La noche de los premios Nadal y Josep Pla ha tenido un protagonista inesperado. Manuel Valls no puede esconder su ego y, cuando nadie se fija en él, tiene la necesidad imperiosa de llamar la atención y dejar claro que Manuel está aquí.

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Sergi Alcàzar

Ni doce horas después del espectáculo lamentable del exprimer ministro francés, a gritos contra Marc Artigau por su recuerdo a los presos políticos catalanes y los exiliados después de ganar el premio Josep Pla, Valls ha querido tener un recuerdo para las víctimas del atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo: "Yo soy siempre Charlie... ¡más que nunca!". Hoy hace cuatro años de aquellos hechos, que conmocionaron a las sociedades francesa y europea.

Pilar Rahola, siempre activa en la red, ha estallado contra Valls por el papelón de la pasada noche y por su trato desigual a la hora de valorar a quién tiene derecho a expresarse libremente y quién no. Ayer el exprimer ministro francés pensó que Marc Artigau no tenía este derecho y hoy, en cambio, tiene un recuerdo para aquellos que murieron defendiendo la libertad de expresión. Pero la periodista de Badalona no tiene nunca pelos en la lengua cuando se trata de desmontar las manipulaciones y el argumentario de los políticos de Ciudadanos y ha cargado con fuerza contra Manuel Valls.

Como Pilar, un sinfín de ciudadanos han mostrado su malestar por las salidas de tono del candidato del partido naranja a la alcaldía de Barcelona: "¡Hacéoslo mirar!", "¡libertad de expresión!", "hipócrita".

Manuel Valls defiende hoy la libertad de expresión y ayer la coartaba. Más o menos como cuando denuncia la xenofobia de Vox y se olvida de que él mismo expulsaba miles de gitanos de Francia. De hecho, debe ser el único que no recuerda cómo detuvo e hizo expulsar a una niña kosovar mientras estaba de excursión con la escuela. Menuda perla, este Valls.