Originaria de América Central, donde los aztecas lo conocían como “chile” o “chili”, los españoles introdujeron la guindilla en Europa tras el descubrimiento del nuevo continente. Hoy en día, España es uno de los grandes exportadores de este producto, del que existen numerosas variedades creadas y manipuladas para dotarlas de sabores distintos, con más o menos picor, adaptándose así a los distintos gustos de los consumidores. ¿Sabías que su consumo, si eres capaz de soportar su sabor picante, tiene múltiples beneficios sobre el organismo?

La potente acción antioxidante de las guindillas

A lo largo de los siglos, se han asociado propiedades beneficiosas de todo tipo con el consumo de guindilla, sobre todo gracias a sus componentes antioxidantes, que protegen las células del cuerpo del daño causado por los radicales libres. Entre todos ellos, destacan la luteolina y la capsaicina (o capsicina) y sus derivados. Esta última es responsable de la sensación de picor cuando comemos guindilla.

A lo largo de los siglos, se han asociado propiedades beneficiosas de todo tipo con el consumo de guindilla

La luteolina es un flavonoide cuya función principal en los seres humanos es la de bloquear la oxidación que provoca el deterioro de los tejidos del organismo. Además, tiene propiedades antiinflamatorias y moduladoras del sistema inmune. Asimismo, tiene la capacidad de incrementar el metabolismo de los carbohidratos, lo que contribuye a asimilar mejor los nutrientes ingeridos mediante la comida.

Por su parte, la capsaicina, además de la propia acción antioxidante, provoca un aumento en el metabolismo basal después de la ingesta de alimentos. ¿Qué significa esto? Pues que es capaz de aumentar la sensación de saciedad y disminuir así la cantidad de ingesta de alimentos. Por ello, en combinación con hábitos de vida saludables, los efectos a corto plazo de las guindillas pueden ser una ventaja adicional para las personas que quieren controlar su peso corporal.

Guindilla
Guindilla

Precauciones a la hora de cocinar con guindillas

El picor presente en la guindilla se transmite a través del tacto por lo que es conveniente utilizar guantes de goma cuando vayamos a cortarla. Si no disponemos de ellos, tendremos mucho cuidado y evitaremos tocarnos la cara, los ojos, la nariz y los labios. En caso de contacto hay que aclarar la zona con agua tibia.

Además, hay que tener en cuenta que la capsaicina es muy volátil por lo que, al manipular algunas variedades, es probable que sintamos cierto picor en los ojos o sensación de lagrimeo, como cuando cortamos cebolla.

Las semillas y las membranas interiores blancas son las más picantes. Si queremos recudir el sabor picante, evitaremos consumir estas partes. Y un truco: si remojamos las guindillas en agua fría con vinagre durante una hora también reduciremos el picor.