las enfermedades cardiovasculares.