Una hora escasa de cacerolada en Gràcia. Mucho ruido y ningún disturbio. Ha sido la primera noche sin incidentes en la antigua vila desde el lunes, cuando se desalojó el Banc Expropiat. Lo que tenía que ser una cacerolada en todas las plazas y balcones de Gràcia se ha convertido en una cacerolada-rúa que ha salido de la plaza del Nord, donde había escasamente 10 personas a pie de calle repicando cacerolas ante la sorpresa de vecinos. De los Lluïsos de Gràcia han salido algunos a curiosear pero no se han unido a la cacerolada. Después de 10 minutos de repiques, la cacerolada ha empezado a moverse y a hacer un recorrido por las plazas de la Virreina, Diamant y Revolució.

La rúa ha acabado ante el Banc Expropiat en la Travessera de Gràcia, donde unos 80 concentrados han picado con fuerza en el acero que blinda todas las paredes del local, instalado esta mañana. La cacerolada ha ido recogiendo vecinos por la calle, personas que se han añadido a la rúa, pero también algún vecino ha lanzado una botella de agua con voluntad de acallar el ruido.

En los balcones y las plazas, sin embargo, la cacerolada ha pinchado por falta de seguimiento. Sólo cuando ha llegado el pasacalle nocturno se ha escuchado el repique sonoro de cacerolas. En el momento que habido más gente no se ha llegado a las 100 personas.

A a los Mossos d'Esquadra no se los ha visto en ningún momento hoy, y las furgonas policiales han sido aparcadas con discreción en los límites del distrito.

La cuarta noche en Gràcia después del desalojo es la primera de esta semana sin disturbios ni carreras. Y ha sido la primera, también, donde se ha detectado más el malestar vecinal con los incidentes durante tres días seguidos. Ni los vecinos han salido masivamente en los balcones con la cacerola ni han bajado en grupo a las plazas. Y ya hace días que algunos se ponen de espalda a las manifestaciones a raíz de los disturbios y el peligro, sobre todo, que supusieron los incendios de barricadas con contenedores.

Hoy ha habido tregua por parte de todo el mundo. Por la policía y por los mismos encapuchados, que después de los ataques fuertes de ayer y lunes se han quedado hoy en casa. Quien no ha tenido tregua han sido los vecinos que hasta las once de la noche han ido oyendo el ruido itinerante de las cacerolas.

Ha habido algunos espontáneos que han puesto el toque de color en la cacerolada. Como un abuelo con txapela que ha acabado bailando una jota con la pancarta en las manos.

Hoy, sin embargo, han vuelto a recibir los periodistas. Antes de empezar la cacerolada y durante un directo, unos espontáneos han roto una cámara de TV3. Algunos periodistas también han recibido el golpe de alguna botella de agua lanzada por vecinos desde los balcones como señal de protesta por el ruido y los disturbios de los últimos días, sin más consecuencias.